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Luis Suárez fue expulsado en el partido entre el Barcelona y el Atlético de Madrid. El delantero uruguayo, en un salto, abrió los brazos y le pegó a Koke. El árbitro decidió sacarle amarilla y después la roja al delantero. Salió enfadado. Tiró las canilleras de la indignación. Y alegó y gritó por la decisión del juez de sacarlo del encuentro y por sus repercusiones.
“Me río de la expulsión porque parece que era lo que quería el árbitro. En ningún momento tengo la intención de golpearlo en el salto”, enfatizó el goleador, una semana después de que la directiva del Barcelona pactara con los jugadores rebajar las protestas contra los colegiados. Pero no fue Suárez el único que habló del arbitraje.
El técnico del Atlético, Diego Simeone, fue muy calmado en el momento de hablar en rueda de prensa sobre el arbitraje. “Ustedes ven todo. No hace falta que me pregunten. Nosotros tenemos que hablar de fútbol y ustedes tienen que hablar de lo que normalmente hablan”. Pero se soltó en declaraciones a GolTV: “Desde todos los lados se ven las cosas que más convienen a cada equipo, pero tengo claro por qué en Champions tenemos más opciones que en Liga o en Copa”.
Además de lanzar airadas críticas, quiere Luis Suárez que el club apele la segunda amarilla que le enseñó Gil Manzano tras la lucha por un balón aéreo con Koke. “Creo que es lo justo”, indicó el 9. Y el director deportivo, Robert Fernández, se vio más serenos en las declaraciones: “Estudiaremos las imágenes, sobre todo en el caso de Suárez, para ver si se puede apelar esa amarilla. Se ve claramente que no tiene ninguna intención de hacer daño”.