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Pablo Emilio Moncayo regresó a su pueblo

Sandoná, en Nariño, se vistió de fiesta para recibir al sargento liberado por las Farc luego de 12 años.

El Espectador
15 de abril de 2010 - 11:07 p. m.

De manera inusual, el sol de Sandoná, en Nariño, brilló intensamente y espantó las nubes que prometían lluvia, para que, después de más de 12 años, Pablo Emilio Moncayo volviera a sentir el olor de la caña de azúcar en un clima cálido. Por primera vez luego de su regreso de la selva, el sargento del Ejército volvió a pisar la tierra que lo vio nacer, ahora poblada por decenas y decenas de paisanos que se agolparon en la plaza principal para darle la bienvenida. Como buen hijo, el joven fue recibido en medio de vítores, banderas blancas, flores de todos los colores y una que otra lágrima.

El pueblo entero fue una fiesta. Una celebración que se extendió por la carretera que conduce a Pasto, desde donde a las 10 a.m. salió Pablo Emilio en caravana con su familia. Vestido con una sudadera negra con gris y una sonrisa, viajó repartiendo apretones de manos y abrazos a la gente que salía al camino a aplaudirlo.

Su madre, doña María Estella Cabrera, lloró de la emoción. Y el ‘profe’ Moncayo, su padre, el Caminante por la Paz, ya sin cadenas voluntarias en las manos, no dejaba de reír. Una risa limpia, blanca, que no experimentaba desde hace más de una década.

A las 3 p.m. arribaron a la población y pasaron a un carro de bomberos para que todos pudiesen observarlos plenamente. De la fachada de la iglesia colgaba un letrero grande en letras rojas: “Bienvenido Pablo Emilio a la libertad”.

El alcalde Diego Olegario Arcos le entregó al recién llegado las llaves de Sandoná y luego, cuando los niños de los colegios del pueblo dejaron de agitar sus banderas de colores, empezaron los poemas. Como testigos había figuras del Carnaval de Negros y Blancos. El día cívico fue puro color.

La noche anterior a la fiesta, el uniformado se había reunido con Johan Estiven, el hijo de 12 años del también sargento Libio José Martínez, quien lleva igual período atado a la manigua en manos de las Farc. Comieron juntos en Pasto y el niño le pidió al compañero de su padre que siguiera luchando por la libertad de los secuestrados. Pablo Emilio le contó detalles de la cotidianidad en el cautiverio. Johan Estiven se quedó en la ciudad, a la espera de una reunión con el alto comisionado para la Paz, Frank Pearl.

Por su parte, un familiar del sargento liberado —ahora con camiseta verde y jean— declaró: “Ni en las caminatas con el ‘profe’ habíamos visto tanta gente junta”. “Esto es como un sueño”, anotó doña María Estella. “Estoy contento, pero aún quedan muchos más en la selva”, agregó un parco Pablo Emilio, el hijo que por fin pudo volver a su casa.

El soldado Calvo, por fin en Popayán

A las 8 y 30 de la mañana del jueves, en un vuelo de Satena, llegó a Popayán con su familia el soldado Josué Daniel Calvo, liberado por las Farc el pasado 28 de marzo. Luego de 11 meses de secuestro, el uniformado pudo volver a ver a sus familiares en el barrio Carlos Primero de esa ciudad. “Estoy muy contento de volver a mi tierra y a mi ciudad”, dijo el joven, a quien el gobernador del Cauca, Guillermo Alberto González, entregó la Cruz de Belalcázar, máxima distinción en ese departamento. Calvo fue recibido por los payaneses, altos mando militares de la Brigada 29, miembros de la Policía y funcionarios de la administración.

Josué Daniel Calvo llegó cojeando, aunque visiblemente recuperado de su pierna.

Por El Espectador

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