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Mike Forero, oro en periodismo

Entrevista con el creador del Deportista del Año de El Espectador.

Olga Lucía Barona Torres
27 de noviembre de 2010 - 05:30 p. m.

La ceremonia de celebración de los 50 años será este miércoles, gracias al patrocinio de SaludCoop. Como homenaje a los ganadores de toda la historia, el periódico editó un libro con sus perfiles. Hoy les presentamos los de Antonio Cervantes, Martín Emilio Rodríguez y María Isabel Urrutia.

Tiene 91 años, pero el pulso firme de un joven de 20; la voz recia como si tuviera toda la vida por delante y una memoria envidiable. Su elegancia es milimétricamente perfecta, de chaleco y bufanda, y en su blanca cabeza no hay pelo que no esté en el lugar indicado. Mike Forero Nougués es nada más ni nada menos que el creador del concurso del Deportista del Año de El Espectador, que en 2010 llega a sus honrosas Bodas de Oro y cuya ceremonia de exaltación se realizará este miércoles a las 10 de la mañana, en el Hotel Sheraton de Bogotá, con el patrocinio de SaludCoop.

El maestro del periodismo deportivo en Colombia trabajó por más de 50 años en este diario y aunque se graduó como licenciado en educación física y de bacteriólogo, la pasión por el periodismo se la heredó a su papá, Guillermo Forero Franco.

Nacido en Piedecuesta, Santander, pero con pinta y hablado de cachaco, Forero Nougués es padre de tres hijos  —Clemente, Norma y Patricia— y un abuelo y bisabuelo feliz. Alicia Pineda Garrido, su esposa, a quien recuerda a cada instante de su transcurrir, murió hace seis años y por ello, desde entonces vive solo en un apartamento al norte de Bogotá, donde sus 500 libros y revistas deportivas delatan que su pasión por el periodismo sigue más viva que nunca.

¿De dónde le surgió la idea de crear este concurso?

Porque yo vi que no había estímulos en el deporte colombiano para quienes hacían buenas campañas y porque viví la época de la indiferencia total hacia los deportistas. Recuerdo que yo era el único suscriptor en Colombia de la revista L’Equipe de Francia, y de ahí yo tomé la idea del concurso, porque ellos lo hacían desde muchos años atrás. Así que no me inventé nada, sólo copié algo por el bien de nuestro país. Y hoy me siento orgulloso de que El Espectador lo haya mantenido y llegue a sus 50 años de vida.

Fue por más de 50 años editor de deportes de El Espectador, ¿cómo llegó y qué recuerdos tiene de este periódico?

Yo empecé en el periodismo deportivo cuando apenas tenía 16 años, en la revista El Gráfico, con un sueldo de cinco pesos. De ahí pasé a Cromos y a un programa radial en la emisora Continental. Un día, comentando algún partido del rentado colombiano, me encontré con Eduardo Zalamea Borda, intelectual y columnista de El Espectador, y de una me llevó a la que fue mi casa por más cinco décadas.

¿Cómo fueron los primeros años?

Cuando llegué, el director del periódico era don Gabriel Cano y mi compañero de deportes era el inolvidable Carlos Arturo Rueda C. Luego él salió y conformé una redacción de diez periodistas especializados. Recuerdo especialmente, en diferentes épocas, a Óscar Restrepo (Trapito), Rufino Acosta, Antonio Andraus y Rafael Mendoza. Bueno, y muchos más, pero la lista sería interminable.

¿Qué recuerdo tiene de Guillermo Cano?

El mejor ser humano del mundo. Él no era un jefe sino un amigo, el periodista con el mayor olfato del mundo y el mejor informado.

¿Cuáles han sido para usted los maestros del periodismo colombiano?

Luis Cano, Gabriel Cano, Guillermo Cano, Eduardo Zalamea Borda, Jorge Zalamea, y Juan Gossaín y Gabriel García Márquez, que comenzaron en El Espectador.

¿Recuerda el cubrimiento de su primera Vuelta a Colombia?

Mi primera vuelta fue en 1952, cuando aún no trabajaba en El Espectador. Fue en mi carro, con una grabadora tan pesada que tuve que contratar a alguien para que me la ayudara a cargar.

¿Su primer cubrimiento internacional?

Fue a los Olímpicos de 1956 en Melbourne. Yo viajé con el atleta Jaime Aparicio, a quien El Espectador ayudó a ir gracias a algunos conciertos que organizamos y al apoyo de Colgate. Viajamos en un DC-4, acondicionado con tanques de gasolina especiales. Fue toda una travesía. Tuvimos que hacer escala en Barranquilla, Panamá, México, San Francisco y Hawai.

Usted que vivió toda la época de El Dorado del fútbol colombiano, ¿qué jugador le impactó?

Yo soy muy colombianista y me quedo con Francisco ‘Cobo’ Zuluaga y Efraín ‘El Caimán’ Sánchez. Claro, es inevitable hablar de Alfredo D’Stéfano y reconocer que era un jugador de gran velocidad, recorría toda la cancha y se acercaba al área y gol.

¿Cuál es el mejor futbolista colombiano de todos los tiempos?

Yo diría que Carlos Arango, un jugador absolutamente cerebral; Alfonso Cañón, que a pesar de su estatura tenía un gran dominio personal, y el mejor de todos, Delio ‘Maravilla’ Gamboa, por su estatura, delgadez y dominio de pelota.

¿Qué concepto tiene hoy del nivel del futbolista colombiano?

Se ha progresado, pero aún hay vacíos desde el punto de vista de la ciencia. No hay un control permanente de su preparación físico-atlética. Ellos tienen muchas distracciones, no saben concentrarse. En cambio, las mujeres de la selección de Colombia están dando un ejemplo increíble. Yo me declaro hincha de ese equipo, estoy encantado con ellas.

¿Le cree a este nuevo proceso de la selección de Colombia, con Hernán Darío Gómez a la cabeza?

Lo veo muy difícil. Para mi concepto, una selección debe prepararse con ocho años de anticipación. Cuatro años no son suficientes para preparar un mundial. Va a ser complicado, no le veo futuro, no hay un apoyo científico, creo que seguimos improvisando.

¿Cuáles han sido los grandes deportistas de la historia de Colombia?

Primero cito a Jorge Perry Villate, no fue un gran triunfador pero fue el hombre de vanguardia al ser el primer atleta colombiano que fue a unos Olímpicos (Los Ángeles 1932). También menciono a José Domingo Sánchez y a Jaime Aparicio. En boxeo, me quedo con Bernardo Caraballo y ‘Pambelé’. No se puede olvidar a ‘Cochise’ Rodríguez, un ciclista completo y naturalmente autor de frases célebres. La pesista María Isabel Urrutia es una mujer absolutamente extraordinaria.

¿Qué significa para su vida El Espectador?

Exactamente eso, mi vida, una vida supremamente agradable, espectacular. Aunque cuando paso por la antigua sede de la carrera 68 y veo que ahora hay un concesionario de carros me da una tristeza profunda, recuerdo que ahí sembré un árbol que traje de Canadá, que simboliza el deporte. Cuando vi que ya no estaba, me dolió como si hubiera perdido un hijo.

¿Una frase para cerrar esta entrevista?

La soledad es importante, la suprema felicidad de la vida está en la soledad si la sabes llevar. Pero, ah falta que le hace a uno la familia. Hay momentos que no se pueden superar.

Por Olga Lucía Barona Torres

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