Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El hincha de Millonarios se acostumbró a hacer de la nostalgia su otra bandera. Si hay alguien que se niega a borrar el pasado y que se aferra a él, ese es un hincha de Millonarios, que vio cómo su equipo dejó de asistir a las finales del fútbol colombiano y poco a poco se fue extraviando del panorama del balompié latinoamericano.
Y cada 18 de junio, cuando se celebra la fundación del equipo por parte de Alfonso Senior Quevedo en las calles del centro de Bogotá, se reafirma ese rasgo característico del aficionado embajador. Los buenos momentos, que por esencia llevan el azul, están teñidos también de blanco y negro. Y es por ese elemento en particular que no hay una mejor forma de reivindicar la historia, y ese “Azul, camiseta de gloria” que celebrando los 75 años con el título que está disputando en esta edición de la Liga BetPlay contra Deportes Tolima.
El tiempo tiene sus artilugios. El Millonarios de ahora tiene glorias del pasado y promesas del futuro. Y es quizás esa mezcla la que dio como resultado esta oportunidad dorada de hacer historia. Sí, dorada como ya lo fue a finales de la década de 1940 y a principios de la década de 1950, cuando se decía que el mejor fútbol del mundo estaba en los pies de Alfredo Di Stéfano y Adolfo Pedernera.
Al mando está Alberto Gamero, que ganó con el cuadro embajador su único título como jugador en 1988, año en el que también Arnoldo Iguarán y Cerveleón Cuesta, quienes forman parte del proceso de la plantilla actual, vistieron el “Azul, camiseta de gloria”.
Lea: Sigue cruda la idea: Colombia empató sin goles ante Venezuela
La importancia de construir el presente sin dejar en el olvido el pasado. La necesidad de fortalecer la identidad no solo para saber quiénes somos, sino para entender por qué lo somos.
Y en el fútbol sí que se hace fundamental no olvidar esta tarea, porque Juan Moreno, Andrés Llinás, Ómar Bertel, Andrés Román, Ricardo Rosales, Stiven Vega, Juan Camilo García, Émerson Rodríguez, Édgar Guerra, Jáder Valencia, Diego Abadía, Jorge Rengifo y Juan Camilo Salazar, quienes representan la cantera de los últimos años, pudieron entender mucho mejor el peso de vestir la camiseta de Millonarios cuando los saludaron las glorias de antaño, cuando fue Arnoldo Iguarán, uno de los goleadores históricos de la selección de Colombia, el que estrechó sus manos y les dio la bienvenida y el visto bueno para asumir la responsabilidad de seguir haciendo historia.
Y son los jóvenes de ahora los que podrían leerse en los mismos renglones de los campeones de El Dorado, de los campeones que se proclamaron después como Delio Maravilla Gamboa, Arturo Segovia, Willington Ortiz, Alejandro Brand, Jaime Morón, Otoniel Quintana, Juan José Irigoyen, Carlos La Gambeta Estrada; de los que vinieron después de 24 años sin conocer y reivindicar la gloria, de Luis Delgado, Pedro Franco, Román Torres, Rafael Robayo, Máyer Candelo, Wilberto Cosme, Wason Rentería; de los que ganaron uno de los títulos más recordados para el porvenir en 2017 contra Santa Fe: Nicolás Vikonis, Andrés Cadavid, Jhon Duque, Henry Rojas, Hárold Santiago Mosquera, Ayron del Valle y uno que permanece en la actual nómina como capitán y jugador de experiencia: David Macalister Silva.
Pese a sus problemas personales, el fútbol ha demostrado que cuando un gran jugador vuelve a casa a cumplir el sueño de retirarse, una gloria trae bajo el brazo.
Y esa fue la ilusión con la que vino Fredy Guarín a principios de este año, y esa fue la ilusión con la que los hinchas empezaron a confiar más en el proyecto de Gamero; y volvió también Fernando Uribe, que fue goleador con Millonarios en 2015, cuando no le alcanzó para ser campeón; también estaba Cristián Arango, que aunque ya estaba desde 2020, retornó después de su paso por Portugal y decidió portar la 10 para ser uno de los protagonistas del sueño de siempre, del anhelo de la estrella y su símbolo de quedar grabados en el cielo, el lugar destinado para la eternidad de los seres humanos.
Lea: Así fue la ida de la final de la liga colombiana
“La principal virtud de Millonarios es su entrega, su lucha y su amor propio. Eso nos tiene acá, porque independientemente de las individualidades prima el grupo. Nosotros sabemos a qué jugamos y por eso llegamos a este lugar”, dijo Macalister Silva, quien fue también producto de las divisiones menores del cuadro embajador hace varios años, que pasó también por el Tolima y que ya sabe lo que es ser campeón con la camiseta azul.
Ese amor propio y esa lucha que señala reivindican entonces los valores del club, honra a quienes celebraron una estrella con el uniforme embarrado y las piernas raspadas. La posibilidad de lograr un título en los días en que se celebran 75 años de historia, quizá tarde un buen tiempo en repetirse, por ello quienes visten la camiseta azul deberán entender el llamado del destino y hacer todo lo posible por ofrecerle un título a su gente, a los que están y a los que se llevó esta pandemia que no solo alejó a los hinchas de los estadios, sino del milagro mismo de vivir.