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“El Puma” Atapuma, con el sello de Saldarriaga

El nariñense es uno de los grandes ciclistas colombianos que se hicieron en el equipo Colombia es Pasión, dirigido por Luis Fernando Saldarriaga. Ahora es líder de La Vuelta a España.

Luis Guillermo Montenegro
27 de agosto de 2016 - 04:02 a. m.
Darwin Atapuma y Luis Fernando Saldarriaga (der.) / Archivo equipo  Colombia es Pasión
Darwin Atapuma y Luis Fernando Saldarriaga (der.) / Archivo equipo Colombia es Pasión

¿Nairo Quintana, Esteban Chaves, Darwin Atapuma, Sergio Luis Henao y Járlinson Pantano en un equipo? Eso sería el sueño de cualquier escuadra del World Tour. Los cinco son hoy en día de los ciclistas más destacados del pelotón mundial y en los últimos años han sido protagonistas en las grandes carreras. Nairo y Chaves son capos de sus equipos desde hace un tiempo, Sergio Luis y Járlinson son gregarios de lujo y Atapuma, un escalador de clase. Pero lo que tienen en común no es solo que son colombianos y buenos ciclistas. Ellos cinco hicieron sus primeros kilómetros sobre una bicicleta a nivel internacional en el mismo equipo, el Colombia es Pasión, dirigido por el antioqueño Luis Fernando Saldarriaga. De hecho, con esa escuadra nacional, en 2010 Nairo Quintana consiguió el título del Tour de L’Avenir y en 2011 el que se consagró fue Esteban Chaves.

“Lo que ha pasado con estos muchachos no me sorprende. En las primeras competencias que disputamos en Europa nos reuníamos en las concentraciones y decíamos que ahí había un potencial ganador de un Tour de Francia, una Vuelta a España o un Giro de Italia”, asegura Luis Fernando Saldarriaga, quien hoy en día es el director deportivo del equipo Manzana Postobón. En ese momento fue el encargado de trabajar sobre todo en la parte mental de ellos y convencerlos de que haciendo las cosas bien y corriendo de una manera limpia —sin dopaje— se podía triunfar y volver a llevar al ciclismo de Colombia a los lugares de los años 80, cuando se habían conseguido los mejores resultados. “Teníamos una particularidad. Hacíamos una charla técnica y también una pedagógica en la que resaltábamos puntos esenciales para poder triunfar. Hacíamos énfasis en la parte teórica: cómo moverse en un grupo, la toma de decisiones. Trabajábamos en carretera, los abanicos, cómo se construye un abanico, por qué era importante eso. Luego la parte psicológica. Nos dábamos cuenta de los retos y visualizábamos la competencia”, recuerda para El Espectador Luis Fernando Saldarriaga.

Fue una época de persistir, de caídas y de levantadas. Pero hoy, siete años después, se demuestra que ese esfuerzo valió la pena. Por ejemplo, la situación de Járlinson Pantano, quien cuando comenzó su proceso no era un escalador nato y se destacaba sobre todo por su poder en las etapas llanas y en los embalajes, gracias a su formación en la pista. El caleño decía que los del Valle no eran buenos escaladores y cada vez que venían etapas de montaña, sufría. Antes de una Clásica de Anapoima, en una etapa que tenía un puerto de montaña de unos 80 kilómetros, Járlinson estaba muy nervioso, hasta que Luis Fernando le dijo: “Mijo, el buen escalador no es aquel que mete 30 arranconazos y al final de la subida pierde todo. El bueno es el que se mantiene hasta llegar al puerto”. Ese día, Járlinson subió con el lote, no perdió tiempo y se metió entre los 20 primeros de la jornada. Unos años más adelante, ganó la montaña en el Tour de L’Avenir, justo en el misma edición en la que Nairo se coronó campeón.

Con Nairo también hay anécdotas. Su fortaleza para escalar era innata, nadie le tuvo que enseñar a defenderse en la montaña, pues él sabía hacerlo mejor que ninguno, pero fue Luis Fernando quien le inculcó la importancia de no dejarse de nadie. “Le dije que era muy bueno, que iba a ser una estrella del ciclismo mundial, pero si realmente quería ganar grandes carreras, tenía que quitarse la ruana. No podía actuar como un boyacense sobre una bicicleta. Y ahora mírenlo, lo veo como a un boxeador en la bici. Su forma de correr es excepcional. Cómo se ubica dentro del grupo, como les habla a sus compañeros, como se desenvuelve ante las adversidades”.

El trabajo en equipo y respetar las jerarquías también fue un mensaje que inculcó Luis Fernando a sus pedalistas. En 2010, en el Tour de L’Avenir, llegó la última etapa y del equipo colombiano Pantano estaba a 20 segundos del liderato, Atapuma a 51 y Nairo a casi dos minutos. La etapa terminaba en alto y el de más capacidades para ese terreno era Nairo. “Ese día hicimos una evaluación psicológica y los más fuertes eran justamente esos tres. En la charla se dijo que el primero que atacaba era Nairo, luego Atapuma y otra vez Nairo… Ellos respetaron eso. El que más fácil la tenía para ganar era Pantano, porque estaba a 20 segundos, pero dimos la sorpresa llevando a Nairo a la punta. Se les había inculcado que el triunfo era de todos. Llevábamos muchos años sin ganar el Tour de L’Avenir. Luego todos nos abrazamos, con Nairo con la amarilla de campeón”.

Hoy, cuando Darwin Atapuma, uno de sus pupilos, lleva cuatro días con la camiseta de líder de la Vuelta a España, Luis Fernando es de los más orgullosos. A las nuevas generaciones que sigue instruyendo les muestra el ejemplo de ese equipo Colombia es Pasión. Cada vez que uno de sus exdirigidos se destaca en carreteras europeas, a él se le vienen las lágrimas. “Y lo que más me alegra no son sus triunfos, sino ver que todos son ante todo unas excelentes personas, unos seres humanos valiosos. Lo más importante es eso. Todos eligieron el camino largo, el de no coger atajos y no doparse. Eso es lo que realmente hay que reproducir en el ciclismo de Colombia”.

Como un maestro orgulloso, hoy dice que su pedalista ideal sería “con la irreverencia de Henao, la inteligencia de Chaves, la constancia y el ataque de Pantano, la jerarquía de Nairo y la insistencia de Atapuma”.

Por Luis Guillermo Montenegro

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