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La animalidad política de Mockus

No es la primera vez que el ex alcalde bogotano sacrifica resultados electorales por mantener su línea de pensamiento. La campaña por la Alcaldía sigue abierta.

Redacción País
10 de junio de 2011 - 09:54 a. m.

Desde el momento en que siendo rector de la Universidad Nacional tuvo el coraje de bajarse los pantalones ante un grupo de estudiantes en el auditorio León de Greiff, Antanas Mockus dejó claro que está más allá de los moldes y de los comportamientos de la política tradicional cuando de plantear sus ideas se trata. Por eso su ruptura de ayer con el Partido Verde, que él mismo ayudó a fundar, no hace más que ratificarlo.

De origen lituano, formación matemática y profunda concepción filosófica sobre el hombre como animal político, Mockus siempre ha sido un bicho raro en el espectro de la vida pública nacional. Haciendo campañas con pirinolas y menos de 300 millones de pesos de inversión, ganó la alcaldía de Bogotá en 1994. Con un ritual de limpieza indígena le pidió luego perdón a los bogotanos por haber renunciado a la alcaldía para lanzarse a la presidencia en 1998, cuando terminó haciendo su primer trío en política con Carlos Lleras de la Fuente y Noemi Sanín, siendo esta última quien se hizo finalmente con el aval para la candidatura presidencial.

Fueron los tiempos de su disfraz de Supercívico para promover la cultura ciudadana y de los vasos de agua en la cara de Horacio Serpa en plena campaña (para invitar a no responder violentamente). Atípico fue también su favoritismo en las encuestas al salir de la alcaldía, hecho que le permitió postularse con éxito para repetir periodo. Tres veces candidato presidencial, alcanzó a figurar como ganador en los sondeos sobre favorabilidad en 2010, pero una vez se confortó como un personaje extraño en la campaña al declarar su abierta oposición al uribismo – por ese entonces la corriente política de moda en el país-, y denunciar sus desafueros en temas como la corrupción, los falsos positivos, la parapolítica, las chuzadas del DAS, entre otros.

Comportamientos extraños en un país acostumbrado a que sus líderes políticos se acepten en privado apoyos que en público resultarían vergonzantes. El mismo país en donde el gran escándalo de la parapolítica, el ex presidente Álvaro Uribe les pidió a los congresistas que votaran rápido sus reformas antes de que los metieran presos.

Por eso la ruptura del Partido Verde era un tema anunciado desde hace seis meses cuando el mismo Uribe comenzó a coquetearle a la candidatura verde de Enrique Peñalosa en la candidatura de Bogotá. El dilema para Mockus estaba planteado entre la lealtad que le debía a Peñalosa, el compañero de partido que lo respaldó cuando fue candidato presidencial, y la coherencia con los ideales de transparencia que Mockus siempre ha defendido. Quienes conocen a Mockus sabían desde el principio cuál sería su determinación, lo único que estaba en veremos era en qué momento la haría pública para evitar mayores heridas en el grupo de los verdes.

Es probable que la determinación de alejarse de Peñalosa por cuenta de la aceptación del apoyo de Uribe termine diezmando no sólo la candidatura verde sino también convirtiéndose en una derrota electoral para Mockus. Incluso si logra cristalizarse la propuesta de alianza entre el mockusismo, los progresistas de Gustavo Petro y el sector independiente que representa Gina Parody. Pero Mockus sabe lo que es perder en las urnas y ha demostrado –si se quiere con falta de tino a la hora de conseguir votos- que más importante que ganar es cómo hacerlo.

La campaña para la alcaldía de Bogotá sigue abierta y lo peor para Peñalosa es que así como la maquinaria uribista le suma votos, la salida de Mockus lo deja sin uno de los más exitosos electores de la ciudad.

Por Redacción País

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