Jugar es mal es cuando en la cancha no se lleva a cabo la idea que se tiene previamente establecida. Pero peor que eso es no tener una idea. Eso es lo que se percibe del Deportivo Cali y el América. No se sabe qué pretenden. Dejan la sensación de hacer lo que salga y así les va. El elenco verdiblanco clasificó este jueves a las semifinales de la Copa Águila, porque su rival, el de siempre, posee un bajísimo nivel. (Los futbolistas colombianos que buscan trabajo)
Palmaseca no tuvo hinchas y, mucho menos, espectáculo. Aunque al cuadro escarlata en el primer tiempo se le vio la actitud de buscar un gol que igualara la serie, su deficiente capacidad colectiva impidió lograr dicho objetivo. Pocas veces asusta a las defensas rivales y cuando tiene un penal (discutido) Santiago Silva lo anuncia y, además, le pega mal.
El Cali, menos peor que el América, tampoco generó gran cosa. En la segunda parte se adueñó de la pelota (a la que ambos maltrataron utilizándola tan mal) y contó con intentos de Nicolás Benedetti y Andrés Felipe Roa, que, ante una defensa mala como la de Hernán Torres, estuvieron cerca de romper el desierto de anotaciones.
De la llave que conforman Santa Fe y el Deportivo Independiente Medellín saldrá el rival del Deportivo Cali para luchar por un cupo a la serie definitiva de la Copa Águila. Héctor Cárdenas, si no sale antes, deberá mejorar demasiado el funcionamiento para derrotar al equipo bogotano o al paisa, que hoy en día son inmensamente superiores.
El domingo, por la décima jornada de la Liga, la de los clásicos, los cuadros protagonistas de esta noche se volverán a enfrentar. Ahora será en el estadio Pascual Guerrero. Está autorizado el ingreso de público. Los hinchas de América sufrirán porque la lucha por no descender continúa y los del Cali a razón de que el juego actual va por el sendero opuesto a la décima estrella. La retina de los neutrales también es probable que padezca, pues el buen fútbol parece utópico que aparezca.
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