River vs. Boca, el partido más largo de la historia

En el estadio Santiago Bernabéu de Madrid se definirá hoy el título de la Copa Libertadores de América.

Daniel Avellaneda
09 de diciembre de 2018 - 04:48 p. m.
River y Boca definirán el campeón de la Copa Libertadores este domingo en el Santiago Bernabéu.  / AFP
River y Boca definirán el campeón de la Copa Libertadores este domingo en el Santiago Bernabéu. / AFP

Bill Murray, notable actor norteamericano, interpretó en 1993 a Phil Connors, un meteorólogo estrella que quedaba atrapado en las mismas 24 horas. Hechizo del tiempo es el nombre de esta comedia de enredos. Cada día, a las 6:00 a.m., el reportero escuchaba idéntica música que la mañana anterior y experimentaba vivencias repetidas. La final de la Copa Libertadores de América se parece bastante a aquel film hollywoodense. A fin de cuentas, es un partido de nunca acabar. Si hace un mes que se viene hablando del River-Boca que captura la atención de los argentinos y de todo el planeta. En definitiva, fue catalogada como la final del mundo. Este domingo, de una vez por todas, habrá definición, parece. Atrás quedarán las palabras fuertes, la violencia exacerbada y el bochorno de la postergación. Rodará la pelota en el estadio Santiago Bernabéu.

Y no, no es un error de tipeo. River Plate y Boca Juniors, los equipos más grandes de la Argentina, jugarán la final del máximo torneo continental del otro lado del Atlántico. Será en la Casa Blanca del fútbol, a las 2.30 p.m., por Fox Sports, lejos del Monumental, el escenario de una revancha que quedó inconclusa por los incidentes que se produjeron en las horas previas. Un grupo de energúmenos atacó el autobús que trasladaba al plantel xeneize. Arrojaron piedras, botellas y otros objetos contundentes sobre las ventanillas, que estallaron y produjeron heridas en algunos futbolistas. Los gases lacrimógenos que la Policía utilizó para dispersar le provocaron una fuerte irritación en el ojo izquierdo a Pablo Pérez, capitán azul y oro. Y el partido, que se iba a disputar el 24 de noviembre, se suspendió. Tampoco se jugó al día siguiente. Hubo resistencia de Boca, pese al “pacto de caballeros” que habían firmado Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici, presidentes de River y Boca, protagonistas de una guerra mediática.

Fueron muy calientes estas horas y horas de espera, de abogados y escritos presentados en la Conmebol. Boca pidió los puntos y el trofeo con el argumento del que “a escritorio mata, a escritorio muere”. El antecedente de 2015, cuando los futbolistas de River fueron atacados con gas pimienta en el momento en el que salían a jugar el segundo tiempo, pesó para el reclamo y no le dieron lugar al pedido xeneize. El Tribunal de Disciplina sostuvo que los disturbios ocurrieron a 800 metros del acceso al Monumental. ¿Por qué, entonces, clausuraron el estadio y se llevaron el partidazo a otro país?

Que se jugaba en Asunción. Que se jugaba en Doha. Se juega en Madrid, en la tierra de los conquistadores. A contramano de la historia y del nombre que lleva la Copa en tributo a los libertadores de América. ¿Qué dirían Simón Bolívar o don José de San Martín? España será la sede de este imperdible mano a mano, un golpe al corazón de los argentinos. El operativo de seguridad que falló en Núñez, la reacción de los violentos y el negocio que alumbró en el medio del caos le quitaron sabor a la definición. Sin ir más lejos, de las 10.000 entradas que se pusieron a la venta para hinchas de River y Boca residentes aquí, se vendieron el 60 %. Hay una cuestión de costos. No cualquiera puede pagar un boleto de avión en un país que arrastra una devaluación del 103 % en 2018.

En España se habló más de los barras bravas que fueron deportados que del aspecto estrictamente futbolístico. Hasta ahora, claro, que está encima el partido. Y ninguno dio pistas de la formación, que está guardada bajo siete llaves. Sin ir más lejos, Guillermo Barros Schelotto aseguró: “El equipo lo sé solo yo y lo voy a dar el día que juguemos”. El técnico de Boca ya definió que el arquero será Esteban Andrada. Persiste una duda en el lateral: Julio Buffarini o Leonardo Jara. Carlos Izquierdoz, Lisandro Magallán y Lucas Olaza están confirmados atrás. En el medio, la presencia colombiana de Wilmar Barrios es un hecho. También, que jugarán Pablo Pérez y Nahitan Nández. Arriba todo es más difuso. ¿Tendrá una oportunidad Sebastián Villa o el ex Tolima irá al banco producto de la recuperación de Cristian Pavón? ¿Jugará con doble “9” en esa dupla que componen Darío Benedetto y Wanchope Ábila? ¿O incluirá otro volante? Agustín Almendra, 18 años, sería ideal para un partido largo. Carlos Tévez, futbolista referencial, sería una buena pieza de recambio.

River tampoco definió el equipo. Jugaría con cuatro en el fondo, a diferencia del duelo de ida. Con Franco Armani en el arco, claro, custodiado por Gonzalo Montiel, Jonatan Maidana, Javier Pinola y Milton Casco. Leonardo Ponzio, el capitán, estará en el círculo central. También, Enzo Pérez. Será un doble “5” combativo. Ignacio Fernández, Exequiel Palacios, Pity Martínez y Lucas Pratto completarían la nómina. El colombiano Juan Fernando Quintero deberá esperar su oportunidad entre los suplentes. Su compatriota Rafael Santos Borré viajó hasta Madrid con la delegación, pero no podrá jugar. Fue suspendido por acumulación de amarillas. Una baja clave en un encuentro trascendental.

Argentina está dividida por estas dos pasiones antagónicas. Las cartas están echadas. El partido más largo del mundo tendrá un final; solo será feliz para uno.

Por Daniel Avellaneda

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