Las alegrías de Cristian Martínez Borja, delantero del América

El chocoano de 29 años fue clave en la primera victoria del América de Cali en su regreso a la A. Es la primera tripleta en su carrera.

Paula Andrea Casas Mogollón
13 de febrero de 2017 - 03:39 a. m.
Las alegrías de Cristian Martínez Borja, delantero del América

La maltrecha y polvorienta cancha en frente de su casa en el barrio San Vicente de Quibdó fue el escenario en el que Cristian Martínez Borja se hizo como futbolista. Llegó a este deporte por casualidad. Gracias a su personalidad rebelde encontró en la calle un refugio y el amor de su vida: el fútbol. Desde muy pequeño, con siete años, comenzó a trabajar ayudando a su padre, Arnobio, quien se dedicaba a recolectar arena. Él y sus cinco hermanos se levantaban temprano y navegaban por el río Atrato en busca del sustento diario. Lo que recolectaban lo vendían a la construcción.

Martínez Borja a veces cogía la pala para recolectar más y ayudar, sin embargo, no tenía la suficiente fuerza y no reunía mucho. Tanto esfuerzo, más el sol ardiente de Chocó, le sacaron ampollas en las manos. Por eso lo alternaba con el trabajo de su madre, Romelia: vender chance o plátanos.

Debido a la violencia que azotaba al Pacífico, su padre trataba de mantener a sus seis hijos ocupados. El delantero de 29 años, al ver el panorama, quiso ser militar, algo que le gustaba, pero no lo desvelaba como lo hacía el fútbol. A pesar de que sus compañeros, que eran más grandes, no lo dejaban jugar en la cancha del barrio porque para ellos era muy pequeño y no tenía la fuerza ni la talla para hacer un mano a mano, su sueño de ser futbolista seguía intacto.

Comenzó como arquero, pero su actuación no fue muy buena, y luego lo intentó como volante. Allí anotaba muchos goles y notó que sus largas y robustas piernas eran una virtud, algo que pocos tenían.

En ese momento se dio cuenta de que su posición era de delantero y su hermano, que sí era un volante, lo ayudó. El sueño de la familia Martínez Borja siempre fue tener un futbolista y su hermano se perfilaba para serlo, pero por cosas de la vida no pudo y le dejó esa herencia a Cristian.

La violencia y los vicios le arrebataron a muchos de los amigos con los que jugaba. Las balas y la droga eran el pan de cada día, pero él asegura que es un milagro de Dios y del deporte que no cayera en esos malos pasos, más el miedo que le tenía a su padre. No obstante las adversidades, esa fue la época más feliz para el delantero de América de Cali.

Su vida cambió cuando tenía 15 años. Un amigo lo llevó a Bogotá para probar suerte en lo que más le gustaba hacer: jugar fútbol. Aunque su sueño siempre fue hacerlo con América, su talento llegó a Patriotas, que fue el equipo con el que se dio a conocer en el Torneo Águila y consiguió que su nombre sonara en el exterior. Llegó al Internacional de Brasil.

En el balompié brasileño estuvo cuatro años. Posteriormente llegó a Serbia, al Estrella Roja. Pero un año después le tocó volver a Colombia. Nuevamente la violencia y la guerra, sumadas a una crisis económica del club, empañaron su sueño de seguir jugando.

A su regreso tuvo la opción de militar en otro rojo. Santa Fe le abrió las puertas y anotó 11 goles, los suficientes para catapultarlo nuevamente al exterior. Comenzó a jugar con Tiburones de Veracruz. En México tuvo la oportunidad de estar tres años, cuando el 29 de junio de 2016 recibió la noticia que había esperado toda su vida: al fin podía hacer parte de la nómina de América de Cali.

A pesar de que para esa época estaba en la B, era su mayor sueño e ilusión. Su primer gol con el club escarlata fue en la victoria sobre Leones. En esa temporada consiguió marcar 15 goles, siendo el más importante el que le dio al equipo de sus amores para ascender. Cuando llegó a Quibdó, la gente, que antes no lo reconocía, salió a recibirlo como un héroe.

Sin embargo, su buen inicio en la primera división con América se vio empañado por un problema con el contrato en Veracruz. Martínez Borja prefirió que no le dieran un solo peso con tal de quedar libre y poder jugar en el club de sus sueños.

Y sí que ha conseguido hacer historia. El sábado, en el duelo con Júnior, sus tres goles le dieron la primera victoria a la mechita en su regreso a la A. Es el primer hat-trick que logra en su carrera.

Por Paula Andrea Casas Mogollón

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