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Regreso triunfal de Nairo

En un terreno que no era el suyo, el boyacense corroboró que es el mejor escalador del mundo.

Rafael Mendoza. Especial para El Espectador
27 de agosto de 2016 - 10:50 p. m.
Nairo Quintana con el maillot rojo de líder de la Vuelta a España. / AFP
Nairo Quintana con el maillot rojo de líder de la Vuelta a España. / AFP

Quienes vimos hace un mes ascender penosamente los grandes puertos del Tour a Nairo Quintana, un corredor que a puro coraje y sufrimiento logró meterse en el podio de la carrera, sabíamos que algo grave le pasaba, que por una extraña enfermedad o por otra circunstancia, allá no estaba el boyacense que ha ido agrandando su leyenda en el ciclismo mundial de los últimos años.

Y ayer, en solo dos kilómetros, en una subida monstruosa que tenía rampas escalofriantes, en una de esas paredes que siempre se le atragantaban en etapas de las tres grandes Vueltas, porque lo soltaban de rueda Purito, Valverde, Contador y el mismo Froome, le mostró a sus rivales que llegó a ganar la carrera, que tendrán que batallar sin descanso si quieren superarlo porque hasta en este terreno, que no era el suyo, les propinó un golpe devastador. Nairo, en plenitud de condiciones, con ese estilo fácil y depurado que tiene cuando llega la gran cuesta, está de regreso y se convierte en el primer favorito para el título.

Lo que viene no será fácil porque las grandes etapas de montaña se encontrarán en los próximos días. Tras la jornada de este domingo, en la que luego de pasar Oviedo se encara un final en el Alto del Naranco –algo así como subir a Patios tras pasar Bogotá- llegará la durísima subida a los Lagos de Cobadonga, la misma que llevó al Olimpo de los grandes del ciclismo mundial a Lucho Herrera y luego, tras el día de descanso en la etapa 12 la subida a Peña de Cabarga; la 14, por los Alpes franceses con tres premios de montaña de primera categoría y un final de categoría especial en el Aubisque; en la 15, de sólo 118 kilómetros, con final en Aramon Formical dos premios de tercera y al final 28 kilómetros de ascenso en un premio de primera categoría; La 17, con llegada en LLucena,, dos de segunda, uno de tercera y al final uno de sólo cuatro kilómetros,con una pared más dura que la de este sábado, con rampas del 22 por ciento y como si esto fuera poco en la 19, el penúltimo día de carrera, cuatro premios de segunda y un final fuera de categoría en el Alto de Antana, de catecategoría especial.

Froome aún no está lejos y Contador, lleno de vendajes por las tres caídas que ha sufrido, tratará de darlo todo para superarlo pero el colombiano se encontró de nuevo en su andar porque se siente fuerte y sabe que tiene la ventaja de que el equipo que comanda el británico no es igual al que tuvo en el Tour mientras que el Movistar se ha mostrado como el más fuerte.

Con toda razón hace tres días, en una nota del enviado especial de El País de España, Eduardo
Rodrigálvarez  tituló, “Colombia sacude la Vuelta” afirmó que “No han ganado ninguna etapa de las seis disputadas, con terrenos que no les iban ni bien ni mal. Aún no han dado el do de pecho para bien o para mal. Aún la carrera les espera, ahora que comienzan los primeros retos: sábado, domingo y lunes con llegadas en alto. No han hecho aún nada sobresaliente, pero tres colombianos se han colado entre los cinco primeros de la clasificación general.

Unos párrafos después agregó que “Nairo Quintana tiene una cuenta pendiente con la Vuelta a España, que se le resiste como gato panza arriba. Se le espera pero no se sabe cuándo llegará. Esteban Chaves es el colombiano sonriente y silencioso. El año pasado sorprendió a todos con etapas poderosas y un liderato que defendió con uñas y dientes hasta que tuvo que quitárselo. Es siempre un candidato sonriente y silencioso”.

Este sábado de gloria en dos kilómetros el líder colombiano echó por tierra todas las barbaridades que se dijeron y se escribieron durante el Tour de Francia y luego de su terminación y muchísimos colombianos que lo apoyaron con la tozudez de las gentes de su Boyacá del alma y mantuvieron su fe el él vivieron otra página imborrable de su ídolo y se acabaron de convencer de que el ciclismo nacional vive la mejor época de su corta pero vibrante historia. Un ciclismo limpio, sin EPO y sin otros artilugios que utilizaban a granel los corredores y equipos europeos los tienen como protagonistas de las competencias en las que participan.

Por Rafael Mendoza. Especial para El Espectador

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