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En busca del tiempo vivido

El primer manager y productor de la banda Rolling Stones, autor de ‘Stoned’ (2000) y ‘2Stoned’ (2002), presentará el 19 de abril su nuevo texto ‘Rolling Stoned’, en el marco de la Feria del Libro de Bogotá.

Hugo Chaparro Valderrama
14 de abril de 2012 - 04:06 a. m.

La fotografía del libro nos muestra a un jovencito rubio, delgado y vigoroso. Es apenas un adolescente que mira con ambición al futuro. Nació el 29 de enero de 1944 en el Hospital General de Paddington. Su padre, a quien perdió antes de nacer, era un aviador de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos llamado Andrew Loog. Su madre, Celia Oldham, trabajó durante la Segunda Guerra Mundial en el Servicio Voluntario Femenino como enfermera. El joven recorrerá las boutiques de Londres, atendiendo el movimiento alrededor de Vidal Sassoon y Mary Quant, la diseñadora de la minifalda y los hot pants. Aprenderá con rapidez que un periodista es útil para escribir en la prensa sobre una generación y su ritmo. También, las relaciones que existen en un mundo de gente comprometida y audaz, como definirá a los personajes de la época, paseando como venados por salones donde “las tazas de té eran delgadas y las alfombras gruesas”. En el vértigo del tiempo conocerá a otros muchachos británicos, ansiosos por transformar el mundo de posguerra que les ha tocado en suerte. Harán del pop su maestro a través del cine y la música; ampliando los horizontes donde actuarán frente al público. Sus compañeros de viaje se llamarán Paul McCartney, John Lennon, Mark Wynter, Mick Jagger, Keith Richards, Marianne Faithfull, Bob Dylan, Phil Spector. A través del tobogán que será su vida, entre el éxtasis de la fama y sus depresiones, recuerda que de una historia “hay tres versiones: la tuya, la mía y la verdad”. Podríamos agregar la sinceridad y su desnudez mientras navegamos haciendo surfing, como en una canción de los Beach Boys, por los altibajos emocionales, las recompensas al riesgo y la suma de la experiencia narrada en su autobiografía; la honestidad sin disfraces en busca del tiempo vivido, según Rolling Stoned.

La experiencia de Andrew Loog Oldham en un hotel de Manhattan, cuando “la vida ha perdido definitivamente su color”, hacia mayo de 1995, anuncia el tono que tendrá la historia. No quiere verse a sí mismo como ese pájaro de los años 60, “sin alas”, que muere porque dejó de nacer, porque perdió el vigor que tuvo su vuelo en Londres, cuando tenía 19 años, había tocado a la puerta de aquellos que se arriesgaron y le enseñaron el rumbo, había hecho para Brian Epstein la publicidad de dos sencillos de los Beatles —Please Please Me y From Me To You—, se había asomado por la bondad de la suerte al resto de su vida en un hotel de Richmond donde tocaba un grupo desconocido llamado los Rollin’ Stones —sin la g que agregó Oldham y que ahora los identifica—, quemando con placer y rapidez la mecha de un taco de dinamita que estalló en Manhattan y lo condujo a la crisis descrita al inicio de su autobiografía.

Entonces vio a un caballo que atravesaba la calle y tenía quince pisos de alto. Desde su alucinación a la ilusión de los primeros años, la melodía de Oldham se escucha en el libro como una historia del rock, pero también algo más: como la historia de un joven que vivió a plenitud los sueños por los que trabajó con valor y terquedad, brillando con luz propia mientras surgía una leyenda llamada los Rolling Stones, hasta que el sueño en que vio al rock ’n’ roll y a sus héroes terminó con la resaca que dejan las pesadillas —cuando las noches presentan caballos de quince pisos—.

Una forma de vida inspiradora y creativa, forjada en la disciplina y en el caos al margen de la disciplina, en una realidad capaz de brindarle mucho más de lo que había imaginado al productor que hizo de la pasión un oficio.

“No se trataba de carisma sino de cojones”, escribiría años después. Y Rolling Stoned lo confirma. Digno hijo de su tiempo, cuando las caras A y B de los discos eran un arte diseñado en los estudios de grabación, la versión original de la vida según Oldham fue Stoned —el lado A, publicado en el 2000— y 2Stoned —el lado B, publicado en 2002—. En los dos libros se encuentran su versión de la historia, la versión de los otros y la verdad. A la voz de Oldham se suman, como si se hubiera preguntado lo mismo que los Stones en una canción que interpretan en su primer LP, Can I Get A Witness? —¿Puedo tener un testigo?—, las voces y el coro testimonial de los que vivieron con él sus días de vino y rosas.

Dos volúmenes escritos y producidos por Andrew Loog Oldham. Su autobiografía es así otro producto del pop, registrado como en los créditos de los discos y las películas. Una vida de niveles épicos por su encuentro con hombres y mujeres notables: Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Frank Sinatra, Jimi Hendrix, Judy Garland, Nicholas Ray, Pablo Picasso —disfrutando en Cannes de un cigarrito de marihuana mientras veía sus cuadros en la vitrina de una galería de arte—, Laurence Harvey —un modelo a seguir en el cine—, Ray Charles —un modelo que habría querido evitar cuando lo vio una mañana, en una pausa del Antibes Jazz Festival, temblando sobre una roca, desamparado, con síndrome de abstinencia—.

Supo entonces que un artista puede estar en el escenario como un dios, pero sufrir como un ángel caído entre los vapores tóxicos de la droga que consume y lo consume cuando baja del escenario. Una visión del lado oscuro de la Luna, que reveló sus tensiones cuando el camino del polvo blanco y otras sustancias fue recorrido por Oldham siguiendo el baile de los hermosos y los malditos que protagonizaron un filme con más estrellas que el cielo, quedando muchos de ellos rezagados en el camino —Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones, Hendrix—.

Sin el coro que acompaña los libros originales, la versión en español muestra al actor principal pronunciando su monólogo. Andrew Loog Oldham está en cada página como el solista que evita un pudor innecesario y sabe cómo interpretar su obra y el instrumento de su obra: él mismo. Con lugares y personas que estarán allí para siempre, registrados, al menos en la versión original, a través de las cámaras fotográficas que multiplicaron las imágenes del rock, una iconografía que nunca termina de verse por la adicción a los lentes que siempre atendieron el paso de las criaturas del circo por la geografía del mundo.

Criado “bajo mi propio consejo”, Oldham supo que el mundo empezaba a vivir de nuevo después de la guerra, antes de la píldora, la libertad en el sexo, el pelo largo y las ideas aún más largas que estremecieron los años en los que se tocaron himnos sin fronteras como Satisfaction, Let’s Spend the Night Together, Ruby Tuesday, Honky Tonk Women… Que el rock ’n’ roll era suyo y que el tiempo estaba de su parte... Que en las distintas versiones que pueda tener una historia, la verdad es que estuvo allí y que “llevaría esa influencia adonde fuera”... Todo lo que está narrado en Rolling Stoned, donde la música fluye sin desvanecer las notas de su melodía.


Jueves 19 de abril, 6 p.m. Presentación del libro ‘Rolling Stoned’ a cargo de Hugo Chaparro y Sandro Romero Rey, con la presencia de Andrew Loog Oldham. Centro Cultural Gabriel García Márquez, Calle 11 Nº 5-60.

Por Hugo Chaparro Valderrama

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