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"Mi coctel era testosterona, EPO y transfusiones"

El exciclista, contradictorio en muchos apartes de la entrevista con Oprah Winfrey, explicó que habría sido imposible ganar el Tour de Francia sin tomar drogas.

Redacción Deportiva
18 de enero de 2013 - 12:50 a. m.
Pocas veces lució apenado Lance Armstrong, anoche en su desgarradora confesión. /AFP
Pocas veces lució apenado Lance Armstrong, anoche en su desgarradora confesión. /AFP

Crudo y directo, el exciclista estadounidense Lance Armstrong por fin dijo toda la verdad. Después de varios años proclamando su inocencia, aceptó en una entrevista con la periodista Oprah Winfrey, que utilizó sistemáticamente sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento y ganar carreras.

“Sí”, respondió cuando le preguntaron si se había dopado. “Mi coctel era EPO, testosterona y transfusiones. No hubiera podido ganar siete Tour de Francia sin la ayuda de esas sustancias, no en la generación que me tocó, no contra los rivales que tuve”, dijo con el rostro desencajado, la voz por momentos entrecortada, pero no realmente arrepentido. Ver video de la entrevista.

Comenzó entonces su relato. Su verdad sobre las razones por las cuales rompió las reglas y ensució el deporte. Contó que empezó a tomar diferentes sustancias prohibidas desde mediados de los 90. “Toda la culpa está en mí, pero detrás de eso había muchas razones: los aficionados, los medios, me perdí en todo eso. No inventé esa cultura, porque muchos lo hacían, pero no hice lo posible por detenerla”, señaló antes de aclarar que su intención no era hablar de otras personas ni involucrarlas en el asunto.

Armstrong señaló que “hoy sé que todo fue una gran mentira, pero en esa época no pensaba igual, quería ganar a toda costa y creía que lo que hacía estaba bien y por eso lo repetí muchas veces”. Advirtió, sobre su sistema de dopaje, que “era profesional e inteligente, sin riesgos de detección, tomábamos las precauciones necesarias. Pero nuestro programa de no fue el más grande, había otros, muchos”.

El corredor norteamericano repitió que estaba ahí para reconocer sus errores y ofrecerles excusas a todas las personas a las que les falló. Irónicamente sentenció: “Los cinco que no se doparon en esos Tours de Francia fueron unos héroes”.

Explicó que siempre fue un luchador y que ganar se le convirtió en una obsesión. Después vio que podía mejorar su rendimiento y ser más rápido que los demás, así que no dudó en involucrarse. “Yo lo veía todo muy sencillo, era parte del trabajo, era una metodología de trabajo, una manera de hacer las cosas”.

En ningún momento explicó realmente sus motivaciones para confesar ahora sus pecados, sobre todo porque podría generarle, además de millonarias demandas, problemas judiciales que lo enviarían a la cárcel.

Lance, quien ganó el Tour entre 1999 y 2005, dijo que precisamente tras su última victoria en París dejó de doparse. “Fue la última vez que crucé la línea”. También señaló que en las dos ediciones en las que participó posteriormente, la de 2009 en la que terminó tercero, y la de 2010 en la que fue 23, corrió limpio.

Sobre la responsabilidad de sus técnicos, compañeros y asistentes de equipo no habló mucho. “Claramente era el líder del equipo, el que daba el ejemplo, pero nunca di una orden para que alguien hiciera algo que no quería”. También aceptó que no todos sus gregarios se doparon, sin citar nombres. “Posiblemente alguno pudo sentirse presionado porque yo lo hacia, pero a nadie le pedí que lo hiciera, aunque el nivel de exigencia en el equipo era máximo”.

Los colombianos Álvaro Mejía, en el Motorola, y Víctor Hugo Peña, en el US Postal, corrieron con Armstrong, pero nunca se han referido públicamente al tema de su dopaje.

El estadounidense, a quien ayer el Comité Olímpico Internacional le exigió devolver la medalla de bronce que ganó en Sídney 2000, confesó que para él “ganar era lo único importante. Todavía lo es, fue algo que me quedó de mi lucha contra el cáncer testicular, transporté eso al ciclismo y eso es malo, quise perpetuar la historia, me equivoqué”.

