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Un momento para el liberalismo

TRAS LA CELEBRACIÓN DEL CONgreso Liberal, el fin de semana pasado, quedó claro que Rafael Pardo lidera el Partido Liberal de cara a las elecciones legislativas y presidenciales con indiscutible margen de maniobra.

El Espectador
14 de diciembre de 2009 - 11:00 p. m.

No obstante la unidad conseguida en torno a su jefatura, el reto no es menor. Hereda un Partido Liberal altamente fraccionado, se enfrenta a una serie de presiones internas que pondrán a prueba su capacidad de tomar decisiones que contribuyan a atenuar la polarización y está en la obligación de responder con un discurso coherente y eficaz a la preocupante conservatización de la sociedad colombiana. Atraviesa entonces el Partido Liberal un momento histórico. Y si pierde la contienda electoral de 2010, estaríamos ante 16 años consecutivos de su ausencia en el poder.

Para llegar a un panorama tan sombrío hubo que asestarle una serie de golpes bajos al Partido Liberal, no pocos de ellos surgidos de un deterioro interno de su política. Algunos más recientes los protagonizó el propio presidente Uribe, nacido hace varios años en el propio seno del liberalismo. Fue su gobierno el que incentivó el transfuguismo con una reforma política que era para castigar a los miembros de los partidos políticos que se aliaron con los grupos armados. A partir del menudeo clientelista, consiguió también el apoyo de congresistas liberales que no tuvieron reparo en asistir al llamado gubernamental. Y mediante la práctica reiterativa de la polarización, permitió que hoy por hoy dos candidatos a la Presidencia, como lo son Germán Vargas Lleras y Juan Manuel Santos, ya no estén en el Partido Liberal en el que siempre militaron y compitan entre sí, pero también con Rafael Pardo, por ocupar el lugar de quien fomentó la dispersión.

Con todo, el saliente presidente del Partido Liberal, César Gaviria, se esforzó por mantener la cohesión. Convertido en partido disidente, y pese a las constantes descalificaciones y los ataques verbales contra algunos de sus congresistas, las tareas de la oposición fueron compartidas junto con el Polo Democrático. Y en algunos campos, como el de las denuncias de la parapolítica, de manera exitosa. Ahora es tiempo de no caer en la trampa de los reduccionismos y superar el debate de si es preciso ir a la derecha o girar a la izquierda. Colombia requiere a gritos quien defienda las ideas básicas de un Estado liberal, y nadie mejor que el partido que lo sembró y consolidó en el país.

Es en este plano en el que la ciudadanía espera de Rafael Pardo una reivindicación de lo conseguido por sus antecesores. La sociedad está presenciando una cada vez  mayor intromisión del Estado, que reniega de la laicidad, en los asuntos privados de las personas. La polémica protagonizada por el propio Pardo, quien en días anteriores propuso que la píldora del día después fuese distribuida en algunos colegios y recibió la indignación de los sectores más cercanos a la Iglesia, pese a estar bien encaminada fue enteramente malinterpretada. Quizá no fue la mejor forma de introducir el tema del embarazo adolescente, pero la enérgica reacción de los contradictores es indicativa del amplio margen de favorabilidad que han ganado las ideas más conservadoras en el país. Pronto la batalla será contra la idea misma de la planificación familiar, vista como un presunto ataque a la integridad de la vida, que nos dirán es sagrada y por consiguiente debe anteponerse al derecho de las mujeres a tomar sus decisiones.

Como éste, que considerábamos un debate ya superado, asuntos que afectan a las libertades individuales de las personas requieren de la atención del Partido Liberal.

Por El Espectador

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