Escuela Red Bull

El sistema de cantera de la escudería de Fórmula 1 impulsa la competencia extrema entre los jóvenes pilotos: sólo los mejores sobreviven al feroz ritmo de la competencia.

Oriol Puigdemont/Especial de 'El País' Montreal, Canadá
18 de junio de 2011 - 09:00 p. m.

Hace un par de días Sebastian Vettel paseaba tranquilamente en bicicleta por las calles más céntricas de Montreal. Le acompañaba su padre, Norbert, que se quedaba afuera mientras Seb entraba en las tiendas de ropa sin que nadie le molestara. Norbert le sigue a todas las carreras y, sin embargo, casi siempre permanece en un segundo plano. Como la mayoría de pilotos, Vettel es un animal de costumbres. Cada domingo hace el mismo ritual antes de subirse al carro. Una de las últimas personas que le desea suerte y una de las primeras que le recibe después, independientemente del resultado, es Helmut Marko (Austria, 1943), el hombre elegido por Dietrich Mateschitz, el propietario del imperio de Red Bull, para dirigir su proyecto deportivo más ambicioso, la formación de los jóvenes pilotos, una empresa que Vettel culminó en noviembre pasado al convertirse en el campeón del mundo más joven de la F-1.

Sebastian Vettel da sentido a toda la filosofía de la marca a partir del triunfo del Red Bull Junior Team, la fórmula de promoción de la estructura, un programa por el que en 10 años han pasado 150 jóvenes y sólo quedan cuatro: Daniel Ricciardo, un australiano de 21 años; Jean-Éric Vergne, francés y de esa misma edad; Daniil Kvyat, ruso, de 17; y Carlos Sáinz júnior, hijo del bicampeón del mundo de Rallies, que tiene 16.

Vettel, Jaime Alguersuari y Sebastian Buemi (estos dos últimos pilotos en Toro Rosso) ejemplifican, en este momento, las posibilidades de esta catapulta hacia la F-1. Una jaula despiadada por la tremenda competitividad que exige. Y todo ello a partir de la voluntad de Marko, que maneja el tinglado a todos los niveles, desde el proceso de selección al de renovación, y que en estos 10 años ha perfeccionado el método.

Todo comenzó en el otoño de 2000, en Estoril. Allí reunió a un grupo de niños que habían despuntado en el karting y les hizo salir a rodar mientras él se iba a verlos trazar las curvas. De su intuición dependía la decisión de incorporarlos o no al Junior Team. Se imponía su criterio.

“La selección es dura, pero lo que viene después aún es mucho peor, porque el señor Marko está muy encima y presiona una barbaridad. La mayoría de pilotos no duran más de un año y tres meses”. Quien habla es Jaime Alguersuari, padre del actual piloto de Toro Rosso, que ha vivido muy de cerca la influencia y la mano de hierro de Marko. Ricciardo y Vergne, por ejemplo, coinciden en las World Series, un campeonato que Red Bull emplea para foguear a sus chicos y que cuesta alrededor de 700.000 euros, más barato que la GP2 (2 millones de euros por curso). “A Ricciardo le ha repetido que si quiere tener alguna posibilidad de saltar a la F-1 debe ganar, y a Vergne le ha dicho que lo echarán a la calle si no gana a Ricciardo. Aquí no quieren repetidores”, puntualiza una fuente muy próxima al Junior Team. “En los cinco años que uno de estos chicos puede tardar en llegar a la F-1 si no lo despiden antes, Red Bull invierte en él unos 3 millones de euros y por eso quiere tener la certeza de que su apuesta es la indicada”, añade Alguersuari. Su hijo realizó la prueba en Estoril hace seis años, cuando tenía 15. El día anterior estaba en Barcelona y recibió una llamada de Marko para que viajara. En unas pocas vueltas logró el mejor tiempo y lo seleccionaron.

Un caso parecido es el de Sainz. “Hay un ejemplo muy revelador de cómo funciona esta gente”, argumenta el padre. “En 2010 inscribí a Carlitos para una selección de una beca de BMW. Entonces, Red Bull le fichó y yo pensé que ya no hacía falta que corriera la prueba final. Pero Marko le obligó a disputarla y a ganarla para que demostrara al resto por qué Red Bull le había contratado”.

Cuando uno de estos jóvenes aspirantes comienza a correr bajo el paraguas de Red Bull, su trayectoria está en manos de Marko, quien decide en qué campeonato tomará parte sin que nadie, ni siquiera la familia, tenga ni voz ni voto. En este caso, el símbolo de los búfalos está por encima de cualquier aspecto individual, lo mismo que ocurre, por ejemplo, en Ferrari, donde el prestigio de Il Cavallino es lo único que prevalece. Por eso, el primer contrato que el piloto firma con Red Bull es leonino, de forma que el equipo puede echarle sin darle una sola explicación, aunque el involucrado debe pactar su salida e indemnizar a la marca, en caso de querer romper el vínculo, en concepto de formación.

“La filosofía de este proyecto es la de respaldar a los jóvenes, pero ellos tienen que ser conscientes de la inversión que realiza en ellos Red Bull. Por eso les presiono”, asegura Marko. “Deben saber manejar la presión y por eso firman contratos de un solo año. Tienen que convivir los unos con los otros y llevarse bien fuera de la pista, pero pelearse entre ellos dentro. Esto no es Disneylandia, y lo único que hacemos es generar la atmósfera más parecida a la que se encontrarán los que tengan la posibilidad de correr en la F-1”, concluye el expiloto.

Tras el exitazo de Vettel, Red Bull debe buscar relevo a Webber. Alguersuari y Buemi esperan su oportunidad. Han sobrevivido a la selección natural de Red Bull. Sólo los más fuertes lo hacen.

Vettel, una carrera vertiginosa

El piloto alemán Sebastian Vettel es, sin duda, uno de los mejores de la historia, a pesar de que apenas tiene 23 años.

Debutó en la Fórmula Uno con el equipo BMW Sauber, en el Gran Premio de Estados Unidos, en el que finalizó octavo. Ese mismo año se apoderó de un asiento en la escudería Toro Rosso, con la que logró su primera victoria al año siguiente, en Monza.

Sus cifras en la Gran Carpa son espectaculares: ha participado en 63 carreras, en las que ha logrado 15 victorias y 25 podios, además de 21 poles.

En 2010 se convirtió en el piloto más joven en conseguir un título de F-1 y este año es líder sólido de la clasificación.

Por Oriol Puigdemont/Especial de 'El País' Montreal, Canadá

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