Publicidad

Dos vallecaucanas que rompieron fronteras en el atletismo femenino

Juana Mosquera, la primera colombiana en avanzar a segunda ronda en Juegos Olímpicos. Elsy Rivas logró el primer título suramericano.

Ricardo Ávila Palacios
14 de octubre de 2014 - 02:46 a. m.
Juana Mosquera y Elsy Rivas brillaron en competencias internacionales en la década del 70. / Archivo El Espectador
Juana Mosquera y Elsy Rivas brillaron en competencias internacionales en la década del 70. / Archivo El Espectador

Dos vallecaucanas veintiañeras, morenas, vivaces y veloces se encargaron de romper fronteras en la historia del atletismo femenino en Colombia, en la década del 70. Antes de ellas, sólo Cecilia Navarrete había alcanzado dos distinciones internacionales: medallas de oro en 100 metros y la posta corta en los Juegos Bolivarianos celebrados en Bogotá, en 1938. Hubo que esperar 33 años para que las mujeres empezaran a dejar atrás el anonimato, en tiempos en que la ley civil colombiana las consideraba incapaces de asumir la dirección del hogar y administrar sus propios negocios, y estaban obligadas, por los congresistas que elaboran las leyes, a seguir el domicilio del marido... Una ignominia disfrazada de legalidad, que comenzó a derrumbarse en 1974.

Así y todo, Juana Mosquera (Jamundí, 19 de julio de 1950) y Elsy Rivas (Cali, 7 de mayo de 1949) fueron las primeras corredoras en lucirse en las pistas foráneas. A ambas hay que tenderles un tapete rojo por abrirles a sus sucesoras una ventana al mundo. Fue en los Juegos Panamericanos de Cali, en agosto de 1971, donde dieron las primeras muestras de su potencial en pruebas de velocidad, tras ganar la medalla de bronce enfrentando a las mejores del continente y del mundo en relevos 4 x 100, con un equipo del que también hicieron parte Ayda Ortiz y Ana Cecilia Maquilón. Este cuarteto estelar llegó a la meta con tiempo de 45,99 segundos. La medalla de oro fue para Estados Unidos (44,59 segundos) y la plata para Cuba (45,01). Las isleñas lograron posteriormente el bronce en los Juegos Olímpicos de Múnich-72. Hasta los Panamericanos de Cali, la posta corta de EE.UU. había ganado cinco de nueve olimpíadas y llegado a ese compromiso con la marca del mundo, de ahí la importancia de la medalla de bronce para las colombianas. Fue la primera vez que nuestras velocistas se colgaron una presea en la justa continental.

Juana y Elsy llegarían más lejos, pues sus actuaciones (en los Panamericanos de Cali, Mosquera fue quinta en los 100 metros y sexta en los 200, donde Rivas llegó séptima) llamaron la atención de la delegación alemana, cuyos dirigentes decidieron becarlas y se las llevaron a Berlín tres meses antes de los Juegos Olímpicos de Múnich. “Esa gira fue lo máximo para mí. En Berlín estuvimos en un palacio donde vivieron reyes europeos y convivimos con los mejores atletas del tercer mundo, como África y Suramérica, todos becados por Alemania”, recuerda Juana, quien estuvo acompañada de Elsy y el velocista Jimmy Sierra.

Ya en Múnich, Juana se convirtió en la primera mujer suramericana en pasar a cuartos de final en pruebas de velocidad en Juegos Olímpicos, donde dominaban las europeas: en 100 metros fue octava (11,65 segundos) y en los 200 fue sexta (24,0) y no logró avanzar a semifinales. “En los 200 metros me puse muy feliz cuando vi que en el tablero marcaron mi tiempo como nuevo récord para Colombia”, dice Mosquera desde Jamundí, donde vive. Rivas, entretanto, fue eliminada en la primera ronda de los 400 metros (56,33 segundos).

Aunque no se subieron al podio olímpico, las dos vallecaucanas, desde entonces grandes amigas, fueron la sensación en Múnich y en varias ocasiones los periodistas europeos las buscaron para entrevistarlas. Por su gracia y talento al correr, un reportero alemán las bautizó para el mundo deportivo como las “mariposas negras”. Terminadas las justas, a Juana y Elsy —quien retornó a Colombia a finales de 1972— les extendieron la beca deportiva por dos meses más.

Dos años después, Elsy marcó otro hito en la historia del atletismo colombiano al ganar los 200 metros durante el Suramericano celebrado en Santiago de Chile, el primer título regional en la categoría femenina. En ese campeonato, otra vallecaucana, Eucaris Caicedo —la “gacela de Guacarí”— se coronó campeona de los 400 metros. Un doblete que hizo noticia en esta parte del continente, pues las nuestras comenzaron a competir de tú a tú con las poderosas brasileñas. En 4 x 100, Colombia fue tercera. Por más de 20 años, Elsy —quien estudió educación física en la Universidad de Turabo, en Puerto Rico— estuvo vinculada a la junta de deportes del Valle.

Juana, entretanto, regresaría a Colombia 42 años después. La razón: le entregó su corazón a un alemán. Quizá por eso dice que su estadía en Berlín “fue lo máximo”. “Una semana antes de correr en los Juegos Olímpicos de Múnich, Hans Dohrnanm, hermano de mi entrenador durante mi beca en Berlín, me propuso matrimonio. Emocionada, acepté su propuesta y en febrero de 1973 nos casamos”, cuenta Mosquera, una esbelta negra de 1,72 metros de estatura. Parecía una decisión apresurada, teniendo en cuenta que no llevaban ni dos meses de novios. Pero no fue así, esta fue la historia de un gran amor que sólo pudo disolverse en 2010, cuando Hans murió.

La unión dejó dos hijos que nacieron en Alemania, donde viven: Pilar, que es docente, y Ramiro, que estudió política y deportes. Ninguno desarrolló el talento deportivo de su madre. “Pero tengo algo hermoso: lo que no sacaron mis hijos lo sacó Mayali, mi nieta de 11 años, quien ahora está en el Sport Club Charlottemburg, el mismo en el que yo estuve y representé durante mi carrera atlética en Berlín. La niña se probará en carreras de velocidad y tengo muchas esperanzas en ella”.

¿Y por qué no se quedó viviendo en Alemania?, le pregunto. “Mi meta era estar en mi país, mis hijos están grandes y yo ya era una mujer libre. Ahora vivo con Jesús Lasso, mi compañero sentimental, con quien estaba peleada cuando Hans me propuso matrimonio. Ahora estamos los dos otra vez. Yo estoy bien de salud y le agradezco que todavía me tengan en cuenta; me siento orgullosa de que aún haya personas que se acuerden de nosotras. Me hace una mujer muy feliz”, me dijo Juana al despedirse tras una hora de conversación telefónica.

 

 

ravila@elespectador.com

@ricardoavilapalacios

Por Ricardo Ávila Palacios

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar