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Las angustias de un grande

Con la derrota ante Millonarios, América de Cali luchará por no descender enfrentando al segundo mejor del torneo de la B.

Juan Diego Ramírez Carvajal
20 de noviembre de 2011 - 09:07 p. m.

Benjamín Urrea, acuñado Garabato por su altura y contextura delgada, se convirtió en el protagonista de una de las leyendas más pintorescas del fútbol nacional. Urrea, quien era dentista, bailarín de la vieja guardia y cofundador del América de Cali en 1927, maldijo al cuadro escarlata, sentenciado ahora a jugar la promoción con un equipo de la B para salvar la categoría.

Se dice que en 1948, año en que se disputaría el primer torneo profesional en el país, el presidente del América inscribió al equipo en la Dimayor. Garabato, opositor de dicha profesionalización, aseguró: “Que lo vuelvan profesional, que hagan con el equipo lo que quieran... que, por mi Dios, América nunca será campeón”.

Otros aseguran que Urrea, quien murió hace tres años, les cobró a los dirigentes del club $200 para el pago de unos uniformes. Ante la negativa, los maldijo airosamente.

El mismo Garabato, sin embargo, confirmó la última versión en una entrevista concedida hace 32 años. “Cuando me sacaron a patadas, luego de haber servido tanto al equipo, me fui a una cantina. Y en medio de mujeres de vida alegre me puse a tomar trago y procedí a coger una botella de aguardiente, la apreté y la llevé en las manos hasta la parte final de la espalda y uno a uno maldije a los jugadores y directivos del club”.

Una leyenda que cobró vida durante 31 años, tiempo que el club duró sin ser campeón. En 1979, cuando nuevos dirigentes juraron haberse convertido en un club renovado, obtendrían el primer título profesional de la mano de Gabriel Ochoa Uribe.

Sirvió como una catarsis ese último triunfo 2-0 contra el Unión Magdalena, el 19 de diciembre. “Aquel 19” interpretaría un cantante en conmemoración de la victoria. Debido a la leyenda, el año siguiente se realizó un exorcismo en la cancha del estadio Pascual Guerrero. Luego, el club ganó cinco títulos seguidos, entre 1982 y 1986, durante la época dorada del conjunto caleño, por entonces manejado por los hermanos Rodríguez Orejuela, extraditados narcotraficantes.

El infortunio en Copa

La mala suerte, tal vez, jugó en contra de nuevo, pero en la Copa Libertadores, certamen en el que la escuadra obtuvo el subcampeonato en 1985, cuando Anthony de Ávila marró el cobro de penalti en el tercer y definitivo duelo contra Argentinos Juniors. Finalizó subcampeón un año después, perdiendo en la final ante River Plate. Y una vez más, en 1987, pero contra Peñarol de Uruguay.

Un gol de Diego Aguirre en los últimos minutos le arrebató el título al entonces equipo de Roberto Cabañas, Juan Manuel Batagglia, Ricardo Gareca y Willington Ortiz.

“Cuando me preguntan por ese equipo, que conformamos en la década del ochenta, siempre digo que fue el mejor de Suramérica. Sólo le faltó conseguir el objetivo máximo de la Copa Libertadores. Nos faltó suerte, pero fuimos los mejores”, aseguró a este diario Julio César Falcionni, portero titular ese 31 de octubre en el estadio Nacional de Santiago, en Chile.

“Yo le gané a Peñarol 2-0 aquí, me fui allá y empataba uno a uno sobre la hora y me hizo un gol un muchachito Vilar. Me fui a un tercer partido con el equipo acabado anímica y físicamente sin dormir. El cero duró todo el partido hasta los 120 minutos, que perdí a Gareca por lesión. A Cabañas lo expulsaron por enfrentarse con un defensa; Ampudia, lo mismo. Sobre los 120 minutos y 23 segundos perdí la Copa. No teníamos por qué haber caído”, aseguró hace unos años Gabriel Ochoa Uribe, quien ayer cumplió 82 años.

