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“El Catatumbo será un laboratorio permanente de la paz total”

El padre Ramón Torrado, quien habló sobre el papel que jugará la Iglesia en el Catatumbo en los diálogos con los grupos armados, dice que uno de los retos será involucrar a la sociedad civil en el proceso de negociación. Entrevista.

Valentina Parada Lugo
21 de noviembre de 2022 - 08:05 p. m.
El sacerdote Ramón Torrado ha participado, en nombre de la Diócesis de Ocaña, en las liberaciones de secuestrados en Catatumbo.  / Ángel de León
El sacerdote Ramón Torrado ha participado, en nombre de la Diócesis de Ocaña, en las liberaciones de secuestrados en Catatumbo. / Ángel de León

Hablar sobre el conflicto y la paz en el Catatumbo es, necesariamente, acudir a las anécdotas del padre Ramón Torrado, delegado episcopal para la Reconciliación y la Paz de la Diócesis de Ocaña, quien además integra la Comisión por la Vida, la Reconciliación y la Paz del Catatumbo y ha acompañado, en diversos momentos, los procesos de liberación de secuestrados por parte de grupos armados en esa región.

En diálogo con Colombia+20, el sacerdote presentó un panorama sobre lo que pasa en esa zona del país y recapituló los momentos más duros de la violencia entre grupos armados. Dice que el Catatumbo será el laboratorio de la política de paz total que plantea el gobierno de Gustavo Petro.

A pocos días de que se reinstale la mesa de negociación con el Eln, ¿usted ha visto voluntad de paz por parte de esa guerrilla?

En esta región venimos de guerra tras guerra. Habíamos vivido muchos atentados a estaciones de policía y desde que llegó el presidente Petro eso ha cambiado. Las guerrillas no están atacando puestos de policía y ya no se oyen enfrentamientos con la Fuerza Pública. Vemos que los actores armados sí tienen una voluntad de paz, aunque hay que decir que siguen activos fenómenos como el secuestro y las retenciones en el territorio.

(Lea nuestro editorial: Catatumbo, protagonista en la paz total)

¿De qué secuestros habla? ¿Quiénes los han cometido?

En los últimos dos meses hemos reportado tres secuestros a campesinos en el Catatumbo. Lo difícil es que todavía no hemos podido determinar quién los tiene, porque ningún grupo se lo ha atribuido. Usualmente el Eln siempre se atribuye las retenciones que comete, pero este no ha sido el caso. Hay mucho desorden y caos, pero también hay incidencia de otros grupos criminales que no necesariamente son guerrillas que están secuestrando y extorsionando. Esa es otra de las preocupaciones y es ¿qué va a pasar con esos grupos cuando se firme la paz con el Eln?

Frente a ese tema, hay sectores de la sociedad en desacuerdo con que otros grupos como las disidencias de las Farc entren a la paz total. ¿Cuál es su opinión?

La región del Catatumbo es importante históricamente por el conflicto que ha tenido en el territorio. Es importante recordar que acá todavía hace una presencia fuerte un reducto del Ejército Popular de Liberación (Epl), que están acá desde los años 70. Y también está el frente 33 de las disidencias, que ha tomado mucha más fuerza. Este es un territorio en el que la gente espera la paz con todos los grupos, no solo con uno. El Catatumbo le cree al gobierno Petro y están dispuestos a trabajar, no se puede pensar en paz total sin pensar en todos los actores que constituyen este conflicto armado.

¿Cómo se deberían hacer esas negociaciones de paz sin fracasar de nuevo en el intento?

Toca preguntarle a la gente. Es fácil que el Estado o el Gobierno se sienten a hablar con un grupo armado, porque tienen un montón de demandas y exigencias para los subversivos y viceversa, pero ninguno de los dos le está preguntando a la gente cómo quiere la gente que se construya la paz. Petro ha hablado de una paz territorial, entonces deberíamos estar preguntándoles a los niños de las escuelas cómo se imaginan la paz. Uno de los errores que yo creo que se cometieron con las Farc en el Acuerdo de La Habana es que faltó mucha pedagogía con la gente y faltó involucrarlos en el proceso. Eso no puede pasar aquí. Se suele crear un andamiaje para la paz desde un escritorio y con analistas, pero donde hay ausencia de Gobierno y de Estado la lucha insurgente va a seguir siendo legítima.

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Usted dice que han disminuido los enfrentamientos de grupos armados con la Fuerza Pública. ¿Cuáles son las problemáticas de la región más allá de eso?

Hay una crisis de los campesinos que viven de la economía de hoja de coca, porque ya no la están comprando y eso los está obligando a reinventarse con otras cosas que saben hacer, como sustituir por cultivos de café o cacao, entre otros. No nos podemos mentir: nuestra economía se mueve y funciona por la droga. Negarlo sería tapar el sol con un dedo, pero hay que tener presente que nuestros sembradores no son narcotraficantes. Aquí la cuestión es cómo lograr que, de manera gradual y dialógica, se retome la sustitución del cultivo ilícito cumpliéndoles a los campesinos y garantizando su soberanía alimentaria. ¿Y cómo ir construyendo esa realidad de paz desde la Iglesia y la sociedad civil?

En dos vías: tenemos que apostarle a la educación de nuestros jóvenes, a crear más oportunidades para ellos y aprovechar la riqueza natural del territorio. En Catatumbo tenemos muchas montañas, antiguamente había más bosques nativos, pero luego hubo una tala indiscriminada de árboles precisamente para sembrar la coca; sin embargo, es importante apostarle a la preservación de muchas especies en vía de extinción y a otro tipo de cultivos que alejen a la gente de las economías ilícitas.

¿Cuál cree que será el rol de la gente en Catatumbo en esa paz total?

Esta es una de las regiones con más procesos organizativos y liderazgos en el país. Es un territorio donde la gente está dispuesta a trabajar, pero además el hecho de ser una zona de frontera con Venezuela creo que puede servir para prestarnos como sede en algún momento de los diálogos con el Eln y las disidencias de las Farc. Hay una voluntad política de la sociedad civil para que esto funcione y, sin duda, que este se convierta en un laboratorio de paz. Catatumbo puede ser un laboratorio permanente de la paz total si se logra la articulación de todos los sectores.

(Lea: Agricultura por contrato, el temor de campesinos del Cesar por nueva forma de despojo)

¿Ya ha tenido acercamientos con grupos armados desde que empezaron estos anuncios?

Aún no. Hacerlo por ahora sería ilegal y estamos esperando el momento más oportuno para intervenir.

¿Cuál es su papel en este momento en esos acercamientos a la paz total?

Estamos esperando la directriz de la Conferencia Episcopal y de la Comisión de Conciliación Nacional. Esperamos la directriz de los grupos armados para saber cómo quieren que la Iglesia incida en el territorio sin desconocer a la sociedad civil y los liderazgos sociales. Los obispos de Tibú y Ocaña estamos dispuestos a poner nuestro andamiaje espiritual sobre la paz y reconciliación para acompañar, ser veedores y garantes de lo que se pueda gestar en este laboratorio de paz en que se va convertir la región del Catatumbo.

Valentina Parada Lugo

Por Valentina Parada Lugo

Comunicadora Social - Periodista de la Universidad Autónoma de Occidente, con experiencia en cubrimiento de conflicto armado y crisis humanitaria. @valentinaplugo vparada@elespectador.com

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