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Carlos Mario Oquendo, un man muy 'bacano'

El bicicrosista paisa es un hombre tranquilo, alegre y apasionado. Aspira a convertirse en dirigente deportivo y tener su propio negocio.

Luis Guillermo Ordóñez
16 de diciembre de 2012 - 11:44 p. m.
Carlos Mario Oquendo, un man muy 'bacano'

El hogar de la familia Oquendo Zabala, en la vereda San Isidro del municipio de La Estrella, Antioquia, es muy privilegiado. Es el único en Colombia en el que viven dos medallistas olímpicos, los bicicrosistas David y Carlos Mario.

El primero logró la presea dorada en los Juegos de la Juventud de 2010, en Singapur. El segundo se colgó el bronce en las justas de Londres, en agosto pasado.

Semejante éxito, sin embargo, no les ha cambiado la vida, porque los Oquendo siguen siendo los mismos que crecieron montando bicicleta en la pista Antonio Roldán Betancur, del barrio Belén de Medellín, y que esporádicamente jugaban al fútbol en el liceo Salazar Herrera.

Carlos Mario, quien califica todo lo bueno como “bacano”, recuerda que cuando tenía cinco años comenzó a practicar BMX con su hermano mayor, Alexánder, a quien una aparatosa caída le quitó las ganas de seguir corriendo.

“Ese pelado come, bebe, duerme, sueña bicicleta, vive en función de eso. Es muy dedicado y apasionado por lo que hace. Entrena mañana, tarde y noche”, explica el mayor de los Oquendo.

“No me considero especial, lo que sí destaco es que hago lo que me gusta y eso es fundamental para superar todos los obstáculos y malos momentos. Así no importan los sacrificios que se hacen”, dice Carlos Mario, quien se considera una persona perfeccionista, terca, disciplinada y responsable.

Aunque siempre ha sido un ganador, nunca se ha creído más que sus rivales. De hecho, lo primero que hizo cuando regresó a Colombia después de su brillante actuación en Inglaterra fue ir a la pista y al colegio en los que se formó para ofrecerles su triunfo a todos sus compañeros y amigos, porque “mucha de esa gente me ayudó en el camino hacia la medalla”, reconoce.

“Él es un corredor de mucha potencia, muy técnico, de los mejores en el mundo. Pero su mayor fortaleza está en que es un guerrero, un luchador”, explica Jorge Wilson Jaramillo, el técnico que le enseñó todos los secretos del bicicrós al hoy ingeniero administrativo, quien sueña con tener su propio negocio e incursionar en la dirigencia deportiva para poner en práctica todo lo que ha aprendido en sus 20 años en las pistas.

Y la medalla olímpica no le ha cambiado la vida a Carlos Mario. Tal vez lo ha hecho un poco más visible a él y a sus padres, Carlos Alberto y Élide. “La esencia sigue igual, tal vez ahora tengo más actividad social”, admite el antioqueño, novio desde hace dos años y medio de la nadadora olímpica Carolina Colorado.

Cuenta, incluso, que “hace poco un periodista me pidió una entrevista y me dijo que por qué había mirado para atrás antes de cruzar la meta. Me tocó aclararle que yo era el de bicicrós y no Rigoberto Urán”.

Oquendo, hincha de Nacional; amante del downhill y los deportes extremos; imagen de las marcas GW Bicicletas, Safety Smart Wear y Oakley; admirador cuando niño del campeón mundial Mario Soto, y a quien le gusta más la cazuela de mariscos que la bandeja paisa ya recibió un auto Kia como premio por su hazaña, pero todavía espera el dinero que les prometió el Gobierno a los medallistas olímpicos, aunque eso no le preocupa, porque “llegará tarde o temprano, es un mandato de ley”.

Mientras eso ocurre, seguirá recordando cada una de sus 10 salidas a la pista de BMX de Londres, un par de caídas y, sobre todo, su pasó por la meta en la válida final, la cereza en el pastel de la mejor participación colombiana en la historia olímpica.

Por Luis Guillermo Ordóñez

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