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Abuelita de 82 años se gradúa de bachillerato el próximo 11 de diciembre

Doña Bárbara Leal de Ortegón presenta sus últimos exámenes de química y literatura. Historia.

Paula Castillo Lenis
04 de diciembre de 2009 - 09:21 a. m.

Bárbara Leal de Ortegón, una mujer aguerrida y amante del conocimiento, siempre tuvo claro que estudiar era su más grande pasión. Desde muy pequeña manifestó su entusiasmo por aprender, entró al colegio cuando no existían los cuadernos, sino las pizarras.

Con la ayuda de su madre y de su prodigiosa inteligencia memorizó las vocales y los números, poco a poco aprendió a sumar, restar, dividir, multiplicar, leer y escribir. En un colegio de monjas se formó como la mejor estudiante del plantel, tanto así que durante la primaria nunca hizo un curso completo, su capacidad académica era la de un nivel superior en el que se encontraba.

Recordando aquellos tiempos, Doña Bárbara cuenta con orgullo que siempre fue muy rápida para aprender. "En el colegio me gané el primer puesto y estuve siempre en el cuadro de honor".

Esas ganas de estudiar fueron opacadas por la violencia que se vivía en el Tolima en 1937. Las masacres, los toques de queda desde las tres de la tarde y el desplazamiento forzado de cientos de pobladores de la región, sembraron un miedo generalizado y Bárbara Leal no estuvo exenta de sentirlo.

Su familia tomó la decisión de retirarla del colegio y sólo alcanzó a estudiar hasta cuarto de primaria. Alejada de las monjas y los profesores, no interrumpió sus estudios. Por su propia cuenta leía y ponía en práctica lo poco que había aprendido en el claustro, así y luego de muchos años apartada de la vida estudiantil consiguió su primer trabajo como profesora de primaria.

Cuando cumplió 16 años le ofrecieron un puesto como secretaria, aprendió mecanografía y taquigrafía; su desempeño fue tan bueno que al cabo de dos año la nombraron subdirectora de un pueblo aledaño de Ibagué, cargo que no pudo ocupar porque su papá se lo impidió argumentando que aún "era una niña de tobilleras".

En 1951 llegó a vivir a Bogotá, las monjas del colegio en donde estudió le ayudaron a conseguir un puesto como auxiliar de contabilidad, trabajo que le permitió no sólo salir adelante, sino también velar por sus hermanos, quienes dependían en un ciento por ciento de ella.

"Doña responsabilidad me ha vestido toda la vida"

Luego de un largo camino laboral, trabajando en colegios, alcaldías y bancos, se pensionó a los 41 años, situación que despertó nuevamente las ganas de estudiar.

"Cuando me pensione yo no me amañaba en la casa, a pesar que tenía obligaciones con mi marido y mi hijo, pero eso no comulgaba conmigo, me hacía mucha falta trabajar. Siempre pensaba en que tenía que hacer algo, me puse a aprender lencería pero no me gustó, entonces empecé a buscar un lugar en donde terminar mi bachillerato".

Pasaron muchos años para que doña Bárbara encontrara una institución en donde finalizar la secundaria, entró a varios centros pero ninguno la entusiasmo tanto como la Universidad Nacional a Distancia (UNAD).

Hace cinco años y gracias a una amiga suya conoció la Unad, lugar en donde empezó desde sexto, o mejor primero de bachillerato; según ella, "cuando uno deja de estudiar se le olvidan las cosas".

"Hice todo el bachillerato y no me pesa, fue bonito recordar. Ahora enseñan diferente, con otros términos. Los horarios son a distancia, me dan todo el programa de estudio y en la casa lo desarrollo, si no entiendo tengo que buscar a alguien que me explique, sólo vengo los sábados a que los profesores me refuercen en lo que estoy floja".

Con toda la sinceridad del caso, asegura que si no se tiene entusiasmo para estudiar y aprender es muy difícil que a cualquiera le guste y se acople a este tipo de enseñanza porque es "muy pesado".

"Como soy ama de casa, me tengo que levantar a las cuatro de la mañana a hacer las tareas. Me encanta estudiar en la madrugada pero ya no lo puedo hacer, últimamente he estado muy enferma de la tensión. Mi esposo está furioso conmigo porque me exijo mucho", cuenta en medio de risas.
Las materias que más se le dificultan son química, español y literatura. Los números son su fuerte, matemática es la asignatura preferida.

"Estoy colgada en química, a pesar de que el profesor es una dama, es genial, de muy buen genio, pero la verdad no le he cumplido con todos los trabajos. Me da muy duro la literatura, no me gusta escribir poemas, ni nada de eso, pero tengo que ponerme pilas porque mi meta es terminar para poder graduarme".

Icfes, el examen más difícil

No sólo los jóvenes se estresan con este tipo de evaluaciones, para Doña Bárbara el Icfes fue el examen más complicado. "Las preguntas son pesadas, ponen muchas cascaritas para embolatarlo a uno".

"Ese día tenía vacío, me sentía insegura, yo veía a todos los jovencitos de 15 y 16 años y a me daba mucho pesar de verlos tan asustados. Cuando llegue me sentía mareada, tuve que subir muchas escaleras". Aunque no pasó con excelente, como dice ella, le fue bien.

Luego de cinco años de estudios, con miles de esfuerzos, pero ante todo con las ganas por terminar una meta propuesta, doña Bárbara se gradúa con toga y birrete el próximo 11 de diciembre.

Por Paula Castillo Lenis

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