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"El fútbol se debe vivir con locura"

Esta noche (7:45, por Win) Millonarios y Santa Fe jugarán el primer clásico capitalino, por Liga, del semestre.

Luis Guillermo Montenegro
31 de agosto de 2014 - 02:00 a. m.
Gustavo Costas al finalizar una de las sesiones de trabajo en la sede deportiva de Santa Fe en Tenjo. / Cristian Garavito - El Espectador
Gustavo Costas al finalizar una de las sesiones de trabajo en la sede deportiva de Santa Fe en Tenjo. / Cristian Garavito - El Espectador

A los pocos meses de debutar con Racing, el equipo del que había sido hincha desde niño, Gustavo Costas seguía trabajando como celador en una empresa de telefonía en Buenos Aires. Debía encargarse de su familia porque su madre no trabajaba y su padre había sido operado del corazón. Por las mañanas entrenaba y justo cuando su técnico daba el pitazo que anunciaba que la sesión había terminado, salía rápidamente a las duchas, se alistaba y corría a cumplir con su jornada laboral. Tras varios días siguiendo esa rutina, una mañana Carlos Cavagnaro, su DT, gritó: “¿Costas, cuál es el afán suyo para salir?”. “Debo ir a trabajar. Acá en el club aún no me pagan así que para ayudar en mi casa me toca”. Con asombro, Cavagnaro le dijo que renunciara a ese puesto y que regresara por la noche a la sede del club. Eso hizo Gustavo y cuando volvió, su DT ya había hablado con el presidente para que le comenzaran a pagar. “Pasé de ganar 200 pesos a una muy buena plata”, recuerda Costas, quien con ese club se consagraría unos años más tarde.

Como técnico fue campeón en Perú, Paraguay y Ecuador y este año llegó a Santa Fe con el objetivo de consagrarse en una tierra diferente. Esta noche (7:45, por Win), afrontará su primer clásico por Liga frente a Millonarios, un partido especial para él porque una de sus frases de batalla es: “los clásicos se ganan sí o sí”.

Con una simpatía especial, el argentino de 51 años atendió unos minutos a El Espectador y dejó ver una faceta desconocida por muchos: la de un hombre común y corriente y no la del eufórico entrenador que roza el desespero dirigiendo desde la raya.

 ¿Qué tan influyente es Alfio ‘El Coco’ Basile en su carrera?

Uy, mucho. Yo diría que él es mi papá futbolístico. Es con quien más tiempo compartí a lo largo de mi carrera como futbolista. Estuve cerca de cinco o seis años al lado de él y ahí tuve los mejores momentos. Como técnico me encanta porque es un tipo muy frontal, no tiene verso para nada, así que la verdad él es una persona que me ha dado mucho.

¿Trata de imitarlo?

No necesariamente de copiarlo pero uno sí trata de sacar lo mejor de sus entrenamientos para aplicarlo.

Antes de llegar a Bogotá le decían que Santa Fe era como Racing, el club de sus amores. Ya lleva varios meses acá. ¿Sí le ha parecido que hay varias similitudes?

Sí, la verdad es que son clubes parecidos. No sólo porque la barra se llame La Guardia ni porque haya durado tanto tiempo sin ser campeón, sino por la manera como se disfruta el fútbol, se canta en el estadio los 90 minutos y se vive el juego con mucha pasión. Todo es parecido menos la camiseta (risas).

¿Cómo fueron esos años en los que fue mascota de Racing?

La verdad me acuerdo muy poco porque tenía solamente tres años. Cuando Racing fue campeón del mundo me acuerdo que mi mamá hizo la bandera de Racing con papel y cuando terminó el partido salimos a la calle con camisetas y pusimos la bandera en la puerta de casa. Si te digo que me acuerdo cuando entraba a la cancha con los jugadores, para nada.

En Argentina dijo que nunca dirigiría a Independiente. En Perú, que nunca estaría al frente de la U. ¿Ahora podría decir que nunca dirigiría a Millonarios?

(Risas) No, no. La verdad es que no es cómodo hablar de eso. Independiente no lo dirigiría porque estoy muy identificado con Racing. Pero lo otro no sé. No diría eso por ahora.

“Los clásicos se ganan sí o sí”, es una frase que usted acostumbra a decir. ¿Se la mencionará a los jugadores antes del partido de esta noche?

