Gregorio Pérez, el uruguayo que tiene marchando a Santa Fe

El entrenador del cuadro cardenal habló con El Espectador de su vida como futbolista, de sus mentores en la dirección técnica y de su presente en Colombia, entre otras cosas.

Camilo Amaya
13 de agosto de 2017 - 03:04 p. m.
 Gregorio Pérez, técnico de Independiente Santa Fe. / Óscar Pérez - El Espectador
Gregorio Pérez, técnico de Independiente Santa Fe. / Óscar Pérez - El Espectador
Foto: OSCAR PEREZ

Gregorio Pérez respondió el teléfono como uno más, sin el tono pomposo de su cargo, o mejor dicho, el tono que le estaría permitido por ser el entrenador de Independiente Santa Fe, el equipo sensación en lo que va del torneo colombiano, el conjunto que no pierde y que, por ahora, ha hecho de la victoria un hábito más. El uruguayo tiene un poco de afán porque se va a reunir con sus jugadores en el lobby del hotel en el que están concentrados. Prefiere no decir sobre qué va a hablar con ellos. Eso es intimidad, eso se guarda de manera sacrosanta. Dice que tiene 15 minutos. Pide precisión en las preguntas. A medida que el diálogo toma forma, sus palabras fluyen. Respuestas cortas que se hacen largas por la pausa y la tranquilidad con la que habla. Es metódico hasta para contestar. Parece que el tiempo se detuviera. Con una puntualidad de tren alemán la llamada termina a los 14 minutos y 52 segundos.

¿Cómo era de futbolista?

Nunca sobresalí por mis condiciones técnicas, pero era un jugador muy disciplinado, de los que llaman obreros dentro de la cancha. No era el mejor, pero con actitud y profesionalismo trataba de suplir las falencias que tenía con la pelota.

El futbolista que más recuerde con el que haya jugado…

No puedo dar un nombre, porque sería ignorar a muchos de los que aprendí un montón y que me asombraron en la cancha. Tuve la oportunidad de compartir con varios talentosos y de dirigir a otros cuantos. No puedo responderte eso.

¿Qué le saca el mal genio?

En el fútbol, que los jugadores no cumplan los horarios establecidos. Me da rabia.

¿Y en la vida cotidiana?

No demuestro mucho mis emociones, ¿sabés? Y eso no quiere decir que no sienta, porque cada hombre lleva su procesión por dentro. A mí algo que me pone mal, no de mal genio, es ver a los niños en la calle pidiendo dinero, con necesidades. Me duele, porque tengo hijos y cuatro nietos y gracias a Dios a ellos no les hace falta nada. Entonces ver una imagen así me impacta. Qué lástima que vos solo no puedas solucionar un problema de tal dimensión.

¿Qué hace cuando terminan los entrenamientos con Santa Fe?

Primero descanso un poco. Después almuerzo y tras un reposo miro lo que se hizo en la práctica. Me gusta analizar el trabajo y desglosarlo. Corregirme a mí mismo para poder corregir a mis jugadores. Soy una persona muy tranquila y en el tiempo que llevo viviendo en Bogotá no he salido mucho. También hablo con mi familia, interiorizo lo que hice en el día y me acuesto a dormir temprano.

¿Cuánto tiempo del día dedica para analizar a los rivales?

Yo me tomo mis tiempos, son los correctos y con tantos años en esto así lo he aprendido. Recién llegué a Colombia me la pasaba horas y horas estudiando el fútbol de acá, profundizando, entendiendo. Ahora, con varios partidos, ya no es tanta la carga. Estoy un poco más tranquilo y eso es lo que necesito para poder hacer bien mi trabajo: tranquilidad.

En Uruguay dicen que usted siempre le madruga al sol.

Sí, me levanto temprano, a eso de las 5:00 a.m. Lo hago ahora cuando estoy trabajando, lo hice cuando estaba sin empleo y lo seguiré haciendo. Te levantás con la mente fresca, los pensamientos son más claros y, por supuesto, te podés tomar unos buenos mates amargos.

¿Cuántos se toma por la mañana?

Entre 12 y 15.

¿Qué le gusta leer, además de libros sobre fútbol?

Me gusta mucho la historia, sea de algún personaje o de un país. También los periódicos. Por ejemplo: acá pedí que me lleven los diarios al cuarto. Quiero tener información sobre lo que me rodea. Es importante saber qué pasa en el lugar en que vivís.

¿Al cuarto?

Sí, estoy viviendo en un hotel, por ahora.

Dicen que Óscar Washington Tabárez fue su mentor, pero eso no es cierto, hay otro entrenador que usted siempre nombra. ¿Quién es y por qué fue tan importante en su carrera?

Al profesor Tabárez le aprendí un montón, dejame decir eso primero. Ahora continúo. Yo soy de la escuela de José Ricardo De León. Él marcó un antes y un después en el fútbol uruguayo. Era un genio obstinado. Lo tuve como entrenador y con él participé de un hecho histórico para nuestro país: romper con la hegemonía que traían Nacional y Peñarol. De su mano quedamos campeones con Defensor en 1976. Después fui su ayudante y el aprendizaje fue mayor.

¿Por qué De León revolucionó el fútbol uruguayo?

Por la manera en la que les hablaba a los planteles, la motivación que imprimía, las ganas y el coraje que transmitía. Además, las bases y el conocimiento a la hora de explicar la parte técnica eran impecables. Entendía las cosas y después convencía al grupo de profesionales. La palabra es vital, la confianza también. Él las tenía ambas. Me dejó un diccionario de cosas del fútbol que he llevado en mi mente durante los 38 años que he sido director técnico.

¿Qué extraña de Uruguay?

Mi familia. Mis cuatro nietos, algunas amistades. Pero así es cuando algo te apasiona en la vida. Tenés que sacrificar cosas. En mi camino de aprender cada día he entendido que no puedes tener todo lo que quieres, y que a veces hay que renunciar a algo para cumplir tus sueños. Por fortuna en esta época tecnológica es muy fácil hablar con ellos o que tomen un avión y vengan a visitarme.

Cuando asumió el cargo de entrenador de Santa Fe, ¿con qué equipo se encontró?

Con buenos profesionales y con excelentes seres humanos. Por ahora no he notado mucho la diferencia porque, por fortuna, llevamos una buena racha, entonces no sé cómo se comportan mis jugadores en momentos de crisis. Hemos ganado ocho partidos y empatado tres. Eso sí, la dedicación y la disciplina en el trabajo son las mismas. Hay cosas por mejorar, claro, pero no te las puedo decir. Te puedo asegurar que estamos trabajando de lleno para superar nuestras falencias.

¿Están preparados para cuando vengan las derrotas?

Lo sabremos cuando pase. Ahora lo importante es que a pesar de los buenos resultados el plantel sabe que debe trabajar cada día más y mejor para mantener la racha. Siempre hay cosas que mejorar.

Por Camilo Amaya

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