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La dictadura continúa

LA SEMANA PASADA EL GOBIERNO de Cuba se comprometió a liberar de forma gradual a los 52 miembros del Grupo de los 75 que todavía quedaban en prisión.

El Espectador
18 de julio de 2010 - 10:00 p. m.

En 2003, durante el período conocido como la Primavera Negra, estos disidentes, en su mayoría médicos y periodistas, fueron arrestados y sentenciados hasta a 28 años por el régimen castrista. El caso de Orlando Zapata Tamayo ha sido el más controvertido. Murió a comienzos de este año tras una huelga de hambre de 86 días. Pedía, ente otras cosas, que mejoraran las condiciones de salud de los reos. Las cárceles cubanas, como muchos otros también han denunciado, carecen de los mínimos niveles de salubridad. No son pocos los que mueren antes de cumplir su condena.

El desgastado estado de salud de los prisioneros y la injusticia de la condena de los presos políticos suscitaron múltiples presiones. En meses recientes, el ministro de Relaciones Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, junto con la ayuda de la Iglesia orientó su labor diplomática a mudar de aires las duras políticas de la Unión Europea hacia la isla a cambio de gestos de buena voluntad del gobierno cubano. Esta iniciativa, sumada a las aun más fuertes presiones de los casi siete años de marchas de las Damas de Blanco y a la huelga de hambre de 135 días del periodista Guillermo Fariñas, hicieron ceder al presidente cubano, Raúl Castro.

Aunque la opinión internacional ha sido bastante generosa con el gesto, los ex prisioneros y los blogueros locales se han mantenido recelosos. Insisten en que esta no es la primera excarcelación que hace el gobierno, ni la primera en que la disidencia permanece desprotegida. Nada garantiza que ellos y nuevos opositores puedan terminar de nuevo tras las rejas. De hecho, bastante controvertido ha sido el exilio en España de los primeros liberados. Hay quienes sostienen que más que a la voluntad de los disidentes, la decisión obedece a exigencias del gobierno comunista. En especial porque la mayoría de los 167 presos políticos, incluidos los 58 en cuestión, han hecho varias veces pública su reticencia a abandonar la isla. Han insistido en que su proyecto es ser libres, sí, pero en su tierra.

Y es que, en efecto, a pesar de la gran celebración, no es mucho lo que ha cambiado. Entre las felicitaciones internacionales y las múltiples salidas públicas del líder revolucionario Fidel Castro, hechos de menor crueldad, pero igualmente dicientes, evidencian que no existe tal cosa como libertad política en Cuba. Para señalar un ejemplo, pocos días antes de la famosa excarcelación, Esteban Morales, profesor y militante del Partido Comunista, tuvo la imprudente idea de escribir un artículo contra la corrupción de su gobierno. En éste denunciaba la descomposición de los estamentos del poder y señalaba que “hay gentes en posiciones del gobierno estatal, que se están apalancando financieramente para cuando la Revolución se caiga”. Esta denuncia, que pretendía no el colapso del régimen sino la prevención de su caída, le valió, a sus 68 años, la expulsión inmediata del partido.

La brutal censura, sin embargo, ha sido incapaz de ocultar el deterioro económico y el malestar político y social. De hecho, el pasado 1° de mayo, Día del Trabajo —y de particular valor para la revolución comunista—, se observaron varios claros en la famosa marcha pública. Son muchos más los que se están cansando. Y, como van las cosas, serán miles quienes se tendrán que montar en aviones como el de Moratinos para exiliarse en tierras extranjeras. No cae mal preguntarse, como lo hizo la famosa opositora Yoani Sánchez, si no será mejor que a quienes se lleven sea a los miembros del régimen militar.

Por El Espectador

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