Conociendo a Falcao, el ídolo

Pablo Castellanos cumplió el sueño de su vida al ver por primera vez en persona al delantero colombiano.

Jesús Miguel De La Hoz
17 de junio de 2017 - 05:14 p. m.
Falcao saluda a Pablo Castellanos, niño de 12 años que quería conocerlo.  / El Espectador
Falcao saluda a Pablo Castellanos, niño de 12 años que quería conocerlo. / El Espectador

Dos minutos. Ese fue el tiempo en el que Pablo Castellanos olvidó que sufría de parálisis cerebral. Fueron los 120 segundos que soñó durante toda su vida. A su lado tenía a Falcao, su ídolo. Sintió que volaba. Dejó de lado el caminador azul. El sueño de conocer al delantero de la Selección Colombia y del Mónaco se le había hecho realidad. No lloró de berraco, solo sonrió. Fue tan grande su sonrisa que por dos minutos Falcao se sintió de nuevo un niño. Al final, lo abrazó como si estuvieran celebrando el gol de un título.

Pablo durante todo el día estuvo inquieto. Desde las 10:30 a.m. se plantó en el Nike de la 82 para poder ver al delantero samario. Fue una espera larga. Duró horas mirando para los lados, sacándose las gafas, cogiéndolas con sus manos y dándoles vueltas para terminar poniéndoselas de nuevo. Cuando no encontraba en qué distraerse, con los dedos cruzados miraba para la silla que estaba destinada para Falcao. La miraba como imaginándose que él estaba allí. Lo silueteaba con sus ojos, mientras suspirada desesperado creyendo quizá que nunca llegaría.

La espera fue eterna. Vivir apoyado los 12 años de su vida en un caminador, fue suficiente para que ese viernes 16 de junio decidiera seguir de cerca el minutero del reloj hasta las 3:45 pm cuando apareció el Tigre. Un alarido ensordeció la calle 82 en Bogotá. Dentro de la tienda todos se alistaron para recibirlo. Castellanos, siempre al lado de su mamá Yuli Poveda, se paralizó. Sabía que no había marcha atrás. El momento había llegado. Cuando Falcao entró, sus ojos se iluminaron y la emoción fue tan grande que Pablo intentó salir corriendo para abrazarlo.

Para este joven de 12 años, Falcao lo es todo. Lo sigue en cada paso que da. Cuando se le pregunta por un partido de fútbol, siempre trae a su memoria la imagen del Tigre rompiendo las redes. Cuando ve al delantero jugar, él siente que está a su lado haciéndole un pasegol, asistiéndolo para que sume un tanto más en su carrera deportiva. Salta en el sofá, se coge la cara y grita. Y cuando Falcao marca, abre los brazos y se transporta al estadio donde miles de aficionados ovacionan con gritos a su ídolo.

Esa tarde de viernes se olvidó de sus piernas atadas y creyó por unos instantes, que no era necesario caminar para poder tocar a un grande del fútbol.  “Mi experiencia con Falcao fue increíble, mi sueño más grande siempre había sido conocerlo”. Sobre el delantero tiene mil y una historias por contar. Recuerda cada uno de sus goles como si estuviera viéndolos, el que más lo emocionó fue el que el delantero le marcó al Manchester City en la Liga de Campeones.

Pero no todos los recuerdos son buenos. Existe uno que tiene aún a flor de piel que fue la lesión que lo sacó del Mundial. “Me puso triste porque en ese tiempo yo me estaba preparando para una operación en las piernas”, indica entre los dientes, como si fuera algo que quisiera reprimir. “Pero verlo levantarse de eso fue una motivación. Porque me invitó a recuperarme al mismo tiempo que él. Estoy muy feliz porque él pudo salir adelante”.   

La vida de Pablo Castellanos no ha sido fácil. Nació con parálisis cerebral. Así que ha tenido que pasar por rehabilitación integral, cirugía de ojos, de columna, de cadera y de piernas. “Hemos hecho todo con la voluntad que él afronte esto de buena manera y tenga todo lo que necesite para mejorar su calidad de vida”, dice Yuli Poveda. Él asume esta enfermedad con grandeza y la afronta como Falcao disputa cada uno de sus partidos. “Mi historia ha sido increíble, ha sido un reto que Dios me ha mandado y lo acepto con mucho cariño”, dice.

Para este joven no existen limitaciones. Practica fútbol y natación. Su amor es el balompié, así que se apoya en su caminador y patea el balón con todas sus fuerzas. Ha hecho goles por montones, siguiendo los pasos de su ídolo. Nada lo amilana. Es un joven que aprendió a no rendirse nunca. “Voy luchando y asumiendo las cosas que diosito me mandó”. Así encara la vida, con berraquera y mucha alegría. Pero este viernes 16 de junio de 2017 quedará grabado en su corazón y en su memoria. Fue el día en el que conoció a Falcao. “Fue un momento inigualable”.

@J_Delahoz

jdelahoz@elespectador.com

Por Jesús Miguel De La Hoz

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