Se contradijo por momentos y bajó la cabeza cada vez que la periodista le mostró videos en los que negaba acusaciones e incluso atacaba a quienes dudaban de su honestidad. También defendió a quienes estuvieron incondicionalmente a su lado.

“No quiero acusar a nadie ni excusarme, pero los involucrados en este asunto no son monstruos. Nos hemos equivocado mucho, pero de ninguna manera somos monstruos”, sentenció.

Armstrong dijo que “hoy todas mis respuestas serían diferentes; bueno, la gran mayoría, porque hice muchas cosas imprudentes y nos las asumí como debía. Fui un imbécil arrogante, pero apenas ahora lo comprendo. ahora que estoy pagando por todo eso, pero está muy claro que lo merezco, por ese deseo inflexible de ganar, que fue más allá de mi razón”.

Creyó que tenía todo bajo control, incluso alcanzó a pensar que había salido ileso de tantas acusaciones, pero cayó por su arrogancia. “Siempre que me acusaron respondí con ataques, porque no sentía que hacía trampa. Cada vez que sentí amenazado mi territorio, el equipo, fui a la ofensiva, incluso a costa de perjudicar a mucha gente y realmente estoy avergonzado por eso”.

¿Se sentía feliz con las victorias, las disfrutaba? "Sentía más placer durante el proceso, durante la preparación. Sinceramente sentía que competía en igualdad de condiciones con los demás corredores, pero que hacía las cosas mejor, de manera más profesional”. Está claro, por las versiones de sus excompañeros, rivales y allegados, que Lance se entrenaba más que cualquiera y que aun sin drogas habría sido un gran ciclista.

Pero, ¿habría ganado sin doparse?, le preguntó Oprah. “Eso nunca lo sabremos”, respondió. 

Esta noche, por Discovery Channel, se emitirá la segunda parte de la entrevista, en la que se conocerán detalles sobre las razones por las cuales decidió confesar y las consecuencias que tendrán sus declaraciones.

“No entendía la magnitud de todo esto. Ahora, que veo el enojo de la gente, la decepción y su sentimiento de haber sido traicionados, veo el grave error que cometí. Tienen todo el derecho a sentirse defraudados. Pasaré el resto de mi vida tratando de recuperar la confianza de ellos”.

Fue interrogado sobre los testimonios de sus amigos Tyler Hamilton, Floyd Landis y George Hincapié. “Dijeron muchas cosas, unas verdades y otras no. Pasé muchos controles, demasiados, pero nunca le pagué a la Unión Ciclística Internacional (UCI), para que no aparecieran esos positivos, simplemente no se dieron”.

Reconoció que probablemente haber regresado al ciclismo en 2009 desencadenó su caída. “Fue entonces cuando Floyd Landis admitió que se había dopado, él fue el problema”, porque en 2010 el gobierno estadounidense y la agencia antidopaje de ese país comenzaron una nueva investigación, la que en julio pasado arrojó pruebas irrebatibles de que Armstrong había utilizado sustancias prohibidas.

“Ellos (la Usada) hicieron su trabajo durante años. De hecho, por eso estamos aquí sentados hablando del tema”, dijo el exciclista, quien a pesar de haber sido acusado de fraude, tráfico de drogas y manipulación de testigos, el año pasado se sintió fuera de peligro cuando la justicia de su país interrumpió la investigación.

“Mi destino está escrito. Haría cualquier cosa por volver al primer día, o al menos al día en el que comenzaron las acusaciones, me gustaría pedir un momento, llamar a algunas personas, a mi familia, los patrocinadores, la gente de la fundación, y luego aceptarlo todo”, se reprochó luego de explicar que, sin embargo, tuvo un tratamiento privilegiado, diferente: “A otros muchachos los abordaron sin darles tiempo de explicar, de defenderse. Conmigo fue diferente, por mi fama, por mis triunfos, eso es verdad”.

Terminó diciendo que aunque faltó a las reglas, ama el ciclismo y a pesar de que no tiene autoridad moral ni credibilidad, está dispuesto a ayudar a limpiar el ciclismo. “Si me llaman y me piden que colabore, sin duda lo haré”.

Por Redacción Deportiva

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