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Catalina Usme: una estrella hecha a pulso

La selección de mayores termina su primer ciclo de trabajos para el Mundial de Alemania.

Juan Diego Ramírez Carvajal
10 de marzo de 2011 - 04:44 a. m.

Desde que por primera vez fue a ver jugar a su papá y hermanos en las canchas del Gimnasio San Juan de la Cruz, en Marinilla, Antioquia, soñó con ser jugadora de fútbol. Hoy, a sus 21 años, María Catalina Usme lleva casi tatuado el número diez en su espalda y en su brazo la cinta de capitana de la selección femenina de Colombia.

Hace rato puede decir que cumplió su sueño, pues ha participado en cinco torneos suramericanos con las selecciones Sub-15, Sub-20 y mayores. En este último evento, realizado el año pasado en Ecuador, se ganó el derecho a participar en los Juegos Panamericanos, la Copa del Mundo en Alemania —para la que se preparan en el Club de Agentes de la Policía de Bogotá— y los Olímpicos de Londres 2012.

Sin embargo, su talento no llegó solo. Esta paisa, nacida el 25 de diciembre de 1989 en Rionegro, tuvo que luchar contra la corriente, el machismo y la falta de dinero. Recuerda que su papá y sus hermanos jugaban en las calles de Marinilla y a sus escasos años, cuando todavía la llevaban de la mano, no aguantó la tentación de patear sus primeros balones.

A partir de ahí nadie pudo evitar que se convirtiera en una crack dentro del campo. Incluso, las madres del pueblo la censuraban, pues “decían que parecía un hombre jugando”, recuerda.

Pero ella tuvo el apoyo de su padre, José Domingo; sus hermanos, Carlo Andrés y Diego Armando, y, sobre todo, de su madre, Luz Marina Pineda, a quien “no le importó lo que decían sobre mí, me dejó y ahora mire dónde estoy”. De ahí  que lleve un tatuaje en forma de estrella en su hombro izquierdo, en honor y agradecimiento a su familia.

Juntos han conseguido todo a pulso y corazón. En sus épocas de colegiala tenía que salirse antes de tiempo de las clases en el Simona Duque Marinilla —a una hora de la capital antioqueña— para poder llegar a tiempo a Medellín a entrenar con el equipo con el que comenzó, el Formas Íntimas. Ahora recuerda que “no me alcanzaba a veces para el bus y mi familia tuvo que hacer un gran sacrificio”.

Aunque hoy que vive en Medellín (a los 18 años dejó Marinilla), tampoco la tiene fácil y a medida que ha crecido han aumentado las responsabilidades.

Se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana para llegar a tiempo a clase de seis al Politécnico Jaime Isaza Cadavid, en donde estudia para ser profesional en deporte. Luego guarda los libros en el morral y de ahí saca los guayos para vestirse de entrenadora. Así es, a sus 21 años es directora técnica de las inferiores femeninas del Deportivo Independiente Medellín —equipo del que es hincha—, en donde tiene a su cargo cerca de 30 niñas entre los 8 y 10 años.

Y, por último, se quita la sudadera y se pone los cortos para entrenar con su equipo hasta las ocho de la noche y a veces, en los ratos libres, “hago deporte”, bromea.

Por su amor y dedicación al fútbol ha conseguido lo que se ha propuesto, no sólo con las selecciones, pues con su equipo, Formas Íntimas, se ha consagrado durante tres años consecutivos como goleadora del Torneo Internacional de Fútbol Femenino Feria de las Flores, en el que su equipo es reciente campeón.

Este año el equipo paisa integra el Grupo A de la Copa Libertadores Femenina —en la edición pasada finalizó en el tercer lugar— junto con Santos de Brasil, Caracas de Venezuela, River Plate de Uruguay y Deportivo Quito de Ecuador.

Aunque seguramente Usme estará preparándose para el Mundial con las chicas superpoderosas, quienes este jueves terminan en Bogotá su ciclo de preparación y regresan en una semana.

Porque eso sí, su momento predilecto es cuando juega para la selección que dirige Ricardo Rozo. “Vengo acá por pura pasión, corazón, por representar al país. Jugar con esta camiseta no nos representa mucho económicamente a nosotras, pero venimos con convicción”, asegura. “Y todas nos vamos a romper para jugar las finales del Mundial y luego la de los Olímpicos”, añade frunciendo el ceño.

María Catalina le inyecta pasión a lo que hace y cuando se trata de hacer quedar bien al país, como quiere hacerlo en la próxima cita orbital, sí que más.

Por Juan Diego Ramírez Carvajal

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