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Boyacá vista por dos pioneros del ambientalismo en Colombia

Alegría Fonseca y Julio Carrizosa recorrieron Boyacá para entender la complejidad del que llaman un departamento “único”. El resultado lo publicaron en un libro que opacó la pandemia y que recoge textos de escritores y reconocidos académicos.

Sergio Silva Numa y @SergioSilva03
30 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
Alegría Fonseca también es la directora de la Fundación Alma.
Alegría Fonseca también es la directora de la Fundación Alma.
Foto: Cortesía

Alegría Fonseca y Julio Carrizosa no necesitan presentación. Por décadas han trabajado por la conservación y la protección del medioambiente del país desde distintos escenarios. Para muchos, ella es una de las “madres” del ambientalismo colombiano. Carrizosa, uno de los padres. Aunque provienen de disciplinas diferentes (Alegría estudió filosofía y derecho, y Carrizosa, ingeniería), sus largos recorridos los han unido para defender intereses comunes. El último resultado de esa unión fue un libro que quedó un poco relegado por la pandemia, Boyacá compleja lo titularon. (Lea: En Boyacá los campesinos recibirán una retribución por cuidar los páramos)

“Lo teníamos listo para hacer un gran lanzamiento en la Feria del Libro de Bogotá, pero el COVID-19 se atravesó y todo quedó aplazado. Por eso, muy pocas personas lo conocen y hasta ahora se está distribuyendo”, cuenta Fonseca.

El libro no es únicamente de ella y de Carrizosa. Aunque sus textos aparecen en todos los capítulos, prefirieron reunir a varias personas de otras disciplinas porque, dice Fonseca, era la manera de dar una mirada holística y multidisciplinar sobre un departamento único. Uno que, escribe Carrizosa, “es el más intenso productor de alimentos vegetales en los Andes y el único en donde se encuentran las esmeraldas, el carbón y el hierro coexistiendo con los cultivos”.

La idea, señala en otro apartado, era “inducir el pensamiento complejo a partir de reflexiones territoriales” y “proporcionar una imagen neutral, ajena a las simplificaciones de los dogmas políticos”. También “dar ejemplos de las interrelaciones entre lo social, lo geoecológico y lo económico”. Para lograrlo, Alegría y Carrizosa no se conformaron con revisar la literatura, sino que se embarcaron en un viaje por varios municipios de manera intermitente durante tres meses para hablar con alcaldes, profesores, estudiantes y habitantes que encontraban en la calle. Conversamos con Fonseca sobre lo que encontraron.

En 2014, Julio Carrizosa publicó el libro “Colombia compleja”. Ahora esa idea la desarrollan en un departamento. ¿Por qué Boyacá?

Un día con Julio (Carrizosa), dijimos que esta idea de Colombia compleja la podríamos aplicar a muchos departamentos. Como se iba a celebrar el bicentenario, coincidimos en que debíamos hacer un libro sobre Boyacá. Lo propusimos a la Gobernación, conseguimos recursos y acordamos cómo iniciar. Además, soy hija de Boyacá. Amo este departamento, me crié en estos campos.

¿Por qué Boyacá es compleja?

Por la variedad en ecosistemas y, cuando existe eso, hay una gran variedad en todo lo demás: en el entorno, en la geografía, en las poblaciones, en las costumbres. Es una complejidad que solo se puede analizar desde el punto de vista holístico del departamento; desde el “buen vivir” de su gente. Por eso también quisimos constatar cómo vivían los boyacenses, cuáles eran hoy sus sueños, sus costumbres y sus logros.

Para ustedes es un escenario único en el país. ¿Qué tiene de particular?

Primero, porque uno ama su tierrita, como decimos los boyacenses. Pero, además, es único porque tiene una gran cantidad de climas y microclimas, porque tiene praderas, valles, montañas, páramos y una gran cantidad de ríos. Entonces esa geografía tan variada es única. Tiene todo menos costa. Y si uno estudia sus ecosistemas, su geopolítica y lo que representa para la historia, entiende que es único. (Puede leer: Denuncian la destrucción de varias hectáreas de frailejones en páramo de Boyacá)

Julio Carrizosa y usted hacen un esfuerzo por pensar lo que llaman una Boyacá “imaginada”. ¿Cómo es ese lugar?

Es un lugar donde prevalezca el “buen vivir” de los boyacenses, es decir, lograr un estado en el que la gente sea feliz, en el que no tenga angustias, en el que viva con seguridad. Esa es la Boyacá imaginada y es la que está en el imaginario de muchas personas. En el viaje que hicimos constatamos que sí existe ese lugar. Vimos ese “buen vivir” en varios pueblos, en vecindad, en las costumbres culinarias, en el compadrazgo, en los estudiantes que entrevistamos, en la paz con la que viven. No se trata solo de paisajes.

