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En la final del fútbol colombiano

SE INICIA ESTE MIÉRCOLES EN LA NOCHE EN MEDELLÍN la final del fútbol profesional colombiano entre el Deportivo Independiente Medellín y el América de Cali.

El Espectador
16 de diciembre de 2008 - 09:59 p. m.

Una final justa en lo deportivo, pues han sido los dos mejores equipos a lo largo del año. Pero mientras en las tribunas el fervor auténtico de los aficionados ofrecerá el marco maravilloso de las pasiones que despierta el deporte, tras bambalinas se esconderá la cruda realidad de cómo las plagas que nos azotan siguen apoderadas del deporte más popular del país.

Muchos colombianos quisimos creer, ingenuamente, que la infiltración de capitales provenientes de actividades ilícitas en los clubes del fútbol colombiano era asunto superado. Pero la semana pasada, con la captura por orden de la Fiscalía de 13 personas sindicadas de lavado de activos, entre quienes se encuentran directivos actuales y ex directivos del DIM, la pesadilla volvió a despertarnos, justo ahora que nos disponemos a disfrutar de la final, en la que paradójicamente está ese club, que por más de siete años fue de propiedad del hoy prófugo Rodrigo Tamayo.

Nuestra ingenuidad, empero, no nacía de la nada. Los anuncios de que la situación estaba controlada se originaban desde el propio Gobierno Nacional, que a través del vicepresidente, Francisco Santos, había hecho alarde de la eficacia de los controles que sobre los clubes estaban ejerciendo Coldeportes y la Supersociedades. Verlo a él mismo  en la presentación oficial de un equipo que, como el Santa Fe, genera sospechas sobre el origen de sus dineros, lucía como carta de garantía de que la limpieza en el fútbol sí se estaba imponiendo finalmente. ¡Vanas ilusiones!

La detección de operaciones financieras sospechosas y la falta de información por parte de algunos clubes fue advertida hace algunos meses por Mario Aranguren, el juicioso director de la Unidad de Información y Análisis Financiero del Ministerio de Hacienda, lo que originó la más enérgica protesta y rechazo de Luis Bedoya, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, y de Ramón Jesurum, representante de los clubes profesionales, quienes afirmaron que se trataba de hechos aislados que no podían enlodar la transparencia y buena imagen de nuestro fútbol.

En contrario a dicha explicación, el fiscal general,  Mario Iguarán, ha confirmado que las investigaciones avanzan sobre 11 clubes del fútbol nacional.

Y es que el  panorama  no es para nada halagüeño visto en su conjunto. El presidente del Rionegro F.C., el ex jugador de la selección nacional Luis Alfonso El Bendito Fajardo, se encuentra detenido por presunto lavado de activos y a su club se le suspendió por 30 días el reconocimiento deportivo por no enviar la información exigida por las autoridades de control. Otro directivo,  Ramón Ríos, se encuentra prófugo de la justicia por presuntos hechos delictivos cuando ocupó la presidencia del Deportivo Pereira. Óscar Ignacio Martán, ex miembro del Comité Ejecutivo de la Federación, está incluido en la lista Clinton. El ex presidente del Santa Fe Eduardo Méndez está detenido en Estados Unidos por pasarles información de sus procesos a varios narcotraficantes. El  Envigado F.C. era propiedad del asesinado Gustavo Upegui, de quien se asegura participó junto con alias Don Berna en la creación de la infame oficina de Envigado, y hoy su hijo es quien da la cara por el equipo. El mecenas del club Pumas ha sido el ex gobernador del Casanare  William Pérez Espinel, hoy prófugo de la justicia por su presunto apoyo a la creación de grupos paramilitares. Los indicios sobre el respaldo de Luis Enrique Pérez, alias El Pulpo, al Cúcuta Deportivo, a través del detenido ex alcalde de la ciudad, Ramiro Suárez,  y la reconocida injerencia de Juan Miguel Rodríguez en el otro finalista, el América, que desde hace años está incluido en la lista Clinton, son hechos de público conocimiento que desdicen de la limpieza de nuestro fútbol y de la acción de las autoridades para controlar este fenómeno.

Es una lástima que las emociones nobles que rodean el fútbol, y que este miércoles en la noche estarán de nuevo a flor de piel, se aprovechen para esconder la infiltración del paramilitarismo y el narcotráfico, o la combinación de ambos, en muchos de los clubes profesionales y para excusar la falta de acción con la manida estrategia de considerarlos “unos pocos casos aislados”.

Por El Espectador

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