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Desde el otro lado de la violencia

La serie de documentales sobre el paramilitarismo en Colombia se presenta los miércoles, a las 9:30 p.m., por Canal Capital.

Adriana Marín Urrego
02 de mayo de 2013 - 02:00 a. m.
Dossier paramilitar’ retoma el fenómeno social, ya no desde la noticia sino desde la voz de quienes la sufrieron.  / Cortesía Canal Capital
Dossier paramilitar’ retoma el fenómeno social, ya no desde la noticia sino desde la voz de quienes la sufrieron. / Cortesía Canal Capital

“No le temía a que me mataran, porque la muerte, en fin, es como un sueño. Le temía a que me torturaran, que me mataran torturado, a eso sí le tenía miedo”. Con esta frase comienza uno de los programas de Dossier paramilitar, la serie de documentales que se está presentando en Canal Capital sobre los daños que los paramilitares han producido en el país.

La frase la dice un señor, ya de edad, con la expresión afectada, entre sombras. Y es que para entender su sufrimiento habría que devolverse algunos años, a principios de los 90, cuando vivía en su pueblo, tranquilo. Solía ser campesino y trabajar la tierra sin preocuparse por pagar un arriendo o por no tener qué comer. Cuidaba de sus animales y de su tierra, de ahí sacaba lo necesario para vivir. “Éramos pobres, pero vivíamos muy felices, vivíamos muy a gusto”, cuenta alguien más, un hombre nacido en Urabá, que ya lleva siete años en Bogotá después de haber vivido cincuenta y tantos en el campo. “No estoy amañado, estoy resignado”, afirma.

La historia de estos dos campesinos, de dos pueblos distintos, se replica en distintas personas que tuvieron que salir de sus pueblos, de sus casas, porque la violencia no los dejó vivir más. No de la manera en que estaban acostumbrados, por lo menos. Pueblos de los que nadie hablaba se volvieron famosos de repente. Lo que pasó en Urabá, pasó en Mapiripán, pasó en El Salado.

El Salado, por ejemplo, era un pueblo feliz, en el Carmen de Bolívar. Estaba rodeado de arroyos y de cerros, tenía de todo: centro médico, varias escuelas, un colegio y hasta estación de Policía. Todos tenían su pedazo de tierra y sembraban tabaco. Los hombres eran los encargados de sembrarlo, de recogerlo y de secarlo; las mujeres lo seleccionaban, lo prensaban y lo empacaban. Eran felices y por eso fueron punto de mira de la guerrilla, que se fue metiendo en el pueblo, suavecito. Así también, de a poco, a pesar de que eran los campesinos a quienes amenazaban, a quienes secuestraban y a quienes obligaban a pagar, los empezaron a llamar guerrilleros. El Salado se convirtió, de nombre, en un pueblo guerrillero. Quedaron entonces en el medio, pues llegaron los otros, los paramilitares, y empezaron a matar, sin preguntar nada. Muchos murieron y los demás se fueron, huyendo del horror. El pueblo quedó desierto.

Los documentales de Dossier paramilitar retoman todo esto, lo regresan a la memoria, ya no desde la noticia sino desde la voz de quienes lo sufrieron; lo trasladan de una tercera a una primera persona. Les dan espacio a las víctimas para hablar sobre lo que vivieron, sobre lo que recuerdan y cómo lo recuerdan, sobre lo que desean, todos los días: sobreponerse al dolor de tanta muerte y regresar a su hogar.

“En las grandes producciones que han salido al aire, de alguna manera, se está contando la historia desde los victimarios, pues creemos que la televisión pública y, en este caso, Canal Capital, debe hacer un esfuerzo para contar la historia desde las víctimas, que hablen de la impunidad, de la injusticia, pero también de su esperanza”, afirma Holman Morris, cabeza del canal y actual director de la serie de documentales.

Con esta idea en mente se comenzó la investigación. Fue sencilla porque todo estaba en los documentos. Hablaron con Justicia y Paz y solicitaron los archivos, las declaraciones de las víctimas y de los jefes paramilitares. Buscaron allí a todo aquel que consideraron víctima de las autodefensas —no solamente los afectados por las masacres— y a partir de esa búsqueda fueron estructurando los programas, de acuerdo con el caso: en algunos van los campesinos, en otros la persecución de la Corte, en otro los magistrados, los abogados y así. De tanto en tanto, cada semana a las 9 y media de la noche van construyendo memoria y se la muestran, desde otra cara, a los colombianos.

Por Adriana Marín Urrego

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