Wéimar Roldán y su homenaje al rock en la Vuelta a Colombia

El pedalista antioqueño decoró sus botines para la Vuelta a Colombia con los logos de sus agrupaciones favoritas. Busca imponer su estilo en la carrera.

Jesús de La Hoz
11 de agosto de 2017 - 04:05 a. m.
Roldán, ciclista de 32 años, es uno de los gregarios de Óscar Sevilla en el equipo Inder Medellín. / Mauricio Alvarado
Roldán, ciclista de 32 años, es uno de los gregarios de Óscar Sevilla en el equipo Inder Medellín. / Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO

El ciclismo, el arte y la música rock son las pasiones en la vida de Wéimar Roldán. No existe nada más que lo lleve al éxtasis. Intenta combinarlos de la mejor manera, por eso cuando no está sobre una bicicleta, está pintando o escuchando una que otra canción de AC/DC, Soda Stereo, Metallica o Poison, sus bandas favoritas. Cuando dibuja se entrega en cuerpo y alma, así como lo hace cuando compite y escucha música. Su imaginación vuela, entra en un estado en el que todo lo negativo sale expulsado. Por esta razón les rindió un homenaje a sus agrupaciones favoritas: en sus zapatillas para esta Vuelta a Colombia plasmó imágenes referentes a estas bandas.

“Dibujé a AC/DC, Kiss, Queen, U2, Guns ‘N’ Roses, Nirvana, Metallica, The Beatles, Soda Stereo, Poison, y no pude más porque la zapatilla es muy pequeña. Si no el repertorio hubiera sido mucho mayor”, dice el antioqueño, quien siempre encontró en el arte un refugio de la realidad. “Quiero hacer un estilo para esta Vuelta a Colombia, por eso me dio la locura de pintarlas. Quería ensayar a ver cómo se veían. Creo que a futuro puede que viva de esto: pintando zapatillas, cascos y bicicletas, personalizando los accesorios para los ciclistas”. Desde ya, Wéimar Roldán está pensando en lo que vendrá, tiene claro que como ciclista profesional no va a vivir para siempre, así que ya le está abriendo el espacio a esa pasión que es el dibujo.

Por la seriedad que lo caracteriza, no deja nada al azar. Todo lo tiene fríamente calculado. Quiere terminar sus estudios en la Universidad de Bellas Artes, los cuales tuvo que abandonar debido a su carrera como pedalista, que le quitaba mucho tiempo y no lo dejaba combinar las dos cosas. “En el momento que llegue mi retiro, quiero dedicarme a la pintura bien sea retratando a los ciclistas. Como sea, quiero continuar dibujando, creo que tengo mucho potencial en esta disciplina”, afirma con seguridad.

A pesar de las dificultades que tiene para combinar sus aficiones, busca siempre un tiempo para inspirarse. Lo hace en su finca El Edén, un lugar repleto de cuadros de caballos con su firma, enclavado en las montañas, donde hace las veces de pintor, de esos que andan con papel y lápiz debajo del brazo. Es tanta la concentración que pierde la noción del tiempo, no se da cuenta cuando la noche llega, tampoco cuando amanece. El reloj corre a toda prisa. El costumbrismo, los retratos y pinturas sobre el deporte que lo apasiona son en lo que más se enfoca. Tanto así que en los próximos meses sacará una exposición sobre la historia del ciclismo mundial, “es mi especialidad y quiero que la gente disfrute de lo que hago”.

Por ahora vive y se desvive por el ciclismo. Ese gusto, que heredó de su abuelo y sus tíos, primó sobre el arte y la música, que hoy por hoy son un complemento en su carrera. Ellos lo motivaron a meterse de cabeza en este deporte con entrenamientos diarios detrás de una moto. Bello, Copacabana, la curva de Rodas, fueron los destinos en los que se entrenó con mayor frecuencia. De a poco se convirtió en su sueño. Eso lo hizo fortalecer notablemente hasta que a los 14 años ganó una clásica a Girardota, su pueblo natal. No lo hizo en el primer intento, fue en el segundo. En su debut en esta competencia finalizó en la última posición, pero gracias a su constancia mejoró notablemente hasta que logró el objetivo.

Del club Ciclorades, en el que se inició, pasó al Orgullo Paisa. Héctor Manuel Castaño fue quien lo descubrió y lo potenció. También hizo parte del GW Shimano, EPM y el Medellín Inder. Sin embargo, la victoria que más recuerda es una que consiguió en un Panamericano en Mar del Plata (Argentina). Fue su primera salida de Colombia y brilló. Corrió la contrarreloj individual y sorprendió a propios y extraños. “Nadie daba un peso por mí porque me llevaron de relleno. Salí entre los primeros y tuve la oportunidad de sorprender con un buen tiempo. Fue llegando la gente y seguía en la primera posición hasta que gané. Lo hice por siete segundos. No me lo creía”.

En esta Vuelta a Colombia su expectativa era ganar una etapa. Se había preparado de buena manera para ayudar a Óscar Sevilla a lograr un nuevo título en la competencia, sin embargo, debido a la molestia en una rodilla que tuvo el español no logró destacarse más. Se mantuvo siempre a su disposición para acompañarlo hasta el final. En estas últimas jornadas buscará ayudar en lo que más pueda al equipo para ascender unos puestos en la clasificación general.

Este hombre, que cada vez que sale a entrenar lleva una cámara consigo para retratar un carriel, a los arrieros, a un anciano montando un caballo sin silla, y después plasmar esa imagen en un papel, combina la tenacidad y la fuerza para este deporte y la sencillez y delicadeza dignas de un artista. De un pintor que siempre se instala dentro de todo lo que crea para los demás y para sí mismo.

Por Jesús de La Hoz

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