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Copete y sus zancadas de pantera

Su padre, fallecido hace cuatro años, soñaba con verlo jugar en Millonarios, equipo del que era hincha ferviente y cuyo escudo adornaba sus relojes, camisetas y gorras.

Redacción Deportiva
16 de julio de 2012 - 03:23 a. m.

Por cosas de la vida, Jonathan Copete, quien a diferencia de su papá sí se hizo seguidor de un conjunto de Cali, llegó a mediados de 2011 a Santa Fe. Un año después el vallecaucano de 24 años resultó siendo clave en la séptima estrella albirroja, figura durante el semestre y autor del único tanto en la final. “Sé que, igualmente, mi padre estaría orgulloso de mí. Esto se lo dedico a él, a mi esposa y a mi hijo. Teníamos la esperanza de que se diera y ahora lo gozamos”, dijo el mediapunta que anotó siete goles durante el semestre.

“Esto nos lo merecemos porque somos una familia, un grupo muy unido. Al final eso se ve reflejado en el campo, porque todos vamos hacia el mismo lado. Acá nunca importaron las individualidades si no el conjunto como tal”, responde Copete.

El nacido en Cali el 23 de enero de 1988 se formó como futbolista en la escuela Faryd Mondragón, pero viajó a probarse en el Belgrano de Argentina, en donde se contagió la pasión por la cumbia y el buen fútbol. Regresó a entrenar por un tiempo en las reservas de América de Cali, cuando promediaba los 17 años, pero su agente le dijo que tenía ofertas en el fútbol venezolano y aceptó el reto.

Se adaptó rápidamente a la cultura de ese país, “aprendí algunos dialectos, se me pegó el acento y me empezó a gustar la comida de allá, como la arepa, que es deliciosa”, asegura. Además su esposa es venezolana y ella le dio el regalo más preciado hace cuatro años: Jonathan Alexánder Copete Rendón, su hijo, quien espera que también sea futbolista.

En ese tiempo se consagró campeón de la segunda y primera división con el Zamora y se adjudicó un par de veces el botín de máximo artillero. A pesar del éxito en el extranjero, nunca olvidó a su Colombia, no se perdía partido del Deportivo Cali y mantenía en contacto con sus padres.

Antes de morir, su papá le decía que quería que regresara para verlo debutar en el fútbol colombiano. Coincidió con una llamada del técnico Arturo Boyacá (antecesor de Wilson Gutiérrez) y no dudó en venir a Santa Fe. “Cuando él estaba de asistente del profesor Germán Basílico González en el Deportivo Lara los enfrenté una vez y ese día ganamos 3-0. Yo hice un gol y puse las dos asistencias“. Y continúa: “Era mi oportunidad para mostrarme, porque además tenía la convicción de llegar a la selección”. Y así fue: integró un microciclo del equipo absoluto que dirige el argentino José Pékerman y ahora alcanza su bautizo de título en el país. Y no cualquiera gana un campeonato en Colombia con el primer equipo en el que juega.

“Soy admirador de Romario, aunque de él no tengo nada. También me gusta mucho Nani, del Manchester United”, dijo a su arribo a Santa Fe, en julio de 2011, cuando nadie lo conocía, cuando sólo Arturo Boyacá lo distinguía. Ahora no hay hincha cardenal que no le rinda pleitesía.

Por Redacción Deportiva

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