El líder espiritual budista, ganador del Premio Nobel de la paz, considerado por muchos como la encarnación de la lucha del Tibet por ganar más libertades en China, había sido hospitalizado el jueves en Nueva Delhi.
Había llegado a la capital india durante la semana para una revisión médica, la segunda en dos meses, y sus asistentes dijeron después que el paciente de 73 años había sido dado de alta para reanudar sus viajes por el exterior.
En agosto, el Dalai Lama fue internado en un hospital de Bombay donde se sometió a exámenes por una dolencia abdominal. Sus asistentes dijeron en ese entonces que se encontraba en buen estado, pero los médicos le aconsejaron cancelar un viaje a Europa y descansar después de diagnosticarle agotamiento.
El Dalai Lama suele pasar varios meses al año viajando por el mundo para enseñar budismo y hablar sobre la situación en el Tibet. Vive en el pueblo de Dharmsala, en el norte de la India, donde instaló su gobierno en el exilio después de huir del Tibet tras un fallido levantamiento contra el régimen chino en 1959.
Originalmente tenía previsto regresar a Dharmsala el jueves. La noticia de la operación provocó preocupación en Dharmsala, donde el Dalai Lama es la figura central —espiritual y políticamente— para miles de exiliados. Aunque la comunidad en el exilio se ha dividido en los últimos años entre quienes apoyan su enfoque pacifista y entre los más jóvenes que reclaman una acción más enérgica contra China, sigue siendo objeto de profunda veneración.