En fotos: el regreso de los flagelados de Semana Santa a Santo Tomás

En el municipio de Santo Tomás, en Atlántico, volvieron a desfilar los penitentes, célebres por las flagelaciones que algunos de ellos se hacen en la espalda.

Desde hace 40 años, el grupo de hombres y mujeres flagelan su espalda con siete bolas de cera de abeja, durante toda la procesión.

La penitencia la pagan descalzos por un camino de cascajo que desde temprano está ardiente, pues la temperatura a las 9 de la mañana ya supera los 33 grados centígrados.

Al entrar a Santo Tomás recorren una calle en la que hay siete cruces y en cada una de ellas los penitentes se arrodillan a orar; es también allí donde les hacen siete cortes con una cuchilla de afeitar en la piel lastimada.

Los flagelantes que caminan dando un paso para adelante y dos para atrás a la vez que se van azotando la parte más baja de la espalda con un "fuete", al que llaman disciplina.

Los nazarenos hacen el recorrido también descalzos y ataviados con una túnica morada; cargan una pesada cruz de madera, y llevan una corona de espinas en la frente para semejar el camino que Jesucristo recorrió al calvario.

Otro de los rituales es la Copa de la amargura, que consiste en una mujer vestida de blanco con el brazo estirado y rígido por un armazón de palo, recorra el camino de espaldas, portando una copa de vino en la mano sin que se derrame una gota.

A lado y lado del recorrido que cruza por la calle de la Ciénaga, cientos de personas se apuestan para observar el sufrimiento de los penitentes.

Este año salieron 22 penitentes y uno de ellos, Luciano Ávila de 64 años, tuvo que ser llevado de urgencia al hospital en una ambulancia porque no resistió, se desplomó en medio del recorrido.