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En la estrella 14

El 16 de diciembre pasado, Millonarios volvió a conseguir un título del fútbol profesional, después de 24 años de infortunio. El técnico albiazul cuenta cómo vivió todo ese proceso.

Hernán Torres/ Técnico de Millonarios
30 de diciembre de 2012 - 02:00 a. m.
/Foto: Óscar Pérez
/Foto: Óscar Pérez

Han pasado ya varios días desde que Millonarios logró la estrella 14 y a ratos me parece mentira que eso sea realidad. Ser campeón es lo máximo para cualquier futbolista o entrenador, es una sensación que no se compara con nada.

Mi sueño de conseguir un título como técnico comenzó exactamente el 6 de marzo de 2007, cuando me hice cargo del Deportes Tolima. Desde ese día, mi única meta fue salir campeón, pero apenas ahora lo conseguí, aunque había disputado 11 semifinales y una final y había clasificado dos veces a la Copa Libertadores y tres a la Sudamericana.

Valió la pena esperar, porque aunque dejé huella en Ibagué y el Itagüí, sé que con la estrella 14 quedé grabado en la historia de Millonarios, el club más grande de Colombia, el de la mejor hinchada, uno de los equipos más importantes del continente.

El camino hacia este título comenzó en mayo pasado, cuando arreglé mi contrato con Millos. John Durango, mi preparador físico, se vino para Bogotá e inició la pretemporada. Cuando llegué, evalué el grupo que había, que era muy parecido al que jugó la semifinal de 2011 contra Júnior y que me parecía un equipazo, luego analizamos y mantuvimos la base con Román Torres, Wason Rentería y Rafa Robayo, como refuerzos.

Y desde el primer momento hubo química en el grupo, comunión. Durante este semestre, jugamos un partido cada cuatro días, todos de máxima exigencia, pero los jugadores respondieron siempre.

Yo realmente comencé a pensar en que podíamos ser campeones cuando vi que el equipo asumió un estilo, una identidad. Empezamos a creer en una idea, a apostarle a tener la pelota, a ir al frente, siempre tratando de ser sólidos atrás, de no dar ventajas.

Pasaron los partidos y avanzamos tanto en el torneo local como en la Sudamericana. Creció la ilusión nuestra, pero sobre todo la de la hinchada, que fue fundamental en este proceso, siempre apoyando, siempre exigiendo, siempre al lado del equipo.

Me preocupé cuando Tigre nos eliminó de la Copa, porque jugamos mal y no tuvimos actitud, además porque estábamos últimos en el cuadrangular. Pero el grupo reaccionó y sacó a casta, para sobreponerse y llegar a la final de manera dramática.

En la final contra el Medellín, sólo dudé cuando llegamos a los penaltis. Antes traté de no ir a esa instancia, de mentalizar a mis jugadores para liquidar la serie antes. De hecho, ni siquiera practicamos los cobros.

Cuando comenzó la serie decisiva me senté solo en el banquillo y me encomendé a Dios, y le puse todo en sus manos. Y cuando Luis Delgado atajó el último penalti, me arrodillé y di gracias al cielo. Pensé en mi familia y mis amigos, en lo felices que estaban por mis logros y en lo merecido que fue ese título, porque fuimos primeros todo el tiempo, tuvimos la mejor delantera y a la defensa menos vencida.

Lloré mucho. Antes, durante y después de la celebración. Ver a tanta gente feliz, a esa hinchada tan maravillosa y constante, conmueve a cualquiera. Llevaban 24 años esperando ese día y por fortuna, con la ayuda incondicional de los dirigentes y la parte administrativa, se lo pudimos dar. El título con Millonarios es lo máximo que he vivido como deportista y técnico, aunque sé que en el fútbol las victorias se olvidan rápido y las derrotas perduran. A mí, sin embargo, el 16 de diciembre de 2012, nunca se me borrará de la memoria y sé que a la mayoría de los hinchas azules tampoco.

Por Hernán Torres/ Técnico de Millonarios

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