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Corazón de león

Leonel Álvarez fue figura y símbolo de la selección en los 90. Ahora tiene la misión de clasificarla al Mundial de Brasil 2014. Perfil.

Luis Guillermo Ordóñez O.
10 de septiembre de 2011 - 08:59 p. m.

Si hay alguien que sabe lo que significa vestir la camiseta de la selección de fútbol de Colombia es Leonel de Jesús Álvarez Zuleta. No en vano jugó 101 partidos con el equipo nacional, entre ellos los de cinco Copas América, tres eliminatorias y los mundiales de Italia 1990 y Estados Unidos 1994.

El único futbolista que lo supera es Carlos Valderrama, quien disputó 111 juegos con la tricolor, la mayoría de ellos custodiado por el León antioqueño, nacido en la población de Remedios el 29 de julio de 1965, pero hecho hombre y deportista en Medellín.

“Siempre jugaba tranquilo, pero cómo no hacerlo si detrás tenía a Leonel para defenderme. Me gustaba alborotar el avispero y frentear, pero él venía siempre a poner orden”, recuerda El Pibe.

Juntos integraron la mejor selección colombiana de la historia, pero es a Álvarez a quien le toca ahora, como nuevo técnico del equipo mayor, devolverle el prestigio al balompié criollo y clasificarlo al Mundial de Brasil 2014, después de una década de constantes frustraciones.

“Qué experiencia le va a faltar, si analiza partidos desde que era un niño. Siempre fue un técnico dentro de la cancha y ha adquirido la madurez necesaria para afrontar un reto tan grande”, explica el legendario formador de jugadores Luis Alfonso Marroquín, quien por allá en 1979 lo convocó a la selección Antioquia juvenil.

Leonel creció rodeado por puras mujeres: Fabiola, su mamá, y Gudiela, María Dolores y Alexándra, sus hermanas, pues su padre los abandonó cuando él era muy pequeño.

Ellas, que lo protegieron y lo consintieron, sobre todo desde que un carro lo atropelló cuando apenas tenía dos años, siempre lo animaron para que jugara al fútbol, a pesar de que en la casa faltaba dinero. “La tesa fue mi mamá, una mujer que luchó a brazo tendido para llevar el pan a sus hijos, para sobreponerse a todas las dificultades, para vivir con limitaciones”, señala el exjugador, quien comenzó a darle patadas a un balón en las canchas del barrio Aranjuez.

Al principio era centrodelantero, pero su despliegue físico y pundonor le valieron para que el técnico Alirio Álvarez lo probara como volante de marca, en el equipo Enka de Colombia, uno de los más reputados del fútbol aficionado en la capital de la montaña.

En 1982 ganó su primer título nacional con la selección paisa, en compañía de René Higuita, Gildardo Gómez, Felipe Pérez, Néstor Pizza y Norberto Chomo Cadavid, todos ellos convocados de inmediato a la juvenil de Colombia que disputó el Suramericano de Bolivia, en 1982.

Salto al profesionalismo

Aunque alcanzó a jugar unos partidos en el primer equipo del Medellín en el octogonal de 1983, uno como titular ante el Caldas, Leonel se consolidó definitivamente en la temporada 1984, en la que fue titular inamovible en la alineación del técnico Julio Avelino Comesaña, precisamente quien hoy figura como principal candidato para ser su asesor en la selección.

“Imagínese si no voy a estar contento de que un hombre en el que uno confió haya llegado tan lejos. Leonel es, ante todo, un hombre muy trabajador, serio, responsable y honesto. Lo noté desde el primer momento en que lo vi y lo ratifico ahora, 27 años después”, dice el estratega colombo-uruguayo.

Por dos días superó la fecha límite de nacimiento para integrar la selección que fue al Suramericano de Paraguay 1985, la de Higuita, John Jairo Tréllez, John Édison Castaño, entre otros.

Pero su revancha llegó un par de años después, cuando fue figura en el Preolímpico de Bolivia y la Copa América de Argentina. Se convirtió en el bastión del mediocampo del combinado criollo y en símbolo del Atlético Nacional, club al que fue transferido en compañía de Gildardo Gómez y Luis Carlos Perea.

Con el cuadro verdolaga alcanzó la gloria. En 1989 ganó la Copa Libertadores de América justo con un penalti suyo. “El momento más feliz de mi carrera”, recuerda todavía, aunque lo compara con el que vivió en el verano de 1990 en Italia, en el Mundial.

Tanto en su club como en la selección Leonel, a quien nunca le ha gustado perder, era la cuota de sacrificio, de lucha, de coraje, sin desentonar en un colectivo caracterizado por su talento y buen trato del balón. Álvarez pegaba, sin duda, pero también sabía con la pelota en los pies. Eso, justamente, lo hace uno de los mejores futbolistas criollos de la historia, así en las preferencias de los especialistas aparezcan primero los volantes creativos y los delanteros.

El precio de la fama

Como les pasó a casi todos los jugadores de su generación, Álvarez tuvo que acostumbrarse a la fama y a lo que significa ser un personaje público.

Por eso, mientras se elogiaba su rendimiento futbolístico, que le valió para ser transferido al Valladolid español y luego salir campeón con América, se le cuestionaban, al igual que a algunos de sus compañeros, sus visitas a Pablo Escobar, capo del cartel de Medellín.

Después vivió uno de sus momentos más amargos en el fútbol, cuando tras la eliminación del Mundial de Estados Unidos 1994 fue asesinado Andrés Escobar.

“Nos dio duro a todos, porque éramos y aún somos una gran familia. Y Leonel siempre ha sido alguien que nos ha unido mucho, un hombre al que así como no le da miedo discutirte y pelearte, tampoco siente pena al decirte que te quiere, que te aprecia”, señala Hernán Darío Gómez, quien hace poco más de un año lo vinculó a la Federación de Fútbol.

Después de jugar en Estados Unidos y México, Álvarez volvió a Colombia y quemó sus últimos cartuchos en Pereira y Quindío. Participó en un par de realities de televisión y campañas publicitarias, pero ya tenía la idea de convertirse en entrenador.

Sus contactos, experiencia y don de gente le sirvieron para impulsar su carrera. En el primer semestre de 2009, en el Medellín, fue asistente de Santiago Escobar, a quien le heredó el cargo para lograr la quinta estrella del ‘Poderoso’.

Ahora, a sus 46 años y con dos hijos adolescentes (Valentina y Leo Stéfano) aspira a clasificar al Mundial de 2014 y desde el banquillo seguir defendiendo los colores de Colombia, pues al fin y al cabo es uno de los que mejor saben hacerlo.

Y si logra contagiar al grupo con el entusiasmo y la entrega que lo caracterizaron como jugador, seguramente tendrá más cerca ese objetivo.

Así será la operación Bolivia

El primer compromiso que tendrá Leonel Álvarez como técnico en propiedad de la selección de mayores será enfrentar a Bolivia, en La Paz, en el inicio de las Eliminatorias al Mundial de Brasil 2014.

El antioqueño sostuvo que notificará a los clubes del exterior la posibilidad de convocar a sus jugadores, para dar la lista definitiva una semana después.

Álvarez y su cuerpo técnico tienen previsto no jugar en la fecha Fifa del 7 de octubre (Colombia descansa porque Brasil, su primer rival, ya está clasificado al torneo orbital).

La concentración será en Bogotá y se tiene programado que el viaje del equipo a La Paz sea un día antes del partido, que es el 11 de octubre.

Por Luis Guillermo Ordóñez O.

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