Montoya, Saavedra, Muñoz y Huertas, en Indianápolis

Montoya, Saavedra, Muñoz y Huertas correrán hoy las 500 millas de Indianápolis, a partir de las 11 de la mañana, con transmisión por Espn.

Diego F. Mejía, Indianapolis
25 de mayo de 2014 - 01:44 p. m.
Montoya, Saavedra, Muñoz y Huertas, en Indianápolis

Es mayo de 1984 y en Indianápolis desembarca un joven paisa, Roberto José Guerrero, con 25 años y la ilusión de demostrar su potencial, que durante dos temporadas en la Fórmula Uno se vio limitado por autos poco competitivos en equipos de bajo presupuesto.

Sin haber visto antes en su vida un óvalo, Guerrero fue segundo en las 500 Millas de Indianápolis en su primer intento. Suena impresionante, pero en su momento no lo fue tanto para él. “Para mí, Indianápolis era una pista más, las 500 Millas una carrera que tenía que ganar y cuando terminé segundo en mi debut tal vez no lo aprecié lo suficiente”, dice Guerrero. “Solo después de correr allí muchas veces pude valorar lo que había logrado. Indy es y fue un lugar muy especial para mí”.

Fue más que especial, pues marcó su vida y su carrera. Él parecía destinado a la conquista de las 500 Millas y estuvo muy cerca de lograrlo en 1987. Lideraba ampliamente, pero cuando se detuvo en pits por última vez, su auto se quedó detenido. Luego reinició la marcha, pero la victoria se esfumó. “Fue sin duda mi peor momento en Indy, íbamos a ganar las 500 Millas de Indianápolis”, recuerda.

Resulta increíble y dice mucho lo que vale un triunfo en esa carrera el que para Guerrero ese episodio haya pesado más que casi haber perdido la vida en Indy. Ese mismo año, un accidente allí en pruebas lo dejaría en coma durante 17 días.

A pesar de haber visto la muerte cara a cara, Guerrero regresó para desafiarla de nuevo y en 1992 pareció burlarla. Logró la pole para las 500 Millas y un nuevo récord de pista, rodando en promedio a más de 374 km/h. Sin embargo, Indy es como un animal salvaje, frente al cual no se puede bajar la guardia. Antes de poder tomar la partida ese año, el auto verde y blanco de Guerrero se fue en trompo contra las barreras internas durante las vueltas de reconocimiento.

“Lo estaba viendo en directo cuando se trompeó, qué dolor”, dice Juan Pablo Montoya. “Recuerdo la cara de mi papá también... Él era muy amigo del viejo Guerrero, el papá de Roberto José”.

Ocho años después Montoya, ya entonces campeón de la Cart, se estrenó en las 500 Millas. Lo hizo probablemente con el mejor equipo del momento y logró lo que la suerte no le permitió a su compatriota.

Su dominante victoria como debutante en la carrera lo catapultó hacia la Fórmula 1, pero ya en la máxima categoría, el mismo escenario le sirvió más de un trago amargo, nunca la champaña. En esta pista perdió su opción de título del mundo en 2003, tras una injusta sanción por un choque con Rubens Barrichello, escudero de su principal rival, Michael Schumacher.

Luego en 2006 corrió allí el que resultaría ser su último Gran Premio en la Fórmula 1, un final abrupto, además de accidentado, pues desencadenó un incidente múltiple en la primera vuelta.

En 2009 y 2010 estuvo cerca de saldar cuentas con Indy, en ambas ocasiones conduciendo un auto de Chip Ganassi en la Nascar. Lideró, una vez desde la pole, pero primero una penalización por exceso de velocidad en pits y luego una estrategia errada de su equipo, le negaron el triunfo.

Este año regresa a las 500 Millas con Penske, el equipo con más triunfos en la carrera, quince en total. Su velocidad en su retorno ha sido instantánea, su enfoque en conseguir una segunda victoria, evidente. “Tenemos un buen carro, un buen equipo. Espero que Indy me trate bien este domingo”, dice.

El año pasado Montoya fue espectador de la carrera e incluso consejero de Carlos Muñoz, quien debutaba. Ahora serán rivales y así lleven la misma bandera en la cintura de su uniforme, solo un piloto se puede llevar el trofeo de ganador.

“Yo celebré en la calle con mi familia como toda la gente en Colombia esa victoria de Montoya cuando era un niño”, dice Muñoz. “Fue muy especial, pero ahora yo sueño con ganar mis 500 Millas. Estoy contento con mi carro para la carrera, aunque sé que va a ser difícil ganar este año”.

Igual que para Montoya, será la segunda participación de Muñoz, en la mítica carrera, que cumple su edición 98. Pero entre los colombianos Sebastián Saavedra, apenas con 23 años, uno menos que Montoya cuando debutó y ganó, es el más veterano en la carrera. La de hoy será su cuarta participación en las 500 Millas.

Hace dos semanas estaba en la pole en este mismo escenario, pero vivió el drama cuando su auto se quedó detenido en la partida y su ilusión de ganar en Indy se rompió en mil pedazos. El accidente aún lo siente, no en el cuerpo, sino en pista. Su auto para el domingo, el mismo del incidente, no va tan bien como quisiera.

“Indianápolis tiene alma, es un lugar mágico”, dice Saavedra. “Indy te quiere o te odia. A mí me ha dado duro, aunque después de la pole de hace dos semanas siento que me quiere un poco. Sin embargo, todavía no me ha dado lo que quiero, la leche que se toma el ganador en las 500 Millas”.

Carlos Huertas será el quinto piloto colombiano en correr las 500 Millas de Indianápolis y espera emular a Guerrero, Montoya y Muñoz, nombrados como Novato del año en 1984, 2000 y 2013, respectivamente. Está sin embargo con un equipo discreto y ante una parrilla tal vez más competida en muchos años.

“Quiero terminar la carrera, es el primer objetivo”, dice. “Si estoy ahí, veremos qué tan alto podemos llegar”.

El año pasado Tony Kanaan, rival de Montoya desde sus años en la Cart, ganó las 500 Millas en su intento número 12, ocho después de haber sido campeón de IndyCar. Entonces, dijo que era Indy quien escogía quién ganaba allí, no lo contrario.

Hoy, cuatro colombianos serán candidatos. Muñoz, Huertas y Saavedra intentarán conquistarla, pues Montoya ya supo hacerlo hace 14 años. La reconquista será más difícil, pero no imposible.

 

 

diegofmejia@me.com

@diegofmejia

Por Diego F. Mejía, Indianapolis

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