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Alfonso Cano Isaza (1927-2009)

SI ALGUIEN SUPO INTERPRETAR LOS ideales fundacionales de El Espectador, ese fue Alfonso Cano Isaza.

El Espectador
01 de enero de 2010 - 10:00 p. m.

Su biblia personal fue la Autobiografía de un periódico, escrita a varias manos por el creador y sucesores en la dirección de este periódico con casi 123 años de existencia, y nadie como él hizo suyo el epígrafe que aún distingue el talante de este diario: “El Espectador trabajará en bien de la patria con criterio liberal y en bien de los principios liberales con criterio patriótico”.

Alfonso Cano Isaza deja un legado silencioso, pero fecundo, de compromiso con el país y de defensa de los principios democráticos. Con su carácter sereno y ponderado, en la gerencia de circulación del periódico desde los años 50, fue el verdadero gestor de un diario nacional que se ganó el respeto en los cuatro puntos cardinales del país. Además, quienes lo conocieron y trabajaron a su lado, saben perfectamente que fue la mano derecha del inolvidable Guillermo Cano Isaza. Por eso, después del sacrificio de don Guillermo en diciembre de 1986, Alfonso Cano Isaza fue el guía espiritual de un periódico que necesitaba una voz de aliento para seguir creyendo en el poder de la palabra.

Se va el gran conciliador, un empresario y periodista que logró avanzar con prudencia, sin sacrificar nunca una sola de las directrices que trazaron el rumbo de El Espectador en su largo transitar por la democracia colombiana. En los años 50, para aportar el consejo justo en la causa común de oponerse a la dictadura; en los años 60 y 70 para hacer posible que en la Costa Atlántica, en Antioquia, en los Santanderes, o en el sur del país, el periódico se convirtiera en la voz de las mayorías; y posteriormente defendiendo un legado al que nunca renunció y que ahora es orgullo de quienes heredaron sus virtudes.

Activo integrante del Consejo Editorial en tiempos recientes, presidente honorario hasta el cercano 2002, Alfonso Cano Isaza deja una huella perdurable. De su inteligencia siempre surgió el talante de conservar la necesaria distancia del poder sin sacrificar la estabilidad económica; de su alma agradecida nunca faltó el aliento de amar la entraña antioqueña de sus ancestros, tanto como la heredada de su Cataluña política, que aprendió a apreciar y reconocer en sus dimensiones universales. Sentimientos personales que encontraron eco en las páginas del periódico, siempre en la perspectiva de acoger lo bueno y atacar sin contemplaciones todo aquello que significara deshonestidad, corrupción o violencia.

Líder en su misión empresarial, periodista de tiempo completo a la hora de salir de su escenario para opinar con reciedumbre, gerente en toda la extensión de la palabra, Alfonso Cano Isaza seguirá presente en el recuerdo de muchos hombres y mujeres de El Espectador que lo vieron trabajar sin protagonismo, pendiente de cada caso personal y de la salud de todos. De la misma forma como quedará en la memoria de muchos otros gestores del periodismo colombiano que a lo largo de las últimas décadas entendieron su rol determinante y de qué manera contribuyó a la defensa de la libertad de expresión.

Como en tantas instancias de este periódico, El Espectador sigue adelante. Pero hace un alto en el camino para rendir homenaje a uno de sus mejores guías. Alfonso Cano Isaza, el pedagogo de la esencia periodística, el conciliador de la familia, sus allegados y sus socios; el padre, el amigo, el visionario. En la memoria de este diario siempre habrá un lugar de privilegio para exaltar la vida y obra del batallador absoluto que nos dejó en la agonía de 2009. Paz en su tumba.

Por El Espectador

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