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Bruni y Sarkozy, lejos de la política

El político se deja ver por París pendiente de la reconstrucción de la derecha, su esposa prepara disco y su hija Giulia cumplió ya un año.

Ana Teruel, El País.
22 de octubre de 2012 - 12:49 p. m.
Sarkozy y Carla Bruni: La pareja disfruta de la vida cotidiana lejos del Eliseo.
Sarkozy y Carla Bruni: La pareja disfruta de la vida cotidiana lejos del Eliseo.

'Los niños son infelices, nosotros somos infelices, ¡que acabe pronto!'. Los últimos días de la campaña presidencial francesa de la pasada primavera fueron especialmente duros para la entonces primera dama Carla Bruni, cuyo marido, Nicolas Sarkozy, aspiraba a la reelección.

La derrota fue así recibida con cierto alivio, al menos por la madre de la pequeña Giulia, que acaba de cumplir un año, según recoge el libro recién publicado Ça m'emmerde, ce truc, (que quiere decir algo así como Me fastidia este chisme). Dejado atrás el ritmo 'infernal' del Elíseo, la pareja aspira ahora a una nueva vida, más libre. Bruni se ha volcado en su nuevo álbum, cuya salida, prevista este otoño, ha sido aplazada al año que viene, mientras que el exmandatario se da un tiempo para decidir sobre su futuro.

Con su cuidada barba de tres días, síntoma de esa libertad recobrada, Sarkozy hizo su primera reaparición pública en Nueva York, donde dio el 11 de octubre su primera conferencia desde que abandonó la presidencia. 'Aspiro ahora a una nueva vida', explicó Sarkozy ante los presentes, un discurso a puerta cerrada, pero cuyo contenido se filtró a la prensa. 'Aunque no una vida solo para conferencias. Sabe, a mí lo que me gusta no es la política. Lo que me gusta es hacer. Hacer dentro de la política o en otro lugar', añadió el expresidente.

Desde que volvieron a París a finales de agosto, tras unas vacaciones por Marruecos, por el sur de Francia y por Canadá -siempre en lujosas mansiones propias o de amigos-, la familia sigue viviendo en casa de Bruni en el elegante distrito XVI. Sarkozy inicia su jornada con una hora de deporte o bien con jogging o una partida de tenis en el Bois de Boulogne o en el parque Monceau, cercano a la Rue Mirosmenil, donde ha instalado su nueva oficina.

Allí recibe a lo largo de todo el día a un variopinto público de amigos políticos, artistas y deportistas. Sarkozy sigue así de cerca la actualidad de su partido, la conservadora Unión por un Movimiento Popular, cuyo liderazgo se disputan los tenores de la derecha, y cuida también sus relaciones internacionales. Ha recibido a varios exmandatarios, como Aznar o el británico Tony Blair. Dispone de un gabinete de 10 personas, además de su guardia de 10 policías, que gestiona su agenda y le redacta síntesis diarias sobre los temas de actualidad.

A todos sus visitantes, Sarkozy asegura que no piensa volver a la política, aunque a algunos da a entender que podría hacerlo si fuera necesario. Algunos allegados consideran que espera a ver los resultados de las municipales de 2014 para tomar una decisión definitiva. De momento, evita las declaraciones públicas, aunque se asegura que se siga hablando de él mediante las informaciones transmitidas a la prensa por sus numerosos visitantes. Mientras toma una decisión definitiva, ocupa su cargo en el Consejo de Estado y explora la posibilidad de lanzar su propia empresa, probablemente en Estados Unidos. Según el diario Le Monde, ya habría captado fondos y busca a un director general para 2013.

Mientras tanto, Carla Bruni trata de relanzar su carrera de cantante. Aprovecha su nueva inspiración para retocar la maqueta de su cuarto álbum, que había iniciado en el Elíseo. También participa en el nuevo disco de Enrico Macias, amigo íntimo de Sarkozy, con el que canta a dúo la canción Gens du Nord. A finales de septiembre, hizo su primera aparición televisiva desde la salida del Elíseo para participar en un homenaje a Charles Aznavour.

La pareja aprovecha también este tiempo de adaptación a la vida alejada del palacio presidencial para entregarse a la vida mundana. Hace unas semanas, Sarkozy se dejó ver así en un café de la Rue Saint Dominique, donde su esposa estaba con sus amigos y donde fue recibido entre aplausos por los clientes del local. 

Por Ana Teruel, El País.

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