Margaret Chan lleva tres años al frente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no es la primera vez que se enfrenta a virus emergentes de gripe.
En 1997 frenó en seco un brote del H5N1, que luego reapareció en 2003 en Vietnam y originó la epidemia de gripe aviar que todavía colea. Pero la amenaza actual, reconoce Chan, es diferente y se han tenido que tomar drásticas decisiones para salvar vidas. Desde su despacho, en el emblemático edificio de la OMS en Ginebra, Chan repasa la actuación de las autoridades sanitarias mundiales ante esta nueva epidemia.
Ha pasado más de una semana desde que se descubrió el nuevo virus de la gripe. ¿Qué tan preocupada se siente?
Todos los países con los que he hablado y, por supuesto, la OMS, estamos tomando esta situación muy en serio, debemos proteger la vida de las personas.
Hay críticos que dicen que la OMS, los gobiernos y los medios han sobreactuado en esta crisis.
Siempre que aparece un brote de una nueva enfermedad hay dos clases de comentarios: los que dicen que se está haciendo muy poco y tarde, y los que creen que se exagera.
¿No fue un mensaje alarmista pasar tan rápido del nivel de alerta 3 al 5?
Mucha gente tiene ideas equivocadas acerca de lo que significará el nivel 6. Creen que habrá muchos enfermos y que todos morirán. Eso no es así.
¿Cuál sería la diferencia de la fase 6 con la actual?
El estado pandémico es una señal a todas las autoridades sanitarias del mundo para que tomen medidas para proteger a su población. No quiere decir que nos acercamos al fin del mundo.
¿Le preocupa que el virus haya llegado al sureste asiático y pueda recombinarse con otros?
Desde luego. Los virus de la gripe son promiscuos y cualquier oportunidad que tengan para mezclarse con otros e intercambiar genes la aprovecharán. Además, los virus de la gripe son muy impredecibles, muy tramposos. No debemos confiarnos.