¿Qué quieren decir cuando señalan que Boyacá es una región en la que, a diferencia de otras, algunos han logrado el “buen vivir”?

Es como la ausencia de la angustia. Son pueblos en los que sus habitantes adoran su historia, mantienen sus costumbres y viven con algo que no se encuentra tan fácil: paz. Hay también un amor y un respeto por el campesinado, por la tierra, por lo que llamamos la “tierrita”. Y por lo que nos ha rodeado desde pequeños: nuestras costumbres, nuestra forma de ser, nuestro arte, nuestras letras. En Boyacá hay un nido intelectual muy valioso que produce ideas y que proporciona sabiduría para un desarrollo tranquilo. Entre quienes lo conforman hay universidades, una academia de historia muy importante y una mesa panamericana de mujeres.

Cuéntenos un poco más sobre ese recorrido que hizo con Julio Carrizosa por los municipios de la Ruta Libertadora para escuchar a sus habitantes.

Fue un gran viaje. Julio es una compañía muy enriquecedora, porque no solo proporciona paz para trabajar, sino que es un gran productor de ideas. Él es ingeniero y geógrafo, entonces me ayudó mucho a mí, que vengo de la filosofía y el derecho. En cada pueblo nos reunimos con el alcalde y con una parte de la comunidad que nos estaba esperando para entablar un diálogo sobre su pasado, sus sueños, sobre cómo vivían y qué querían. Hablamos con maestros y con estudiantes. Todos conocían su historia y la de su municipio, y tenían, además, una particularidad: querían estudiar carreras que pudieran poner en práctica en su lugar de origen. Quieren aprender para regresar y llenar vacíos en sus pueblos. Ese amor por el departamento nos conmovió mucho. Tienen ideales y tienen un arraigo. Hay una gran apropiación. También identificamos una clara intención por promover el turismo. Es una salida económica a la que le quieren apostar.

Usted y Julio son, de alguna manera, unos de los padres del ambientalismo en Colombia. Ya conocían la complejidad de Boyacá.¿Qué cambios encontraron en ese largo recorrido?

Hallamos grandes cambios en la naturaleza y también depredación. Encontramos unos recursos hídricos deteriorados y fuentes de agua contaminadas. Hay pocos recursos para las plantas de tratamiento de aguas residuales. En algunas partes, como en Sogamoso, también hay contaminación del aire. Durante muchos años se han tomado malas decisiones y hay una gran tares pendiente en términos de conservación y descontaminación de aguas. Si bien hay ese “buen vivir” en algunas partes, asimismo hay pobreza entre los campesinos y deterioro ambiental, aun cuando Boyacá tiene una gran cantidad de reservas ambientales: parques nacionales naturales, reservas de la sociedad civil y páramos muy bien cuidados. La gente ama a sus páramos y los defienden de la industria y de la explotación.

Eso también lo señala el libro. Es uno de los departamentos más hermosos, pero hay, por ejemplo, una laguna de Fúquene en aprietos y una laguna de Tota con muchos problemas.

Tota, que es un recurso muy importante, está muy mal. Tenemos que hacer un SOS sobre la laguna de Tota. Ahí hay toda clase de problemas: deforestación, contaminación de aguas, dificultades con los cultivos que la rodean... Además, hay muchas entidades que tienen jurisdicción sobre Tota y tienen que trabajar juntas. El lago Sochagota, por ejemplo, puede desaparecer fácilmente si no hacen un anillo perimetral para las aguas residuales. Ahora, el Cocuy está amenazado por el cambio climático, pero también por las supervisitas. Entonces el departamento tiene un problema grande desde el punto de vista ambiental. Hay que hacer un SOS para que los planes de desarrollo apunten a la preservación de los ecosistemas. (Le puede interesar: Buenas noticias: en Colombia encuentran siete nuevas especies para la ciencia)

Ustedes escribieron varios capítulos pero también son los compiladores de muchos textos escritos por reconocidos académicos. ¿Cómo fue esa labor?

Sí. Ese libro tiene muchas facetas. Tiene autores del pensamiento boyacense y cada capítulo tiene un cuento escrito por un niño o joven de la región, que recopilamos por medio de un concurso que fue posible gracias a Herman Amaya y al gobernador, Carlos Amaya. El libro también tiene el relato de nuestra gira porque queríamos escuchar a la gente. Hay también una gama de escritores que nos ayudaron a tener una visión holística de Boyacá. ese es el camino para entender su complejidad y la manera cómo piensan las diferentes generaciones y las diferentes disciplinas. Esta gran mirada ha sido muy iluminadora para tener esta visión de departamento.

Por @SergioSilva03

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