Siempre aplica. Yo creo que los clásicos se ganan. No importa si juegas por Liga, por Copa, en un amistoso o por un tarro de leche. Son especiales porque es el partido que el hincha espera. En Argentina en el campeonato de verano se juegan cuatro superclásicos y muchas veces echaron a los técnicos por perder esos partidos. Por eso para mí siempre estos juegos serán especiales.

¿Conoce algo de Juan Manuel Lillo?

Que lo conozco, lo conozco y aunque no he leído ninguno de sus libros, sé quién es, sé la forma de trabajar y sus ideas futbolísticas.

 Usted ha sido campeón en Perú, Ecuador y Paraguay. ¿Cuál es esa clave para ganar?

Tener buenos jugadores. La verdad es que cuando he ganado es porque he tenido grupos bárbaros, que es lo más difícil para los técnicos. Cuando ya tienes un equipo organizado todo es más fácil, incluso eso es mucho más importante que la táctica.

¿Y a Santa Fe cómo lo ve?

Dios quiera que podamos celebrar a final de año. Yo veo un equipo maduro, de buenos chicos y con ganas de triunfar.

¿Rubén Rivas y Pablo Fernández son más que sus asistentes?

Claro que sí. Somos muy buenos amigos. No solamente son mis asistentes sino mis hermanos que están siempre conmigo.

¿Cuál ha sido el día más feliz de su vida?

Gracias a Dios he tenido bastantes días lindos a lo largo de mis 51 años. Pero si me tengo que quedar con un instante en especial sería con los nacimientos de mis tres hijos. El más triste fue cuando Racing se fue a la B. Yo estaba en la tribuna enyesado.

¿Cómo se ha sentido en Bogotá?

La verdad estoy feliz de estar acá. La ciudad es hermosa y la gente también. Por ahora estoy viviendo solo acá pero mis hijos vienen a visitarme seguido así que eso ha sido bueno para mí.

¿Y cómo les ha parecido a ellos?

Les gusta mucho. Mi hijo mayor pasó fenomenal y mañana llegará el de la mitad para estar unos días conmigo.

¿Es parecido el Gustavo Costas que se para en la línea a dirigir, gesticula, manotea, patea y exige, al Gustavo Costas padre de familia?

No, para nada. Somos totalmente diferentes. Cada vez que yo termino el partido soy otra persona. Para mí el fútbol se debe vivir con locura y pasión. No puedo quedarme sentado ahí.

¿Aparte del fútbol, qué más lo distrae?

A mí me gusta mucho ir a cenar con mis amigos. A tomar mate y hablar. Acá tenemos un lindo grupo de argentinos y me gusta estar con ellos. Disfruto la lectura y también de ir a los casinos.

¿Pero apuesta mucho?

No, no, es más por distraerme, pero no es un vicio.

¿Qué libro está leyendo?

Justo ahora comencé con el libro de Jorge Valdano sobre los poderes del líder. Pero también me gusta leer sobre psicología o novelas de acción.

¿Y qué música oye?

Salsa. Mucho Marc Anthony y también música argentina.

¿Qué le da suerte?

No, no pienso en eso. La suerte la necesitamos todos pero uno debe confiar en uno y sobre todo en el de arriba quien es el que decide.

Pero usted sí es muy cabalero. ¿no?

Ya no, la verdad he dejado un poco eso. En algún momento sí era muy pegado a esas cosas. Por ahí lo único es que uso el mismo pantalón todos los partidos.

¿Cuándo se emborrachó por última vez?

Ayer (risas). Mentira, mentira. Fue para un cumpleaños mío. Estaba dirigiendo en Perú y recuerdo que esa fue mi última borrachera.

¿Cuándo mintió por última vez?

Justo ahora (risas). Qué sé yo. Hay mentiras que son pequeñas pero no sé bien cuándo. Si aseguro un momento en especial te estaría mintiendo.

¿Cómo se llamaría el libro de Gustavo Costas?

Mira que no me he puesto a pensar eso. Pero creo que por todo lo que he vivido podría ser algo así como: “el luchador de la vida”. Es que nada ha sido fácil, pero gracias a Dios todo ha terminado bien. Nadie me regaló nada, no tuve un padrino que me ayudara, pero peleé la vida y creo que ha valido la pena.

 

lmontenegro@elespectador.com

@luisguimonte

Por Luis Guillermo Montenegro

 

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