Murió Mauricio Álvarez, uno de los investigadores de aves más destacados en Colombia

Fue uno de los creadores del Banco de Sonidos del Instituto Humboldt, uno de los bancos de sonidos de cantos de aves más importantes de América Latina. Era amante a la fotografía, el blues y remar en su kayak por la represa del Sisga. Hace parte de la colección de cuentos infantiles “Respira Ciencia”, una campaña de El Espectador, Compensar y Ciencia Magnética. Homenaje.

30 de septiembre de 2023 - 11:00 p. m.
Mauricio Álvarez, uno de los ornitólogos más destacados de Colombia.
Mauricio Álvarez, uno de los ornitólogos más destacados de Colombia.
Foto: Gimnasio Moderno

En la mañana de este sábado 30 de septiembre se conoció la muerte de Mauricio Álvarez, uno de los ornitólogos (investigador de aves) más destacado en Colombia. Según informó el Gimnasio Moderno, donde se graduó en 1984 y trabajaba como docente, durante los “últimos años luchó valientemente contra una dolorosa enfermedad que finalmente lo ha alejado de su familia y alumnos”. (Lea: Incendio en Boyacá: envían a más de 100 hombres para extinguir las llamas)

Su curiosidad e incansable amor por la biodiversidad colombiana y las aves lo llevaron a convertirse en uno de los creadores del Banco de Sonidos del Instituto Humboldt, uno de los bancos de sonidos de cantos de aves más importantes de América Latina.

Álvarez estudió en el Colegio Gimnasio Moderno, en Bogotá, donde fue apodado por sus compañeros como “El Turista”. La razón se debía a que siempre tenía una cámara colgada en el cuello esperando a capturar la mejor imagen de un paisaje o un animal.

En la biografía que escribieron sus compañeros de promoción, la del 84, en El Aguilucho, el periódico del colegio, resaltaron jocosamente algunas de sus cualidades, como la mala puntería que tenía en su pierna derecha al patear el balón o que durante su etapa en el colegio venía “cultivando con esmero y dedicación la inmensa barriga de que es dueño, empresa que lo ha llevado a consumir excesivas cantidades de cerveza los viernes y a veces entre semana en el hueco de la 79″.

En sus páginas aprovecharon para darle el “pésame”, pues el equipo de sus amores (Santa Fe) acababa de quedar eliminado del octogonal de ese año. También resaltaron su amor por los “bichitos y las plantuchas” y pidieron que “ojalá no los acabe”. (Puede leer: Talan árbol de ‘Robin Hood’, el más famoso de Reino Unido)

Su amor por la naturaleza, la biodiversidad y los animales surgió luego de ojear algunas páginas de la revista National Geographic. Sabía que el resto de su vida la iba a destinar para explorar la biodiversidad colombiana. Estudió biología en la Universidad de los Andes y realizó algunas investigaciones en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, en Nueva York.

Desde entonces se dedicó a las aves y a aprender todo sobre ellas. Para ello, conformó durante 15 años el grupo de exploración y monitoreo ambiental que se encargaba de realizar el inventario nacional de la biodiversidad del país.

Allí su labor como ornitólogo era la de estudiar las aves en diversas regiones de Colombia, incluyendo el Caribe, la Amazonía, la Orinoquía y los Andes. En su carrera profesional pudo registrar más de 23,000 cantos de diferentes especies de aves colombianas. Esto lo llevó a consolidarse como uno los pioneros en bioacústica ornitológica.

Recientemente, se dedicaba ser docente en el colegio Gimnasio Moderno donde, además, fue el coordinador del área de ciencias naturales por varios años. También hace parte de la colección de cuentos infantiles “Respira Ciencia”, una campaña de El Espectador, Compensar y Ciencia Magnética. (Lea también: A despertar el amor por la ciencia en los niños y niñas de Colombia)

Pedro Caballero, uno de sus amigos cercanos, lo recuerda como una persona muy curiosa y un observador impresionante y lo destaca por ser un gran conocedor de aves. “Uno llegaba al colegio en la mañana y perfectamente te decía si había un ave migratoria que estaba pasando por ahí o que había llegado a la zona. Solo porque había escuchado su canto en la mañana”, dice.

Entre sus hobbies, además de la fotografía, estaba su amor por la música, principalmente por el blues. “Conocía mucho sobre este género”, comenta, pero, dice que curiosamente, a pesar de ser amante de la música, disfrutaba mucho el silencio.

También le gustaba mucho remar. De hecho, tenía un kayac. “Solía remar en la represa del Sisga y disfrutaba allá el silencio y los paisajes”, añade. Otra de las características de Álvarez que recuerda Caballero entre risas eran sus peculiares colecciones. (Le puede interesar: Más de un millón de personas mueren al año por no tener acceso a agua potable)

“Si yo viajaba me decía: “oiga, tráigame un tarro de arena”. Uno no sabía para qué, pero él tenía claro que eso eventualmente iba a arrojar algo”, comenta y añade que le gustaba grabar. Incluso, en los momentos más difíciles de su enfermedad, “seguía grabando pájaros y sonidos siempre con esa inquietud”.

Sus allegados dicen que Álvarez no deja un recuerdo triste, sino, al contrario, destacan de él ser una persona amante a la vida. “Transmitió mucho amor por la vida y un vitalismo muy bravo. Así lo vamos a recordar”, cuenta Caballero.

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