Con su cabello enblanquecido por el paso del tiempo, voz dulce y un temperamento que continúa intacto, el francés Bernard Hinault, mito del ciclismo, se prepara para cumplir el viernes 60 años en "una vida de ensueño".
"Si mañana me dijeran que puedo tener 20 años y recomenzar, llevaría la misma vida", afirma con rotundidad. "Tengo una vida de ensueño, deseo a todos que puedan tener la vida que yo he tenido", añade.Hinault, uno de los deportistas franceses más queridos, está ahora retirado en una gran granja en el pueblo de Calorguen, en la Bretaña francesa. Allí vive con Martine, su esposa, con la que se casó hace 40 años.
En la entrada de su casa se pueden ver guantes, shorts y maillots de ciclista. Un poco más allá, una vitrina con copas y medallas, que recuerdan el impresionante palmarés de un hombre que ganó 5 Tours de Francia, 3 Giros de Italia y 2 Vueltas a España, entre otros éxitos.Compró el lugar en 1983, antes de su retirada (9 de noviembre de 1986), con lo que tuvo tiempo para preparar su paso de la competición deportiva a la vida como exciclista."Hicimos una gran fiesta (cuando llegó la retirada), no un entierro. El 19 (de noviembre de 1986) ya estaba con ASO", explica, en alusión a la empresa organizadora del Tour de Francia, donde es relaciones públicas.
Una retirada a tiempo
Prefirió retirarse con 32 años y no hacer una temporada de más, como ocurrió con otras leyendas de la bicicleta como su compatriota Jacques Anquetil o el belga Eddy Merckx. De no haberlo hecho podría haber luchado por ser el primer corredor en ganar seis Tours de Francia."¿Mi vida habría sido más bella? ¿Habría sido más feliz si hubiera competido dos años más? Puede que hubiera ganado de nuevo el Tour, pero no me arrepiento en absoluto", asevera. Cuando dejó de competir, dividió su tiempo en su trabajo en ASO y en la granja, donde se encargó de cuidar de 150 vacas. Pero hace unos años optó por una auténtica retirada y vendió todos sus animales, con lo que ganó tiempo para andar en bicicleta por la zona, por el simple disfrute. "Corro dos o tres veces por semana, entre 80 y 100 kilómetros" cada vez, explica, admitiendo que va "menos rápido" pero que sigue "disfrutando igual" del ciclismo.Al recordar su exitosa carrera le cuesta elegir una victoria por encima de otra."Disfruté igual en cada ocasión, incluso cuando gané una carrera pequeña. Es el placer de la victoria. Hay que haber sido un competidor para saberlo", subraya.
Zoetemelk, de rival a amigo
La memoria le funciona a la perfección y es capaz de hablar casi de cualquier carrera, desde la primera a los 16 años, cuando ganó al esprín a una estrella local en categoría juvenil. En su carrera mantuvo recordados pulsos con figuras como el estadounidense Greg LeMond o el también francés Laurent Fignon, aunque sobre todo se recuerda su rivalidad con el holandés Joop Zoetemelk, que fue seis veces subcampeón del Tour, tres de ellas por detrás de Hinault. Hoy los dos son amigos e incluso se fueron de vacaciones el pasado año a las Antillas Holandesas y subieron el Alpe d'Huez, terminando agarrados de la mano. Como voz autorizada del ciclismo, el dopaje es algo que le preocupa especialmente. "Es algo que hace daño a los que amamos el ciclismo. Habría que verlo también en otros deportes, el ciclismo no está más podrido que el resto", asegura. A personajes como el estadounidense Lance Armstrong afirma que "no les diría ni buenos días".Junto a Hinault, otros tres mitos del ciclismo ganaron cinco Tours, Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Indurain: cuatro son los ciclistas que ganaron cinco Tours de Francia, un récord recuperado a finales de 2012 después de que el estadounidense Lance Armstrong fuera desposeído de sus siete victorias al admitir su dopaje.