“Perdón la humildad”. Con estas palabras Lucho recibe a los visitantes mientras ingresan por el garaje de su casa, convertido en una tienda, en el barrio 20 de Julio. En el segundo piso, invadido por un aroma a café recién preparado y decorado con fotos familiares en cada pared, comienza a contar de manera descomplicada qué ha pasado con su vida en los últimos años.
Por Manuela Valencia Gómez - @manuvalenciag (mvalencia@elespectador.com)
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