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“Creo que soy un sentimiento de Colombia"

La perseverancia tiene mucha similitud con la constancia, es la posibilidad que tenemos de tratar de aguantar con mucha fe lo que nosotros creemos y soñamos que puede pasar.

Luis Fernando Montoya, extécnico
22 de marzo de 2013 - 07:48 p. m.
El querido ‘profe’ Luis Fernando Montoya, en su finca en Caldas, Antioquia.     / Luis Benavides
El querido ‘profe’ Luis Fernando Montoya, en su finca en Caldas, Antioquia. / Luis Benavides

Y de eso yo fui consciente desde que estaba en el hospital hasta varios meses después del accidente. En un principio estaba muy sedado y no me daba cuenta de absolutamente nada, ni siquiera sabía dónde estaba. Me acuerdo de que yo trababa de moverme y el cuerpo no me respondía; tampoco tenía la forma de comunicarme con nadie a ver qué pasaba. Esos fueron momentos muy difíciles. Más adelante, los médicos me explicaron lo que pasó, pero aún hoy no logro entender nada, lo único que sé es que me hicieron mucho daño.

Mi lesión es muy complicada. No puedo mover los pies ni las manos, solamente la cabeza y un poco los hombros. Pero yo tengo la fe y la perseverancia de que todo irá evolucionando.

Esos son sentimientos muy fuertes. Las cosas iban bien, quería hacer muchas cosas, siempre me pregunto por qué pasó esto y todavía no encuentro explicación. Sólo queda un gran vacío en lo que yo quería hacer: yo tenía muchos sueños, sueños de ir a Europa, de seguir mejorando en el fútbol y seguir ganando títulos importantes para Colombia.

También tengo recuerdos muy bonitos, recuerdos de cuando he ido a Bogotá. Pienso en toda la gente que me admira y me aplaude. Me acuerdo cuando estuve en Cúcuta o en Manizales. Ver el estadio casi lleno y la gente coreando mi nombre hace que se vengan las lágrimas. Yo pienso que soy un sentimiento de Colombia, soy alguien que puede llevar muchos mensajes a personas que lo necesitan y pasan por momentos difíciles como el que he estado pasando yo.

Nunca he perdido la esperanza. Entre mis sueños estuvo la posibilidad de ir a México o España. Lo que más me llamaba la atención era ir a Italia, con eso me hubiera sentido contento, pero, bueno, tengo que aceptar lo que me pasó.

Ya han pasado más de ocho años y los avances han sido grandiosos, puedo respirar solo, no necesito un marcapasos ni un ventilador mecánico. La preocupación de los médicos de Coomeva, del doctor Lalinde, del doctor González, de todas las personas que me trataron en un principio, sigue vigente. Ellos se preocupan muchísimo por mí y yo creo que viene algo bueno, porque siento que en mi cuerpo hay algo diferente, ¿qué es? No sé todavía, pero sí sé que hay algo que yo no sentía antes.

No puedo decir que ya todo pasó. Hay momentos en los que lamento las cosas. Por ejemplo, cuando salen los equipos a la cancha, yo quiero estar ahí. Ahora, en mi trabajo con Millonarios, le he cogido un amor y un cariño impresionante a toda su gente. Me siento triste cuando veo que el equipo se va para concentración o sale para la cancha o está en el hotel. Yo siempre estoy pensando a qué hora están haciendo tal cosa o si están preparando todo para salir al estadio... O sea, yo vivo soñando que estoy metido dentro del mismo equipo de fútbol.

Por eso uno de mis días más felices fue cuando me nombraron asesor de Millonarios. Ellos creyeron en mí, y el solo hecho de creer en mí me da perseverancia, me ayuda a seguir. Esa fue una alegría que se transmitió por todo mi cuerpo y me di cuenta de que todavía soy muy útil para este gran equipo.

Así, también sigo sintiendo amor por la vida. Me gusta ver las montañas, las matas, las flores. Me gusta la vida por ver al ser humano tan perfecto, como nos ha criado Dios. Siento mucha alegría, fe y deseo de seguir luchando y de seguir viviendo. A todas las personas que me consultan por la situación que viví les digo que tengan paciencia, perseverancia, fe y que se arropen mucho en la familia. Yo daría todo lo que tengo por volver a caminar y dirigir un equipo.

Gracias a todos los que han creído en mí en esta situación. Gracias a El Espectador porque creyó en mí, porque la columna de opinión que me dejó escribir ya lleva varios años y estuvo en momentos en que la voz no me salía o lo hacía con mucha dificultad. Yo creo que eso ha sido algo que cada día me da más vida y me siento más útil para la sociedad.

Por Luis Fernando Montoya, extécnico

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