El “show” de Yimmi, refuerzo de lujo para el Júnior

En el equipo de Barranquilla, el jugador vallecaucano espera contar con confianza, lo que le faltó para poder triunfar en el fútbol de México.

Luís Guillermo Montenegro
11 de julio de 2017 - 11:44 a. m.
Yimmi Chará, jugador del Júnior de Barranquilla. / Cortesía El Heraldo
Yimmi Chará, jugador del Júnior de Barranquilla. / Cortesía El Heraldo

En el barrio Las Veraneras de Cali creció Yimmi Chará. Su infancia fue tranquila y gracias al trabajo de su papá, Jesús Henry, que era obrero, y su mamá, Graciela, empleada doméstica, nunca le faltó nada. Su única preocupación era rendir académicamente en el colegio y luego ir por las tardes a entrenar. Sus ídolos y referentes fueron, desde el comienzo, sus hermanos Diego y Felipe, quienes llegaron a ser profesionales como él. De hecho, ser el menor de la familia fue un beneficio, pues no le tocó abrir el camino y pudo aprovechar muchos beneficios que le dio, sobre todo, Felipe, su hermano mayor.

Su inicio en el fútbol fue en la escuela Las Ceibas, en Cali. Allí descrestó por su velocidad y agilidad. En ese momento Felipe, que jugaba en Atlético Nacional, lo llevó para que lo vieran en las inferiores del cuadro verdolaga y estuvo unos meses allá. Justamente, ese paso por el equipo antioqueño lo marcó porque no aprovechó la oportunidad de formarse en un club grande. Acostumbrado a tener todo de una manera fácil, gracias a la gestión familiar, se conformó con poco y eso causó que lo sacaran del cuadro paisa. Por esos días vivió un momento muy duro. La muerte de sus abuelos, quienes fallecieron al tiempo y habían sido un gran apoyo para la carrera futbolística de los hermanos Chará.

Cabizbajo regresó a Cali a formarse en Boca Juniors. Siguió madurando como juvenil y finalmente le llegó la oportunidad de debutar como profesional. Lo hizo en Centauros de Villavicencio, en la Primera B. Luego, Gabriel Camargo se fijó en él y le hizo un contrato para jugar en el primer equipo de Deportes Tolima, club en el que se consolidó.

Le fue tan bien que tras conseguir el título de la Copa Colombia e incluso llegar a ser convocado a la selección de Colombia, el Monterrey de México lo compró. Pero la experiencia internacional no fue tan buena. Le costó consolidarse, no tuvo muchas oportunidades y eso no le permitió ser valorado. En 16 partidos marcó cuatro goles.

Pero en 2015 llegó a Atlético Nacional, el mismo club que lo había desechado cuando era niño. Jugó sólo un semestre en el equipo de Medellín, pero lo necesario para demostrar que con confianza era un jugador diferente, de esos que ganan títulos y hacen celebrar a la hinchada. Como su pase seguía siendo del Monterrey, no pudo continuar en el equipo antioqueño, pues los mexicanos querían darle una nueva oportunidad.

Lo intentó primero en Dorados de Sinaloa, pero el equipo en general no estuvo a la altura. Regresó a Monterrey, club en el que marcó goles determinantes y tuvo mayores oportunidades de jugar. Sin embargo, le hacía falta algo que es vital para un futbolista: confianza.

Júnior se la jugó por él. Pagó más de cuatro millones de dólares al Monterrey para hacerse con los derechos del caleño de 26 años —una cifra histórica en el fútbol colombiano—, pensando en armar un proyecto serio que volviera a llevar al equipo barranquillero a los primeros lugares de Colombia.

Junto a su esposa y su hijo Juan Pablo llegó a Barranquilla como una estrella de rock. Cientos de personas lo esperaron en el aeropuerto. Autógrafos, fotos, declaraciones. Al otro día una presentación en el estadio Metropolitano a la que fueron cerca de 18 mil personas, más de las que habían ido al último partido de la Liga del semestre anterior. En ese momento sólo podía sonreír, pero en el fondo tenía una presión extra, pues se esperaba mucho de él.

Y llegó el día del debut con la camiseta número ocho del Júnior. Salió a la impecable cancha del estadio Metropolitano para enfrentar a La Equidad. Junto con Teófilo Gutiérrez, fue de los más ovacionados. Al minuto 47 respondió con gol y puso a celebrar a las cerca de 32 mil personas que fueron al Metro.

La confianza que le dieron el técnico y la hinchada fue fundamental para él. De hecho, siempre que se ha sentido valorado ha respondido. En México dudaron de él y por eso los resultados no fueron positivos del todo. Ahora, como ídolo naciente de la hinchada costeña, Chará espera seguir siendo fundamental para su equipo y también levantar su nivel futbolístico para volverse a poner la camiseta de la selección de Colombia.

Por Luís Guillermo Montenegro

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