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En 2035 habrá casas en Marte y la Luna

La llegada del Atlantis a la Tierra cerrará un histórico periodo de los transbordadores, cuya labor era la construcción de la Estación Espacial Internacional.

Alejandra Vanegas Cabrera
19 de julio de 2011 - 11:14 p. m.

Una nueva era espacial comenzará. El próximo 21 de julio, día que se tiene previsto el aterrizaje del Atlantis, será la última vez que un transbordador espacial reciba la orden de encendido de motores para salir de órbita y acercarse a la Tierra. El descenso marcará el fin de las labores de estas gigantescas máquinas, conocidas como los buses espaciales.

Sin embargo, los transbordadores terminan labores con una serie de méritos bien ganados. El más grande es la Estación Espacial Internacional  (ISS, por su sigla en inglés), centro de investigación erigido en la órbita terrestre, en cuyo desarrollo participaron la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (Nasa) de Estados Unidos, la Agencia Espacial Federal Rusa, la Agencia Japonesa de Exploración Espacial, la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Espacial Europea (ESA). Este es además uno de los logros más grandes de la humanidad.

Aunque la construcción de la ISS ya se había terminado en la misión anterior, había varios equipos que necesitaban ser reparados o reemplazados. Así lo aseguró José Granda, vocero de la Nasa para Latinoamérica y profesor asociado de la misma institución, “Se llevaron en total 9.400 libras en equipos nuevos”.

Con estas reparaciones, explica Granda, se dejará la Estación en perfectas condiciones para que los astronautas rusos, japoneses, europeos, estadounidenses y canadienses realicen trabajos de investigación espacial.

La Nasa, por su parte, se prepara para una nueva etapa en la que concentrará sus esfuerzos en llevar nuevamente al hombre a la Luna y realizar estudios para establecer habitáculos en Marte. “Ya iniciamos los proyectos con nuevas metas, la idea es conquistar el espacio con nuevas máquinas, objetivo que no se pudo cumplir anteriormente”, afirma Granda.

Para ello, la institución estadounidense construirá naves mucho más complejas, pequeñas y avanzadas. El vehículo en el que se va a viajar al espacio se llama Oreon, un cohete parecido al de la misión Apolo, pero con una tecnología basada en la que se desarrolló para el transbordador. “Los cohetes que se separan de la máquina principal y la impulsan ya no son dos sino cinco, entonces tendrá más fuerza para despegar. Asimismo, tendrá una apariencia diferente y usará combustible de hidrógeno para que pueda ser encendida y, en este caso, ya no se pondría en órbita con la Tierra sino que iría a la Luna directamente”.

Al llegar al destino los astronautas no se quedarán dentro del cohete, sino que se pretende tener unos habitáculos para que la tripulación de las naves pueda permanecer más días realizando las investigaciones encomendadas, pues cuando se envió la misión Phoenix a Marte, duró ocho meses en llegar de nuevo a la Tierra. Esto significó mucho tiempo en el espacio y en condiciones difíciles.

Desde hace unos meses la Nasa viene trabajando en los refugios, de hecho ya  tienen listos varios prototipos de las viviendas espaciales. Uno es un pequeño tráiler y el otro, que está en Houston, tiene forma de calabaza. Granda asegura que en este momento se estudian las estructuras y cómo se van a construir, además de los implementos que se van a llevar. “Los habitáculos tendrían que estar listos en 2030”.

Estas viviendas espaciales no serán construidas por humanos sino por robots, que serán transportados hasta el satélite de la Tierra y al Planeta Rojo en unas naves especiales junto con lo necesario para la edificación. Así que los ingenieros tendrán que diseñar dos tipos de vehículos, el de construcción y carga, y otro aparte para los astronautas.

De otro lado, también trabajan en el diseño del sistema para estacionar la nave, es decir, en los módulos en donde se acoplan los aparatos al aterrizar tanto en la Tierra como en la Luna, los cuales, cuenta Granda, tendrán cierto parecido a un módulo lunar, esos que tienen la forma de un mosquito.

Todos estos proyectos serán llevados a cabo por los funcionarios de la Nasa de manera conjunta con el fin de culminarlos pronto, ya que en 2004 hubo un pronunciamiento del entonces presidente Bush, en el cual aseguró que el hombre regresaría a la Luna e iría a Marte en 2017, pero debido a la crisis económica que atravesó el país, no hubo suficientes recursos para tener listos los programas en la fecha mencionada. Por esta razón, el presidente Obama pospuso el término para 2035.

El desarrollo de los nuevos programas no significa que la institución vaya a detener otras labores; por el contrario, va a haber más lanzamientos de nuevos vehículos, algunos sin astronautas, y de satélites. Asimismo, la Nasa continuará colaborando con el mejoramiento de la calidad de vida de la población, pues muchos de nuestros objetos cotidianos provienen de los sistemas implementados para sus trabajos internos, como los celulares, la comunicación digital por computadora, los GPS, e incluso el velcro, que era usado para fijar las cosas en el espacio ante la ausencia de gravedad.

LA VOZ DE LA NASA EN AMÉRICA LATINA

El ecuatoriano José Granda trabaja con la Nasa desde 2002, cuando ingresó como ‘faculty fellow’ o profesor asociado en la universidad estatal de California, en Sacramento. También realiza investigaciones en el Centro Hampton de Virginia y en el Johnson de Houston. Desde 2005 hace los reportes técnicos de las misiones para América Latina.

mvanegas@elespectador.com.

Por Alejandra Vanegas Cabrera

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