Jorge Ramón La Fiera Cáceres es un histórico del América de Cali e ídolo para todos los hinchas. No en vano es el segundo goleador en la historia del cuadro rojo, con 136 goles, después de Antony de Ávila (177).
Llegó al cuadro escarlata en 1973 y fue goleador del fútbol colombiano en 1975 y 1976. Este argentino logró la ciudadanía colombiana y por eso vistió la camiseta del combinado nacional. En la actualidad tiene 67 años y vive en la ciudad de Barranquilla como veedor de jugadores en formación.
Cáceres marcó uno de los dos goles que le dieron el primer título al América, el 19 de diciembre de 1979, ante el Unión Magdalena. Hablar de La Fiera Cáceres es hablar de una institución del cuadro escarlata y revolver los pensamientos de los hinchas. En el país también jugó en el Bucaramanga y Pereira.
¿El hincha todavía lo reconoce después de tantos años?
Casi siempre que vengo a Cali hay gente que me reconoce todavía, y mucho más los hinchas del América, pues fui partícipe del primer título.
¿Cuántos goles marcó en el fútbol colombiano?
Bueno, en realidad los goles que hice tanto en Bucaramanga, Pereira y América están alrededor de 170 (oficial son 183). La cifra exacta no la tengo pero se acerca a esa suma.
¿Cuál ha sido el más especial de todos los que marcó?
El que más recuerdo fue en mi primer clásico, en 1973. América no ganaba un clásico por casi cerca de tres años y tuve la oportunidad de brindarle esa satisfacción a toda la hinchada. Recuerdo que el técnico era Jorge Ruiz. Era mi primer clásico y había mucha presencia de hinchada, tanto del Cali como del América. Teníamos la posibilidad de lograr un triunfo y gracias al buen rendimiento del grupo conseguimos el objetivo. Fueron dos jugadas en pared con El Mudo Torres y un pase en profundidad donde defino de pierna izquierda para el primer gol a Pedro Zape. Mi segundo gol fue por el lado derecho, y se terminó de consolidar un triunfo memorable.
¿Es cierto que después de marcar tantos goles viene el apodo de “La Fiera”?
En ese partido Rafael Araújo Gámez, relator de la ciudad, me puso así. Inmediatamente, toda la hinchada del América lo tomó bien.
¿Cómo se dio su llegada al América?
Antes de llegar al América estaba jugando en el club San Martín de Tucumán. En esa época tuve como técnico al recordado Guillermo Reynoso, que también jugó en América y la selección argentina. Él me recomendó por intermedio de Álvaro Guerrero Yanci, que era el gerente deportivo de ese momento. Cuando Reynoso me dijo que si quería ir a jugar a Colombia al América, de inmediato acepté. Llegué el 6 de enero a Bogotá. No me esperaba ningún dirigente. Tenía que hacer trasbordo, así que despaché mis maletas primero y cuando llegué a Cali encontré una maleta más grande que sabía que no era la mía. Después, a la semana, apareció mi maleta cuando ya estaba instalado.
Cómo le impactó la llegada a Cali, el ambiente, una ciudad más grande de donde venía...
Encontrar un ambiente diferente, otra ideología, acostumbrarse a otras circunstancias, vivencias, compañeros nuevos, siempre toma un poco de tiempo. Recuerdo que cuando llegué a la sede del América, directamente del aeropuerto, estaban sentados en la vereda unos muchachos que eran jugadores del América: el portero Orlando Martínez y William Cervantes, quienes me atendieron cuando llegué.
¿Es cierto que su primer premio en América fue una bicicleta?
Sí, eso fue cuando jugamos el clásico contra el Cali en el 73, que ganamos. Me regalaron una bicicleta y se la regalé a mi compañero Argemiro López.
¿Cómo vivió el campeonato del año 1979, ese miércoles 19 de diciembre que sigue presente en la memoria?
La emoción venía de un proceso y un trabajo que se iba a consolidar ese 19 de diciembre, y era el momento en que teníamos que lograr el objetivo que nos planteamos desde el principio del proceso. Muy buenos compañeros, toda la nómina en sí del América, con mucho sacrificio. Creo que ese fue el principal momento que viví, cuando el árbitro dio fin al partido, en el que conseguimos la primera estrella.
¿Aún recuerda el ambiente del 19 de diciembre?
La fiesta ya era pura satisfacción, gloria para toda la hinchada que estaba esperando desde hacía tantos años el primer título, y creo que alcanzar ese objetivo fue importante por el sacrificio de todo el plantel de ese momento para alegría de la gente.
¿Cuántas veces ha visto el video del primer campeonato?
Lo veo a cada momento. Lo pongo en el computador y lo observo para recordarlo. Se siente como si fuera ayer.
¿Cuál fue el arquero al que más le costó marcarle?
Hubo varios. El que más recuerdo es Pedro Antonio Zape. Era un gran portero que muchas veces jugaba bajo los palos; a veces salía, otras no. Era difícil cuando el arquero amagaba a salir o quedarse, y Pedro tenía esa gran capacidad. Otro que recuerdo mucho es Luis Gerónimo López, de Santa Fe.
¿Cuál fue el defensa más difícil de quitarle la marca?
Sin ninguna duda, la dupla Henry Caicedo-Miguel Escobar. Ellos esperaban que yo los buscara en el partido. Sin embargo, era muy complicado sobrepasar esos dos defensores del Cali.
Usted jugó con la selección de Colombia en las eliminatorias del 78. ¿Qué significó eso en su carrera?
Una satisfacción enorme por haber tomado la carta de ciudadanía colombiana por parte de mi esposa, que es de aquí. Tengo hijas colombianas, nietos colombianos, y fue una de las razones por las que acepté. Tuve la oportunidad de jugar para la selección argentina en el Mundial de 1974, cuando el técnico del momento, Vladislao Cap, dirigía. Iba a ser convocado, pero no se dio por ciertas circunstancias, y se presentó la posibilidad de jugar aquí.
¿Cree que en algún momento podría llegar al América de Cali a aportar sus conocimientos como director técnico?
Si se da la posibilidad, estoy con plena facultad de dar lo que aprendí de todos los técnicos que tuve, más los cursos que recibí como entrenador de AFA.
Hoy por hoy, ¿qué cree que le falta al jugador de América para entender lo que significa llevar esa camiseta histórica?
Querer al club y querer al América. Creo que ese es el factor importante para que puedan desenvolverse, desarrollar toda su condición y capacidad para el bien del equipo. En mi época dejamos una marca, un trabajo, un espíritu de lucha y un sacrificio. Esto es trabajo de día a día, mes a mes, hora a hora, y hay que estar compenetrados con el América, no pensando en otras cosas.
¿Por qué vive en Barranquilla y no en Cali?
Bueno, mi esposa es barranquillera y por eso nos radicamos ahí. Aunque debo aclarar que no se me ha pegado el acento, tengo más el valluno que el costeño.