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Retratos en tiempos de guerra

El fotógrafo colombiano Mauricio Morales logró que una de sus fotografías fuera incluida en la primera página del diario ‘The New York Times’. El Espectador conversó con él sobre cómo se vive en el frente de batalla.

Santiago La Rotta
12 de enero de 2013 - 03:00 a. m.
Esta fotografía abrió la edición impresa del diario ‘The New York Times’ de este lunes.  / Fotos: Mauricio Morales - AFP
Esta fotografía abrió la edición impresa del diario ‘The New York Times’ de este lunes. / Fotos: Mauricio Morales - AFP

Esta semana arrancó para Mauricio Morales, fotógrafo colombiano, con una noticia estremecedora, por decir lo menos. Una de sus fotografías, tomada en Alepo, uno de los focos de la guerra civil en Siria, había sido escogida como portada del diario estadounidense The New York Times.

Después de tocar varias puertas en Colombia, de aceptar trabajos de supervivencia, por decirlo de cierta forma, Morales encontró el patrocinio necesario para viajar a Siria a cubrir un conflicto en donde todos son blancos, una especie de campo de tiro con tanques y artillería y bombardeos aéreos. Sus imágenes, junto con las de tantos otros reporteros gráficos que arriesgan su vida para traer de vuelta una historia, hablan de violencia y destrucción, pero también de ciertos momentos de esperanza, las pequeñas escenas que aseguran que el mundo sigue girando, a pesar de la guerra y la muerte.

¿Por qué hacer reportería de guerra?

Nací en un país en guerra que primero me mostró tetas y culos y después me mostró la guerra. Cuando crecí y tuve la oportunidad de ver las consecuencias y leer acerca de la guerra en Colombia y sus atrocidades, fue imposible para mí apuntar la cámara a otras cosas que no estuvieran relacionadas con la situación humana de los demás. Respeto todas las ramas de la fotografía, pero son ramas en las que jamás podría enfocarme. En la guerra ves lo mejor y lo peor del ser humano, sin máscaras, sin pañitos de agua tibia.

¿Cuál ha sido su enfoque de trabajo? ¿Cuál es su plan antes de salir a la calle?

Alepo, por decirlo de alguna manera, es un reflejo de lo que ocurre en Siria: es una ciudad con diversos frentes de batalla, en cada distrito hay uno. El frente es literalmente los rebeldes en un edificio. A 50 metros hay otro edificio en donde están las fuerzas de Al Asad. Se oyen hablar, se gritan todo el día. Los frentes son casi cuerpo a cuerpo. Teniendo esto en cuenta, organizo rutas a diferentes lugares; esto siempre tiene que estar coordinado con los rebeldes o el acceso no está permitido. Una vez ahí se recorre, con cuidado, pues los francotiradores están en muchos edificios y hay combates. Las historias humanas van saliendo, se va conociendo gente y van contando cosas que han pasado. Así uno se involucra más con la población civil y sus historias, que son desgarradoras. Este punto es en el que más me quiero enfocar.

Desde un punto de vista personal, ¿qué es lo más complicado de trabajar en Siria?

Lo más duro es la parte humana del conflicto. Situaciones muy duras. Cosas que uno ve y no tienen mucho valor periodístico, pero que igual son escenas dantescas: esa es la realidad, nunca es bueno ver morir niños y ancianos, pero eso es lo que pasa. Un día, un abuelo sirio me abrazó y me besó y me hablaba en árabe. No le entendía mucho y mi traductor estaba lejos, pero cuando llegó le pedí que me tradujera lo que había dicho y él me decía: “Bienvenido. Por favor, cuenta nuestra historia. Que no nos olviden”.

En un conflicto en el que la artillería se ha usado en contra de instalaciones civiles, ¿cómo ha resuelto el tema de la seguridad? ¿Qué precauciones toma?

Este tema de la seguridad ha sido ampliamente debatido en redes sociales y con algunos colegas. No hay experiencia ni preparación alguna que pueda garantizar el 100% de tu seguridad, sobre todo en bombardeos y artillería. No hay mucho que hacer en esos casos. Es importante conocer bien a la gente. Hay muchos grupos con diferentes lealtades. Es bueno conocer el terreno poco a poco. Si te dicen que hay francotiradores, no alces la cabeza... Pero estas son cosas de sentido común. Toca medir si una foto y una historia valen la pena el riesgo de ir a una zona de combates o de alto riesgo.

En medio de tanta tragedia, ¿ha encontrado escenas que le devuelvan algo de esperanza?

Un día vi a un niño que, después de hacer las filas interminables que se forman frente a las panaderías, llevaba el pan a su casa. Al mismo tiempo, una niña salía de un colegio clandestino, pues los colegios han sido bombardeados, así que los han cerrado, pero algunos voluntarios sirios los abren con la autorización de los padres para que los niños vayan algunos días. Los dos niños se encontraron en la calle. No entendía lo que decían pero se reían tímidamente: me recordó esos primeros acercamientos con el amor, hacia la felicidad.

¿Qué busca lograr con su trabajo?

Quiero dar a conocer el estado de la guerra en Siria, ese es mi único interés profesional. Ver esto te cambia como persona, ves a los otros como iguales, como humanos. Muy lejos de mi país, estas personas son como todos los demás: familias con sueños que ahora están rotos. Aprecias la vida y lo que tienes y comienzas a odiar la guerra y la miseria que trae. También quiero que esto sirva para abrir las puertas para volver a Colombia y contar la historia de la guerra en mi país.

Hacer periodismo en medio del conflicto

 

Desde una antigua oficina de correos en un pueblo en el norte de Alepo, en Siria, un grupo de periodistas producen un periódico llamado Siria libre. El reto es informar verazmente en medio de una de las guerras civiles más cruentas de la historia moderna.

El grupo de trabajo lo conforman 11 personas, de entre 25 y 30 años, quienes continúan ofreciendo información 100% verificable. Algunos de los redactores han recibido amenazas de muerte.

“Nosotros no somos el altavoz de nadie… somos periodistas. Muchas veces tratan de manipularnos”, le dijo a la agencia AFP un hombre que se identifica como Hatib, el fundador del medio de comunicación.

Por Santiago La Rotta

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