Ricardo Márquez, el “Caballo” del gol

El samario marcó 20 goles en los 26 encuentros que jugó con el Unión Magdalena en el torneo de ascenso 2018. Este año lleva cinco.

Andrés Montes Alba - @amontes023
18 de febrero de 2019 - 03:27 a. m.
El delantero samario Ricardo el “Caballo” Márquez.  / Óscar Pérez
El delantero samario Ricardo el “Caballo” Márquez. / Óscar Pérez

En los últimos años, Millonarios ha querido demostrar que en sus divisiones menores están surgiendo nuevos y buenos futbolistas. Las ventas de Hárold Santiago Mosquera a la MLS y Juan Camilo Salazar al fútbol argentino, en parte, pueden probar eso. Aunque, como en todo proceso, hay fallos y descuidos. En 2016 Jorge el Chamo Serna, director de divisiones menores del club azul, le dijo a Ricardo Márquez que no servía para ser delantero y que su biotipo, su físico y sus limitaciones solamente le daban para ser defensor central. El ahora goleador del Unión Magdalena se negó a jugar atrás, pidió sus papeles y se devolvió para Santa Marta. El tiempo le dio la razón.

El camino de Márquez comenzó como el de los jugadores samarios de otras épocas. En esas canchas empolvadas de tierra y piedras pequeñas que tienen los barrios más antiguos de la capital del departamento de Magdalena. La suya, la de Los Pericos, en la zona de Los Ángeles. Allí, su padre, Ramón, lo empezó a mostrar. El sueño de ambos siempre fue llegar al profesionalismo.

Cuando tenía diez años, un par de minutos fueron suficientes para que lo aceptaran en la escuela del Pibe Valderrama. Comenzó a participar en torneos regionales y disputó el tradicional Pony Fútbol. A los 15 años metió 17 goles en un torneo nacional sub-17. El entrenador Neys Nieto, encargado de las divisiones menores de Millonarios en ese entonces, se lo llevó a Bogotá.

En la capital de la república duró apenas tres meses. Nieto fue ascendido a asistente del técnico Ricardo Lunari en el plantel profesional y por eso Serna asumió su cargo. “Él pensó que yo no quería estar en el equipo y eso es mentira. Yo sí quería, por eso me vine desde Santa Marta, pero es que yo hago goles. A mí me gusta atacar, hacer goles”.

Eso no lo aceptó Serna, y Márquez tuvo que regresar a casa. Comenzó a trabajar haciendo domicilios. Tal como lo hacía antes de irse a probar con Millonarios. “Mi sueldo era lo que me daban por cada mandado. Trabajé en dos sitios y mi ventaja era que, como me gustaba montar patineta, iba más rápido y ganaba más plata”.

Además de los domicilios también repartió volantes. “La primera quincena que me pagaron la llevé a mi casa, aunque no era obligación. Cuando me dieron lo del resto del mes, eso sí era para mí, pero por andar en la patineta, los perdí”. A pesar de la mala experiencia en Millonarios, Márquez no quiso abandonar el sueño de ser profesional en el fútbol. De eso se dio cuenta Jesús Vargas, quien era el preparador físico en las divisiones menores del Unión y lo vinculó al Ciclón.

“Sus condiciones eran tan buenas que jugó categoría sub-20 con nosotros durante tres años siendo él todavía de menor edad”, recuerda Vargas, quien con el tiempo se convirtió en el principal formador del hombre que en 2018 marcó veinte goles en 26 partidos en el torneo de ascenso del fútbol colombiano.

En el regreso del Unión Magdalena a primera división, después de 13 años, el Caballo ha sido figura. En cuatro partidos en la Liga Águila ha marcado en cinco ocasiones. Y mañana, desde las 7:30 p.m., por Win, enfrenta al Deportivo Cali. Esos números dejan ver que al frente hay un goleador puro que es resultado del esfuerzo, la perseverancia y la voluntad de nunca bajar los brazos.

La vida es una carrera de resistencia más que de velocidad. Cuando llegó al Unión tuvo un problema con uno de los dirigentes. Algunos allegados al club de ese entonces le achacan ese altercado al carácter fuerte de Márquez. Por esa pelea fue relegado al equipo suplente.

Unión contaba con una buena camada de jugadores jóvenes y se llevó a los mejores a Magangué, en donde jugaba el plantel profesional, pues el histórico estadio Eduardo Santos no cumplía con las condiciones para recibir partidos de la Dimayor.

Esa fue la única vez en la que Márquez pensó en retirarse. “Él ya lo había decidido, pero lo convencí y le prometí que lo íbamos a volver profesional”, comenta Vargas. Por eso en el teléfono del Caballo hay dos números que tienen la palabra “papá”: el de su padre biológico (Ramón) y el del fútbol (Jesús).

Duró dos años marcando goles en los torneos del fútbol juvenil en el país. La reestructuración del Unión, en 2018, permitió que el equipo volviera a Santa Marta y la apuesta del técnico Hárold Rivera fue darles minutos a los jóvenes. Esa fue la oportunidad que Ricardo Márquez siempre estuvo buscando.

Lo demás ha quedado en el registro. Desde que es profesional ha jugado treinta partidos, en los que ha anotado 25 goles. Unos números nada despreciables para un delantero que a sus 21 años se muestra con el talento, la potencia y el desequilibrio de un futbolista que tiene todas las condiciones para llegar al más alto nivel.

Muchas veces la chequera no asegura una buena cantera. Cada semestre, al iniciar el torneo, Millonarios busca un gran delantero. Hace un par de temporadas lo tenía, pero un descuido, o un mal diagnóstico, lo privó de disfrutar de quien es hoy el nuevo goleador del fútbol colombiano.

*La edición original de este artículo salió publicado con el año 2014. Fue un error en la precisión de la fecha que fue en 2016. Lo ocurrido entre Jorge Serna y Ricardo Márquez sí pasó como lo detalla el texto.

Por Andrés Montes Alba - @amontes023

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