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Se agudiza crisis alimentaria por hecatombe económica

Expertos prevén lo peor para los problemas de alimentación de los países más pobres, como consecuencia de las turbulencias económicas que viven los países que financian los proyectos de producción agrícola de tercer mundo.

El Espectador
13 de octubre de 2008 - 02:15 p. m.

El descalabro financiero de Wall Street puso en peligro las fuentes de financiación necesarias para lograr una mayor producción agrícola en los países en desarrollo, que se perfila como la solución para estabilizar la volatilidad de los mercados agrícolas que ha causado la crisis alimentaria.

"A medida que esta crisis financiera se extiende, se hace evidente de que los países en desarrollo, pese a su lejanía de Wall Street y los bancos europeos, serán los que más sufrirán", aseguró el presidente adjunto del departamento de Asuntos Externos del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD), Matthew Wyatt.

Se acerca el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), y los expertos coinciden en que la incertidumbre económica reduce las posibilidades de que las instituciones financieras privadas presten dinero a los productores agrícolas y causa que los países desarrollados estén menos predispuestos a cumplir sus promesas de aumentar la ayuda al desarrollo.

Naciones Unidas indican que la comunidad internacional solamente ha entregado hasta la fecha la mitad de los 6.000 millones de dólares para afrontar la crisis alimentaria prometidos en la reunión internacional que la ONU convocó el pasado junio en Roma.

A esos factores se agrega que los países en desarrollo tendrán menos oportunidades de acceder a capital externo para dar préstamos a sus productores, subsidiar los alimentos o entregar fertilizantes, indicaron los expertos.

El administrador del departamento de Desarrollo Rural y Agrícola del Banco Mundial (BM), Mark Cackler, recordó que África solamente destina el 4 por ciento de su capacidad financiera a la agricultura, una cifra muy por debajo de lo invertido por las economías asiáticas en la 'revolución verde' que acabó con las hambrunas en ese continente.

"El mundo tiene que invertir más en agricultura, y la crisis lo hará más difícil", agregó Cackler.

El Banco Mundial pronostica que la desaceleración en los países más ricos causada por la crisis financiera reducirá en dos puntos el crecimiento de las economías de los países más pobres en 2009, que en muchos casos vienen de un período de crecimiento sostenido.

La suma de las tres crisis, alimentos, combustibles y financiación, podría incrementar este año la cifra de personas desnutridas en 44 millones de personas, lo que colocaría el total próximo a los 1.000 millones, según los organismos multilaterales.

"Una persona que pierda el trabajo en uno de esos países, donde no existe un estado del bienestar, pasa directamente al desempleo, la pobreza y el hambre", concluyó el jefe de política de desarrollo de la Oficina de Coordinación de Asistencia Humanitaria (OCHA) de la ONU en Nueva York, Hansjoerg Strohmeyer.

Otra consecuencia indirecta de la crisis es una reducción de la demanda en las principales economías de los productos agrícolas procedentes de los países en desarrollo, que son una importante fuente de ingreso para sus debilitadas economías.

La reducción de la demanda también puede llevar a una reducción brusca de los precios de los alimentos, lo que puede ofrecer un alivio temporal, pero agrega una perjudicial volatilidad a los mercados, advirtió el responsable de Oxfam International en materia de agricultura, Carlos Galián.

"La solución no es una recesión económica que ajuste demasiado los precios, sino un cambio de política en la que se incentive el aumento de la producción de los países más pobres", señaló.

La organización humanitaria reclama que las medidas políticas que adopten Estados Unidos y la Unión Europea (UE) para superar la crisis tengan en cuenta las necesidades de los cincuenta países más afectados por la crisis alimentaria.

Galián señaló que esos países importadores netos han visto como sus reservas se han ido reduciendo a causa del encarecimiento de los alimentos en el mercado global. El índice de precios de alimentos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) registró un descenso del 12 por ciento entre julio y agosto, aunque sigue un 60 por ciento por encima del nivel que tenía a principios de 2006.

Por El Espectador

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