Errores en promoción

Pequeños errores cambiaron la historia del club. Deslices como el de Óscar Córdoba en el juego de vuelta de la final de 1996, en el Monumental. El exportero rechazó defectuosamente y permitió el segundo y lapidario gol de Hernán Crespo. River obtuvo el campeonato, al ganar la serie 2-1.

Sin embargo, Córdoba asegura que América no tiene mala suerte. Más que eso, se debe a los malos manejos administrativos, que permitieron que el club se autosentenciara a jugar la promoción, con el perdedor de la gran final del torneo de la B, que enfrentará a los campeones de cada semestre.

“Yo me equivoqué, mi rechazo le quedó a Escudero y ya está. No le echo la culpa al destino ni a la suerte”. Continúa: “Esa vez fue un error. Lo que pasa ahora es culpa, necesariamente, de malos manejos administrativos, a que el equipo ingresó a la Lista Clinton hace más de una década. Así el club no consigue patrocinio, no puede maniobrar comercialmente ni contratar jugadores. Ahora están llevando a sus hombros errores del pasado”, le dijo a El Espectador el exguardameta Óscar Córdoba, quien vaticinó un triunfo escarlata en la promoción.

Un compañero suyo en ese 26 de junio en el Metropolitano, Jorge Hernán Bermúdez, padeció la situación del club durante su efímero período como entrenador. “Tuve una mala experiencia. Me tocó darles de comer a los jugadores, darles los pasajes porque no recibían el sueldo. A la cuarta fecha dicen: se tiene que ir Bermúdez porque los paró para que cobren. El fútbol colombiano está muy desorganizado y este equipo no fue la excepción”, asegura El Patrón, jugador del América entre 1990 y 1996.

A pesar de los cuatro títulos conseguidos en la década pasada, la crisis financiera se tomó la institución. Este año, incluso, el equipo estuvo en riesgo de no participar en el torneo, pues sus jugadores no recibían hacía meses sus sueldos. “Estamos reventados económicamente”, soltó Jorge Banguero en ese entonces.

Wilson Piedrahíta, actual técnico, trabajaba en las divisiones menores en este tiempo. “La anterior administración me debe 11 meses de sueldo y no sé a quién cobrarle. Sí sé que ahora no tenemos deudas de nada y desde agosto nos han pagado los sueldos y los premios cumplidamente”, asegura el colombo-español, quien asumió hace un par de meses como estratega con la misión de evitar el descenso.

“Propusimos durante todo el partido contra Millonarios. Creamos muchas opciones de gol. Ellos sólo tres y metieron dos y no nos alcanzó. Pero estamos positivos, vamos a mantenernos y a poner al América en el puesto que se merece. Con cualquiera que me toque en la llave, voy a salir a ganar ambos duelos”, añadió a este diario Piedrahíta.

Hasta ahora ningún equipo de primera ha perdido el duelo por la promoción. Envigado superó el año pasado al Pasto. Aunque el abismo ya se vislumbra. No vaya a ser que el Garabato vuelva a hacer de las suyas.

“Estoy seguro de que el América tiene equipo para salvarse de la B, es un plantel grande, con historia y con muy buenos jugadores que han estado en selección, como Julián Viáfara y El Tigre Castillo”, afirma Róbinson Zapata, arquero del club durante cinco temporadas y hoy portero del Pereira, club que precisamente ya perdió la categoría.

“Eso se venía venir, los resultados no eran buenos. Pero ahora hay que ponerle el pecho a la brisa, salir de esto para que el próximo año se replanteen las cosas. Dios no quiera que tenga que padecer el descenso del club del que soy hincha y del club donde atajo en un mismo año”, añade.

Maldición, mala suerte, muecas del destino. Lo cierto es que América de Cali, 13 veces campeón, se debate entre la crisis administrativa y deportiva. Tendrá que esperar a que Patriotas, ganador del primer semestre, enfrente al campeón del actual. En historia y títulos, América es favorito. Aunque el reciente descenso de River Plate en Argentina no es muy buen presagio para un grande…

Rendimiento en el semestre, clic aquí

Por Juan Diego Ramírez Carvajal

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