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De Afidro sobre los 'biogenéricos'

Cartas de los lectores
30 de julio de 2014 - 03:34 a. m.

En julio, El Espectador ha publicado un editorial y varios artículos (5) impulsando la expedición de un decreto sobre medicamentos biotecnológicos, los cuales infortunadamente contienen evidentes imprecisiones.

Ni la industria farmacéutica, ni ningún otra actividad seria que yo conozca, genera beneficios del 99,3% como se viene afirmando; no son los medicamentos biotecnológicos los que tienen ad portas de la quiebra al sistema de salud, y tampoco la industria se opone al ingreso de biosimilares, pues la mayoría de laboratorios los produce o trae al país. Preocupa a la industria —que no simples comerciantes como se les ha denominado— que además de autorizar a biosimilares y a biotecnológicos originales –lo cual por supuesto es correcto–, la Dirección de Medicamentos del Minsalud insista en establecer una tercera vía de registro sanitario para una tercera categoría de productos biotecnológicos, muchos seguramente subestándar o rechazados en países de alta vigilancia sanitaria. A esta tercera categoría de ‘bioincógnitas’ no les exigirían pruebas propias de seguridad ni de eficacia y sólo aportarían información química esencial, permitiéndoles tomar para sí la información clínica de sus competidores ¡para demostrar que son tan buenos como ellos!

La preocupación de médicos, pacientes, academia, industria innovadora y comunidad internacional es obvia, y que estén todos de acuerdo sólo demuestra que la regulación es equivocada, no que estén en actividades non sanctas de asociación o que busquen tumbar ministros como se lee en el calumnioso artículo de ayer. ‘Los biogenéricos’ no se mencionan en ninguna regulación seria, simplemente porque no existen, y tampoco existe una tercera ruta para aprobar el ingreso de medicamentos de mala calidad en ningún país del mundo. ¿Acaso no sería irresponsable permitir que en Colombia se haga semejante experimento con la salud de la gente?

Las normas de seguridad sanitaria no se diseñan en ninguna parte para modular la competencia, el mercado o los precios, pues son para proteger la vida y la salud; tampoco eso lo recomienda la OMS. Esta no es una discusión de mercado como obstinadamente se quiere mostrar, es una discusión sanitaria. Y aunque es cierto que a la industria le interesa operar en un mercado estable y bien regulado, los pacientes son una de sus razones de ser y de allí nuestra preocupación. Debo señalar con verdadera inquietud, que el manejo de temas técnicos y científicos requiere adecuado entendimiento, y examinar (y balancear) la información con quienes tienen otro punto de vista o información científica, no debiera olvidarse. Adicionalmente, presentar sistemáticamente a la industria farmacéutica de innovación como enemigo público, es un aspecto que respetuosamente le solicito revisar.

Francisco de Paula Gómez. Presidente Ejecutivo, Afidro.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

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