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Messi y Pastore, la dupla perfecta

El astro del Barcelona encontró en el jugador del París Saint Germain el socio ideal para mostrar su mejor fútbol. Ambos, junto a Di María, forman un bloque creativo que chile, el sábado, deberá neutralizar.

Sergio Silva Numa, El Espectador
02 de julio de 2015 - 03:36 p. m.
Javier Pastore, jugador del París Saint Germain, tuvo una precisión del 81% en los 31 pases que hizo frente a Paraguay. AFP
Javier Pastore, jugador del París Saint Germain, tuvo una precisión del 81% en los 31 pases que hizo frente a Paraguay. AFP
Foto: AFP - YURI CORTEZ

En el documental sobre Messi, que por estos meses ha presentado en varias ocasiones Directv y que dirigió el español Álex de la Iglesia, uno de los participantes conversa con Alejandro Sabella en un restaurante poco iluminado. En medio de la charla, toda sobre el 10 rosarino, lo elogia de repente: vos, le dice con modestia, pasarás a la historia por haber logrado que por primera vez una selección de Argentina juegue para Messi. Sabella, bien peinado y con una cadena colgándole del cuello, apenas sonríe.

El equipo al que se refiere es al que jugó el pasado Mundial de Fútbol de Brasil, donde los albicelestes quedaron subcampeones tras caer 1-0 ante Alemania. Entonces el bonaerense cumplía tres años al frente de Argentina, después de haber aceptado el cargo en agosto de 2011. Y aunque las palabras de aquella conversación no son textuales, revivían, de soslayo, un tema que siempre sale a la luz cada vez que Messi juega con su selección. ¿Es el mismo jugador del Barcelona? ¿Por qué en ocasiones pareciera que con la albiceleste la Pulga no alcanza el alto nivel que muestra con la camiseta azulgrana?

El interrogante, como lo planteaban en ese no muy bien logrado documental, siempre ha estado presente desde que la estrella juega para su país. Salió a flote varias veces en las eliminatorias y de nuevo apareció en Brasil 2014, donde para muchos Messi quedó en deuda. “No tiene un buen socio”, decían unos medios. “Gago -que hacía las veces de organizador- no es el compañero ideal”, replicaban otros. “Su estado anímico y físico no es el mejor”. aseguraban unos más.

Antes de que arrancara esta Copa América aquella duda seguía vigente. Más aún cuando el atacante del Barça venía de hacer una campaña perfecta con su equipo: ganó la Liga BBVA, la Uefa Champions League y la Copa del Rey. En total jugó 4.050 minutos y anotó 54 goles.

Con este antecedente, todos esperaban que Messi se destacara en Chile. Y pese a que se mostró mucho mejor físicamente y fue protagonista en los primeros partidos, la escasez de gol parecía un oscuro manto del cual no podía deshacerse. “Es terrible lo que me cuesta hacer un gol en la selección”, había dicho con bronca luego de ganar el partido frente a Colombia. Al frente se había tropezado con David Ospina.

Pero luego del encuentro de este martes ante Paraguay, las críticas se transformaron en elogios. El buen fútbol de Messi encontró un socio ideal que lo hizo brillar, así, de nuevo, no haya logrado anotar ni un solo tanto. Tal y como algunos lo habían presagiado al ver la lista de convocados para esta Copa, Javier Pastore, volante del París Saint Germain, se convirtió paulatinamente en el mejor socio del ‘10’. Ambos mostraron ser una dupla desequilibrante que quebró una defensa que antes se había mostrado férrea y voluntariosa.

Ya lo había anunciado con anterioridad el Tata Martino: “Lo que le reclamamos a Javier es encontrar la espalda de los rivales, dar el último pase, elegir cuándo hay que lateralizar, cuándo hay que profundizar. Que no venga tanto a iniciar porque no hace falta”.

No. Su papel es más similar al que desempeñan Xavi o Iniesta en el Barcelona. Abrir espacios, sumarse al juego de Messi, mostrarse como un gran pasador que alimenta tanto a la Pulga como a Sergio Agüero y a Ángel Di María. De hecho, los seis goles que les propinaron a los guaraníes nacieron los pies de estos jugadores que, por demás, evidenciaron una tenencia constante y unas transiciones rápidas.

El resultado lo dice todo: el primer tanto lo hizo Marcos Rojo tras un centro de Messi. El segundo lo convirtió Pastore tras una salida rápida que comandó el ‘10’. El tercero nació de una recuperación en el medio campo que dio pie para un contraataque veloz en el que participaron Messi, Mascherano, Pastore y Di María. En el cuarto, la Pulga hizo un túnel de lujo, se la pasó a Pastore y luego de errar convirtió de nuevo Di María. El quinto lo empezó el astro del Barça, quien se la pasó a Di María, ubicado en la banda izquierda, y éste la centró para que Agüero anotara de cabeza. Y el sexto lo anotó Higuaín tras un rebote que dejó flotando Messi.

No es entonces una casualidad que dentro de los mejores cinco jugadores de las semifinales de la Copa América estén ellos dos: Messi y Pastore. Y Di María también, claro. A diferencia de otros encuentros, en esta ocasión se mostraron menos individualistas y más colectivos, más participativos.

Basta echarles un vistazo a las cifras de aquel partido para comprobar qué tan letal puede llegar a ser esa dupla. En los 54 pases que hizo Messi tuvo una precisión del 90%. Además, logró tres asistencias de gol y ganó el 60% de los duelos. Pastore, por su parte, tuvo una precisión del 81% en los 31 pases que hizo a lo largo de los 73 minutos que jugó. Hizo un gol y una asistencia.

“Es importante que mis compañeros me tengan confianza para darme la pelota”, había aclarado Pastore tras finalizar el duelo.

En palabras del Tata Martino, lo que sucedió el martes en Concepción se dio porque “cuando hay jugadores que juegan bien es muy fácil que se encuentren. Sólo hay que generar los espacios para que ellos se puedan asociar. Pastore estuvo claro, muy preciso. No sólo tocó bien, sino también encontró claros para llegar al gol”.

Y, luego, sobre Messi, que acabó el juego con una gran sonrisa, recalcó: “Está feliz, no lo veo preocupado. Mientras siga dando tres asistencias que terminen en gol, no hay problema”.

Sí, no hay problema. Desde que este par de genios se sigan juntando de esa manera y hallen los espacios para que se culminen las jugadas, sea por parte de Agüero o de Di María, no habrá ningún inconveniente. Desde que ese bloque creativo -y esa defensa que comanda Mascherano- se mantenga intacto, la hinchada gaucha podrá respirar sin tanta ansiedad el sábado ante Chile. A Pastore entonces lo amarán de nuevo, porque él juega, como le dijo hace poco al diario Olé, “para que me amen o me puteen”.

Por Sergio Silva Numa, El Espectador

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