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Control de daños

WIKILEAKS, EL SITIO DE INternet especializado en filtrar a la opinión pública documentos reservados, ha atacado de nuevo con una serie de revelaciones que, más allá de su contenido, han causado gran malestar en el plano internacional y una gran indignación en el gobierno norteamericano, en especial en el Departamento de Estado y su diplomacia, que quedan muy mal parados.

El Espectador
03 de diciembre de 2010 - 11:04 p. m.

Flota en el ambiente la vergüenza y la rabia de haber sido “pillados” en algo que normalmente “no se hace”, pero que todos saben que existe. Una vez hecho el daño, viene la necesidad de desfacer los entuertos generados. De hecho ya se había comenzado, pues se sabe que funcionarios de dicho país habían alertado a ciertos gobiernos sobre lo que se venía encima.

Que una de las funciones de los diplomáticos es la de servir de ojo avizor y guía para las respectivas cancillerías es una verdad de a puño. Precisamente de sus análisis y recomendaciones se deriva el carácter de reserva de las informaciones, y, a su vez, se genera el interés de sus opositores y amigos por conocer lo que piensan los demás gobiernos. Existen muchos libros que recrean los mitos que se entretejen en esta maraña de dimes y diretes que involucran, con frecuencia, a los organismos de inteligencia y seguridad de los diversos Estados. Pues bien, ahora se trata de cotejar la mera realidad. Una buena parte de las filtraciones giran sobre realidades presumidas: que algunos países árabes, en especial Arabia Saudita, están muy preocupados por el programa nuclear iraní y han instado a Estados Unidos a usar la fuerza para parar dicha amenaza; que el presidente en Afganistán, Hamid Karzai, gobierna en medio de la corrupción; que el presidente francés, Nicolás Sarkozy, es “susceptible y autoritario” y puede ser un dolor de cabeza en política exterior; que Vladimir Putin no tiene las mejores credenciales democráticas ni de manejo pulcro; que había que redoblar esfuerzos para aislar a Hugo Chávez de los países de la región y que los servicios de inteligencia cubanos se pasean como Pedro por su casa en Venezuela y en el entorno gubernamental...

Con respecto a Colombia, todavía no es mucho lo que se conoce. Que Brasil sabía de la presencia de las Farc en Venezuela pero no lo podía mencionar abiertamente y que consideraba a Colombia como la “principal fuente de inestabilidad en la región”. Que el gobierno de Lula tenía muchos resquemores con el de Álvaro Uribe. Que Brasil resintió un documento norteamericano que se filtró entonces y el cual afectó seriamente el ambiente para las bases militares en Colombia. Son hechos, por lo demás, que han estado en la información pública con anterioridad. De otro lado, se menciona, por ejemplo, la preocupación de un funcionario consular colombiano de alto nivel por la posible consecución de la nacionalidad por parte de cubanos que podrían adelantar acciones de inteligencia. Lo curioso del caso es que el funcionario colombiano se lo diga a los diplomáticos norteamericanos para que estos lo informen a Washington y desde allá se lo hagan saber a Bogotá.

Si la filtración es o no un acto ilegal, deberán establecerlo las autoridades competentes y seguramente Julian Assange, fundador de Wikileaks, responderá por los hechos. Pero sí es muy cierto, como bien lo mencionó el diario El País de España, que este tipo de filtraciones constituyen un bocato di cardinale para los historiadores y periodistas, así sea una muy desagradable pesadilla para el mundo diplomático. Tal vez por lo anterior es que el presidente Lula calificó el contenido de los documentos como “insignificante”. No porque carezcan de significado, sino más bien porque la inmensa mayoría de lo que allí se dice, si no el todo, ya era conocido de antemano por los demás gobiernos, dado que en últimas piensan, hacen y dicen lo mismo.

Por El Espectador

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